Obra en fuga de múltiples búsquedas

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La exuberancia del monte invade las telas de Javier Torres. Pinturas muy pequeñas y otras de dimensión mural conforman su obra. Investiga también la madera, haciendo esculturas planas. Su trabajo se verá, nuevamente, en el MAT en el mes de septiembre.

 

Después de andar recorriendo muchos lugares, en el 99, Javier Torres  recaló en el Delta; la experiencia de estar inmerso en el monte a una hora del centro de la ciudad de Buenos Aires, lo atrapó, aunque confesó: “A esa opción no le saqué el jugo porque me quedé mucho en la isla”. Y quizás se quedó por lo que él mismo supo escribir: “Agotadas ya otras posibilidades y en busca de sentido, los hombres se retiran hacia las orillas, los arrabales, la periferia de las ciudades”.

El monte y el río se fueron metiendo en su obra, pues el paisaje le “ganó”; la exuberancia del mundo vegetal se desprende de sus telas, las lianas atrapan al observador que ora puede sentirse en el asfixiante bosque, ora en la vera de un apacible arroyo. “Me metía en el monte y allí pintaba; en un momento miraba hacia un lado, después me movía y miraba hacia otro. Por esto, en mi pintura no hay un punto de fuga, sino varios”, explicó Javier.

Hace muy poco, estrenó taller en tierra; también algo nuevo surgió en sus pinturas: el paisaje dio paso a las paredes, aunque “siempre aparece la vegetación”, aclaró. Este nuevo leit motiv de su obra – las paredes – no se presenta como un muro fijo enfrentado al observador, están dirigidas hacia distintas direcciones, es decir que “el nuevo espacio que construyo es muy similar al anterior, el paisaje del monte está completamente incorporado en mí. La experiencia quedó internalizada, finalmente esto también es una especie de paisaje”, reflexionó el artista.

El formato apaisado elegido por Javier, facilita que las paredes se vayan disparando hacia distintos puntos y esto, unido a colores fríos, crean una imagen inquietante.

 

La noble madera

“Pinto desde que tengo memoria. Hice dos años en la escuela Berni de San Martín y luego pasé a la Pueyrredón, donde terminé”. Después de este recorrido tradicional, Javier – ya en la isla – comenzó a experimentar: “Trabajé con barro, con hollín de la salamandra. Junto a otros artistas, hicimos papel con las plantas del lugar”.

El papel que más le gustó fue el producido con lirios: “Al lirio se lo deja secar, se tritura, se pone en agua, se licua. A eso se lo deja ‘pudrir’. Queda como una pasta en suspensión, se pasa el bastidor y al sacarlo, queda una capa de esa pulpa entramada. Se deja secar y eso es una hoja. Es muy linda”. Además de utilizar este papel para pintar, trasladó la experiencia a los colegios donde trabajó.

Algunos de los papeles que hizo, tienen formato de postal; y esa es otra característica de su obra: pasar del formato muy pequeño a las telas muy grandes. “Tenía un montón de tarjetas y empecé a pintar. Los amigos que venían a casa me decían ‘qué buena esta obra’, así que fueron ellos los que empezaron a llamar ‘obra’ a algo que yo simplemente hacía. Entonces enmarqué unas cuantas y las mostré”.

Mientras que unas “tarjetas” están trabajadas con hollín, otras son acuarelas. El material que utiliza en las telas de mayor tamaño es acrílico y usa “óleo para levantar colores y dar textura”.

Como muchos isleños, Javier construyó su casa. La hizo con madera del lugar y los pedacitos que le iban sobrando alimentaron su creatividad: armó encastres con distintas formas. “Fui armando piezas que tienen pedacitos de mora, que tiene un amarillo muy bonito. También hay pedazos de quebracho de antiguos muelles. Algunas maderas, como el laurel boliviano, fueron regalos de los amigos”.

En los encastres, “esculturas planas”, se resalta la belleza misma de la madera, las figuras o tramas que se forman con las vetas.

Una de sus esculturas formó parte de una muestra colectiva de puentes que se hizo en el MAT. “Esa obra fue donada al Museo y está en los jardines, aunque ahora forma parte de una muestra itinerante”.

Para el mes de septiembre habrá otra muestra colectiva de artistas locales en el MAT. “Como todos presentan telas, yo voy a llevar mis maquetas de madera. Ya estuve pensando algo…” y se puso a detallar la futura obra que se nutrirá de la nobleza de la madera y de las búsquedas misteriosas del  artista “en el absurdo intento de unir, de hacer una costura entre lo que nos es dado y lo que no sabemos nombrar”.

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