Tuvo que esperar mucho más que un hombre para arbitrar un partido de 1° masculino. La mendocina Romina Marcolini fue la primera mujer en arbitrar un partido de fútbol en su ciudad natal, General Alvear. Aunque sabe que durante un partido le gritan mucho, no pierde la concentración porque “en 10 segundos pueden pasar muchas cosas”. Está convencida de que, aún en ligas amateur, se debe actuar profesionalmente.
Aunque no tuvo que encadenarse a las rejas de ninguna sede futbolística, ni iniciar una huelga de hambre para arbitrar un partido de fútbol masculino de primera, a Romina Marcolini (28) la hicieron esperar 6 años cuando “los hombres, en 2 años, ya estaban arbitrando primera”. ¿Dónde le pasó esto? En General Alvear, una ciudad del sur mendocino, de donde es oriunda.
Después de largas discusiones con dirigentes entraditos en años, Romina debutó en su ciudad el 15 de mayo de 2023, en la cancha de Andes, donde se enfrentaron Colón y Circunvalación, un clásico. Ese día sacó una roja, se aguantó puteadas de los hinchas, asedios de los periodistas, presiones de los jugadores y reforzó su convicción: “Yo tengo mi forma de arbitrar. Mientras se apliquen las reglas de juego, cada uno tiene su forma. Yo soy comprensiva y honesta”.
Para conocer a quien fuera jugadora y actualmente es árbitro, el 11 de octubre, cuando se celebra el Día Internacional del Árbitro de Fútbol, dialogamos con Romina Marcolini.
Siempre profesional
“El arbitraje no es para cualquiera. Y las mujeres que decidimos entrar en este deporte, sabemos que es muy difícil, por ejemplo, llegar a correr como un hombre. Por eso somos muy pocas, pero hemos superado muchas cosas y estamos a la altura del hombre. En el momento de arbitrar, no hay diferencias de género”, sostuvo Romina, aunque inmediatamente agregó: “El hombre se puede equivocar 10 veces, pero si la mujer se equivoca 2, ya es un desastre”.
Desde la tribuna, los hinchas toman la batuta de la presión, pero Romina sabe que “no se puede controlar el partido adentro y controlar a la gente afuera”, por esto, ella no escucha, aunque sabe que le gritan un montón de cosas. “Al principio, me afectó, pero hice mucha terapia y me permitió avanzar muchísimo. Lo que otro dice, es problema de esa persona. Si uno le responde, entra en su juego”, explicó, reiterando que no pierde la concentración en el partido porque “en 10 segundos puede pasar cualquier cosa”.
Con los jugadores y el cuerpo técnico, es precisa: avisa una vez y, si hay reincidencia, afuera. No se prende en discusiones: “En la actualidad, los jugadores quieren tener el control del juego, quieren manejar al árbitro. Esto se está viendo a nivel nacional y más a nivel amateur. Yo busco mantener el profesionalismo, aunque sea una liga amateur. Si uno se mantiene en esa posición, cambia mucho el nivel de respeto”.
En la cancha: un personaje
En el ámbito laboral de Romina Marcolini, los hombres ocupan la centralidad. Sin embargo, últimamente, el fútbol femenino pugna por compartir el espacio. Al respecto, la entrevistada manifestó: “Las mujeres piensan más y no entienden que, en el fútbol, no hay que pensar, hay que actuar. Nosotras actuamos en la cancha como actuamos en la vida”. Esto hace que el fútbol femenino sea más lento.
“En el fútbol, el hombre es un poquito más vivo. La mujer está más dormida. Por ejemplo, si al hombre le marcan falta, pone la pelota en el piso y sale jugando rápido. En cambio, la mujer pide distancia, juega un minuto después de lo que el hombre ya jugó en un segundo”.
Romina conversa con las jugadoras, señalándoles esta característica que, por supuesto, es muy buena para la vida, pero al fútbol lo torna un poco aburrido. Quizás por esto, aseguró: “Yo soy una Romina en la vida y dentro de la cancha, como árbitro, soy otra. Ahí hago un personaje”. Y ese personaje prefiere arbitrar partidos masculinos.
Sin dudas, las mujeres están sosteniendo la antorcha del cambio, por eso felicitamos a Romina Marcolini en su día y, en ella, a todas las árbitras del país.
Por Mónica Carinchi
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