Barriletes a Toda Costa

En China, el barrilete es patrimonio cultural. Para remontar, aprender a diseñar o compartir experiencias, los domingos a la mañana los fans del barrilete se reúnen en Vicente López.

 

A la mayoría de los lectores, seguramente, hablar de barriletes los remonta a su niñez: una tardecita de sol, junto al padre o al abuelo, cortando cañitas para el armazón del barrilete que, luego, con placer, se miraba piruetear en el aire.

A esta escena vuelven todos los domingos por la mañana los integrantes de BaToCo (Barriletes a Toda Costa), sobre la costa del Río de la Plata, en Vicente López. Dándole la espalda al cemento urbano, los barrileteros elevan sus miradas al cielo y disfrutan con sus pájaros artificiales.

 

Un juego de larga historia

“Básicamente, el barrilete es un juego”, dijo Víctor Derka, integrante de BaToCo. Este juego puede arrancar de diseños muy elementales, como el romboidal de nuestra niñez, a otros muy sofisticados: “El diseño es todo un desafío. A veces bajamos imágenes de Internet y las reconstruimos para hacer los planos. También existe la decoración del barrilete, porque se puede arrancar de una tela plana y luego pintarla o hacerla con pedacitos de tela, es algo parecido a un vitraux”, explicó Víctor.

Por su parte, Pablo Macchiavelo – poseedor de un barrilete modelo Delta, hecho con materiales muy sofisticados, para muy poco viento – agregó: “Se puede entrar a este hobby por muchos lados. Hay barriletes comandados, de 2 y 4 hilos; se puede hacer fotografía aérea desde barriletes; también hay barriletes de tracción, que arrastran un carrito con ruedas o una patineta grandota”. Para esto último hace falta un buen pampero y el asesoramiento de Demián Licaeski, quien contó: “Me acerqué al grupo hace 7 años porque había comprado un barrilete comandado; cuando llegué y vi todas las posibilidades que hay, me interesé aún más” y se entusiasmó tanto que se hizo su propio carrito, para desplazarse – a fuerza de viento – por las playas argentinas.

Gracias a los talleres que dicta BaToCo, todos pueden construir sus propios barriletes: abogados, cirujanos, psicólogas, mecánicos, amas de casa. “No hay un prototipo de barriletero, puede ser cualquier persona; tampoco hay limitaciones económicas porque se puede usar una bolsa de residuos que se encuentra en la calle o materiales ultrasofisticados, con los dos se va a volar igual”, comentó Pablo. Y, para mejorar las técnicas de vuelo, los más experimentados dictan clínicas específicas.

Ver volar el barrilete que se estuvo elaborando durante mucho tiempo, produce una gran emoción. “Para mí”, dijo Demián, “estrenar un barrilete es un gran desafío; compartirlo con el grupo, ver qué hay que mejorarle”. Otro aspecto destacable es que “esta actividad es grupal y contribuye a la cooperación entre las personas y a transmitir mensajes de solidaridad y paz, en un entorno de juego”, indicó Gustavo Sonzogni.

Víctor confesó que una de las cosas más lindas que le pasó fue “dar un taller en una escuela del delta. Y aquí, en la costa, la sorpresa de los niños es divina, cuando miran y uno les da la línea para que manejen el barrilete”.

Río, viento, camaradería, expresiones de asombro entre los paseantes, ganas de “yo también quiero” en las caritas de los niños; todo dispuesto para pasarla bien porque, a toda costa, esta tribu urbana remonta buena onda para empezar muy bien la semana.

Barriletes de otros cielos

Con una nutrida experiencia en festivales internacionales, Gustavo Sonzogni explicó la significación que tienen los barriletes para distintos pueblos: “En Japón, la actividad está relacionada al día del niño. Toda la comunidad les da la bienvenida a los niños que nacieron durante el último año. En India tiene un sentido religioso, celebran con barriletes el momento en que el sol comienza a transitar desde el hemisferio sur al norte, lo cual augura el período de cosechas. En Bali, es un agradecimiento a los dioses por proveerlos de alimentos. En China, los barriletes siempre estuvieron relacionados con la corte imperial; la calidad lograda en la construcción los llevó a declarar al barrilete como patrimonio intangible y esto, a su vez, fomenta la industria cultural y el turismo”.

Volando de Oriente al cielo americano, Gustavo contó que “en Guatemala vuelan barriletes el día de los muertos, en los cementerios, porque buscan establecer un vínculo con los espíritus para que bajen y pasar el día con ellos, pero, al final del día, los hilos se cortan para que los espíritus no se queden en la tierra, sino que sigan donde estaban antes. Es una manera de recordar a los antepasados desde la alegría del reencuentro”. Señaló, además, que “diseñan los barriletes con motivos relacionados con su realidad social, por ejemplo, la violencia contra las mujeres o reclamos de pueblos originarios”, convirtiéndose de esta manera, los barriletes, en un medio de comunicación.

También en Argentina existe un festival muy importante que se realiza, desde hace 11 años, en Rosario: “Lo organiza la municipalidad y ya está tan incorporado a la vida de los rosarinos que excede a cualquier funcionario. Convoca a más de 20 mil personas. Cuando Binner era intendente, se lo veía el domingo con su nieto”, contó Víctor. Y Gustavo aprovechó para comentar que “el festival de Bali lo abre el gobernador. Ellos ponen mucho dinero en eso, llevan gente de toda Indonesia. Como quieren fomentar el turismo cultural, invitan a muchos países porque son agentes de difusión”. Mientras tanto, la Fiesta del Viento que realiza BaToCo, de manera discontinuada, todavía está esperando algún apoyo estatal.

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