Como todos los años, en el mes de marzo, nos encontramos que el día de la mujer convoca expresiones de variada índole: carteles viales que intentan reducir las luchas de la mujer al espacio de la cocina, shows de modas que desnaturalizan el contenido de la fecha y también la presentación de dispositivos de alerta para mujeres víctimas de violencia. Este último hecho pone el tema en su lugar: el 8 de marzo se conmemora el día de la mujer (trabajadora) para recordar el coraje de 129 mujeres neoyorquinas que murieron quemadas en la fábrica donde trabajaban dado que los patrones le prendieron fuego y bloquearon las puertas de salida. La violencia machista se desató con todo su furor, pero seguramente no fue llamada así en aquella oportunidad.
Una ayuda para amortiguar la violencia
Si para algunos la violencia de género está radicada en México o Guatemala, la Lic. Lucía Heredia – integrante del equipo de la Comisaría de la Mujer de Tigre – desbarató esa creencia: “Ésta es la problemática más democráticamente distribuida y es la mayor violación de derechos humanos que hay a nivel mundial. En Argentina aún no contamos con registros certeros porque no tenemos instrumentos adecuados para realizar estadísticas serias, pero, cuando las tengamos, vamos a ver que la magnitud del tema es igual a la de todos los países de América y de Europa”.
La violación del derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia es un amplísimo abanico que tiene como límite el femicidio: “La muerte tiene impacto, por eso surgieron las comisarías de la mujer en la provincia de Buenos Aires, fue en respuesta al asesinato de Alicia Muñiz. Las muertes impulsan a que se tomen políticas públicas”.
El femicidio es el asesinato cometido por un hombre hacia una mujer a quien considera su propiedad. El registro de femicidios que se tiene, por ahora, en Argentina, está relevado por La Casa del Encuentro, una ONG fundada en 2003 en la ciudad de Buenos Aires. Es una organización feminista, social y cultural que trabaja por la creación de una sociedad basada en valores diferentes a los del patriarcado.
La visibilización de la violencia de género, instalada por los medios de difusión, ha generado importantes cambios: “Cuando comencé a trabajar en el tema, en el año 95, la edad promedio de las mujeres que llegaban a la consulta era de 45 años, habiéndose aguantado 25 o 30 años de violencia. Hoy, está bajando cada vez más el tiempo de exposición a la violencia, cada vez son más jóvenes las que vienen a preguntar”.
A medida que las mujeres se atreven a denunciar, “van apareciendo más necesidades, por eso es fundamental la respuesta que se les puede dar desde las políticas públicas. El acceso a la justicia es importante, pero, si no tiene dónde vivir, no tiene trabajo o no puede ir a trabajar porque no tiene con quién dejar a sus hijos, ¿cuánto tardará en volver?”, reflexionó Lucía.
Muchos son los problemas que van surgiendo cuando la mujer quiere terminar con la violencia: “Hacerla tener muchos hijos para tenerla cada vez más atrapada o aislarla del ámbito familiar y laboral es parte del fenómeno de la violencia”. Se requieren, entonces, programas específicos de vivienda, reinserción laboral, capacitación, refugios.
Por ahora, el Estado ha dado respuestas, fundamentalmente, a nivel judicial: “En líneas generales, en la provincia de Buenos Aires existe una comisaría de la mujer por partido; en Tigre, además, existe la fiscalía de género, ambos recursos provinciales; y la Dirección de Fortalecimiento Familiar, un recurso municipal”.
A partir del 8 de marzo, para aquellas mujeres que tienen una medida cautelar (perímetro de protección y/o exclusión) en vigencia, el Municipio de Tigre implementó el sistema DAMA, un dispositivo georreferenciado: “La evaluación para otorgar el dispositivo la hace la gente de Fortalecimiento Familiar. Es una ayuda, pero no pensamos que ésta sea una forma de frenar la violencia, porque es un dispositivo que actúa a posteriori, tiene que ver con la prevención secundaria, cuando ya el problema está instalado. No pensamos que sirva para bajar el índice de muertes. Para reducir la violencia de género, debemos cambiar pautas culturales, por lo tanto se debe trabajar desde otros lugares”, explicó la Lic. Heredia.
Por el momento, la especialista no conoce a ninguna mujer tigrense que lo tenga, mencionó, en cambio, un caso ocurrido en la ciudad de Buenos Aires. Efectivamente, la policía metropolitana entregó en diciembre de 2011, 30 botones de pánico a jueces y fiscales porteños, uno de los cuales fue activado el 24 de marzo en el barrio de Barracas.
Varios son los países de América y Europa que han implementado dispositivos GPS para luchar contra la violencia de género.
Organizarse contra la cultura patriarcal
En los movimientos sociales surgidos en los 90 como resistencia a las políticas neoliberales, las mujeres tuvieron papeles protagónicos. Fue así que ellas mismas impulsaron el surgimiento de un nuevo tema: la violencia de género.
“En 2001 fui al Foro Social Mundial”, contó Lucía, “con organizaciones argentinas y mirábamos sorprendidas todas las banderas lilas, todo el movimiento de mujeres que ya estaba muy inserto en otros países. Acá las organizaciones eran mixtas y, si bien las mujeres tenían un lugar importante, suele ocurrir que los hombres mantienen los lugares de conducción. Cuando volvimos unos años después, ya había cambiado totalmente la mirada de aquellas mismas mujeres”. Agregó, también, su experiencia en los Encuentros Nacionales de Mujeres: “En un principio, a los Encuentros iban mujeres intelectuales, del feminismo; hoy, es un encuentro popular, con muchísimas organizaciones de base”.
En la cultura patriarcal, la mujer ha quedado encerrada en los ámbitos domésticos y la violencia contra ella ha sido naturalizada, induciéndola a creer que su destino era el sufrimiento. Para hablar de las causas y los responsables de ese supuesto destino y modificar la vida de las mujeres, todos los años se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres, que en 2012 será en Posadas, Misiones, el 6, 7 y 8 de octubre.
Ninguna mujer debe permitir que un hombre le pegue, le grite, la insulte, la humille, la aísle de la familia o los amigos, genere un ambiente de miedo en el hogar, la obligue a mantener relaciones sexuales, la amenace con quitarle a sus hijos. Si necesita ayuda, ella o cualquier vecino, en el partido de Tigre, pueden recurrir a: Comisaría de la Mujer y la Familia (Av. de los Constituyentes 410, Pacheco, 4740-1934), Fiscalía de Violencia de Género (Entre Ríos 559, Pacheco, 4512-9901), Dirección de Políticas de Género y Violencia Familiar (Maipú 215, Tigre Centro, 4731-7644).
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