Organización y solidaridad

, Instituciones

En San Fernando, las ollas populares se profundizaron durante el aislamiento. La agrupación Germán Abdala prepara semanalmente más de 500 raciones para las barriadas empobrecidas de San Fernando. Con recursos enviados por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y de vecinos solidarios, con tradicional militancia política en el movimiento peronista, logran cubrir la demanda, que en las últimas semanas se amplió.

CONSULTA POR WHATSAPP PULSANDO ACÁ

        Aunque la Declaración de los Derechos Humanos establece que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos, la experiencia nos demuestra que no es así.

        El poder económico, en el mundo entero, es inmune a esta declaración, por eso los gobiernos neoliberales van dejando, año tras año, más personas en los márgenes de la vida digna. Debido a esto, el actual gobierno nacional se encontró con una Argentina devastada y las condiciones pandémicas la presentaron sin anestesia: una cantidad inesperada de personas solicitaron el ingreso familiar de emergencia.

        La precariedad de millones de vidas fue contenida no sólo desde el Estado, agrupaciones políticas y sociales también salieron a darle una mano a compatriotas que no pueden cubrir algo tan elemental como la comida. Las ollas populares se multiplicaron porque, si se multiplica el hambre, se multiplica la solidaridad.

        “La solidaridad surge de un pensamiento o estructura política, porque la solidaridad espontánea es mínima. La mayoría de las personas que colaboran han participado en ámbitos políticos. Hay compañeros que me dicen ‘no tenés nada que agradecer, así somos los peronistas’. Igual nosotros decimos siempre gracias”, expresó Fausto De Ángelis, referente de la Agrupación Germán Abdala de San Fernando.

La patria es el otro

        Desde el invierno de 2019, la Agrupación tenía una olla para las personas en situación de calle, a lo largo de la colectora, en San Fernando. Por esto la pandemia los encontró organizados.

        “Ahora la tarea se multiplicó. Tenemos olla en el Club Villa Nájera, en Humaitá y Arnoldi, en Sarratea y Alvear; asistimos con mercadería al comedor Rosita de Villa Jardín y llegamos hasta Béccar, donde una compañera ya atendía a gente en situación de calle”, contó Fausto.

        En total, preparan semanalmente más de 500 raciones. Y como son muchos más los sanfernandinos que necesitan esta ayuda, Fausto mencionó que hay otras agrupaciones que también sostienen una olla popular.

        Una parte de la mercadería la garantiza el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación; trabajadores judiciales agremiados acercan verduras y pollos; el gremio de Judiciales también colabora; un grupo de viejos compañeros de militancia colabora con dinero.

        La olla no sólo requiere que se cocine; hay colaboradores que hacen las compras de la comida fresca, otros distribuyen mercadería, otros retiran donaciones. ¿Por qué estas personas reparten su tiempo entre su hogar, el trabajo y la olla popular? La respuesta es simple: por empatía con el otro. Apuntando que forman parte del proyecto nacional y popular, Fausto resaltó que “esto es una tarea solidaria, voluntaria”. Todos tienen vocación de servicio y renuevan su compromiso permanentemente.

        Algunos colaboradores están sin trabajo, por lo cual les vendría bien recibir algún aporte por la tarea o poder conformar una cooperativa gastronómica dado que ya tienen la expertís. “Hay compañeros que la están pasando mal, por eso sería interesante recibir algún aporte. Eso no quiere decir que, si no reciben, no van a hacer nada. No, de hecho se está haciendo y acá nadie abandona”.

        Desde luego, los reconocimientos simbólicos también son estimulantes, por ejemplo, la visita de algún funcionario. Por ahora, están en deuda.

        No se sabe si por temor al virus, por pudor o por desinterés, las personas que buscan la vianda, se retiran rápidamente y no hacen comentarios. La falta de participación, según Fausto, es un error de la organización misma, porque “la gente piensa que a nosotros nos pagan o que esto lo organiza el Municipio y que es una obligación nuestra darles”. O sea que sería importante que vean desde adentro cómo se construye ese espacio solidario: “Cuando la gente participa, por un lado, garantiza la olla y no se depende tanto de las grandes donaciones y, sobre todo, se entiende el sentido solidario, se respeta más al que está haciendo la tarea solidaria”.

        Como siempre hay excepciones, Fausto destacó que “unos pocos vecinos preguntan qué hace falta y acercan mercadería”; para ellos, un agradecimiento especial.

        Dado que aún no pueden imaginar mejores alternativas para la sociedad sanfernandina, no se han puesto a pensar en el fin de la olla. Por el contrario, están dispuestos a continuar con esta tarea solidaria. Y mientras cocinan, se preguntan cuándo llegará la vacuna, porque, cuando ya no haya peligro de contagio, esperan encontrarse con todas las personas que hicieron posible el sostenimiento de la olla popular y, aunque algunos no quieran, les dirán, nuevamente, ¡gracias!

Por Mónica Carinchi

Deja una respuesta