Cuatro jóvenes preocupados por el medio ambiente

Un proyecto para el aprovechamiento del bambú

Durante 2 años investigaron sobre las bambúceas y sus posibilidades de uso. Presentaron un proyecto en el Programa de Jóvenes Maestros sobre Desarrollo Sustentable de la Universidad de Lund, Suecia. Fueron seleccionados para representar al país en la Convención de Tangsham -China-, donde expondrán su investigación.

El término desarrollo sustentable nació en 1987. Sencillamente, se trata de un desarrollo económico y social, respetuoso del medio ambiente. Pero lograr esto parece que no es sencillo. Sin lugar a dudas, un aspecto esencial del tema es la educación. Recogiendo este desafío, un grupo de estudiantes del Colegio San Luis, de San Fernando, ha participado del Programa de Jóvenes Maestros sobre Desarrollo Sustentable de la Universidad de Lund, Suecia. Después de 2 años de estudio e investigación, el proyecto realizado ha sido elegido para representar al país en noviembre de este año en la Convención Final de Tangsham, China.

Diana Antenucci, Guillermo Colombo, Inés Reyna y Florencia Silva – jóvenes de 18 años, egresados recientemente del Colegio San Luis – son vecinos de Tigre y San Fernando, por lo cual pusieron su mirada en el Delta para realizar el proyecto final del curso sobre desarrollo sustentable. “Un día encontramos una nota sobre el bambú, la cantidad de usos que tiene y su importancia a nivel mundial. Tomando esos datos y la problemática de la isla que se está despoblando porque hay poca oferta de empleo, pensamos que podíamos trabajar sobre la utilización de las bambúceas que crecen espontáneamente en el Delta”, explica Florencia. Así nació el proyecto “la nueva estrella del Delta: el bambú”.

Una vez que decidieron el tema, se pusieron a investigar y se encontraron con una sorpresa: “nos costó mucho encontrar información porque acá se estudian fundamentalmente los árboles, por eso la mayoría de nuestros contactos fueron del exterior donde sí se le da mucha utilización al bambú. Finalmente encontramos a unas investigadoras de la UBA que están trabajando en este tema”, dice Inés y Guillermo agrega que, desde la Secretaría de Bosques, les marcaron los aspectos a considerar en el proyecto, “no sólo teníamos que reparar en los aspectos positivos del uso del bambú, también debíamos observar lo negativo”, y explica que el aspecto negativo es el crecimiento desmedido de las cañas, pero, si se las sabe tratar, esto se puede controlar.

En sus usos más habituales entre nosotros, el bambú se transforma en adornos, instrumentos, muebles y estos jóvenes investigadores descubrieron que “en China tiene uso medicinal, se usa la parte fibrosa y ahora que estoy estudiando bioquímica”, dice Florencia, “veo que se están buscando permanentemente recursos naturales para nuevas medicinas, creo que el bambú se tendría que estudiar más porque en China se usa, por ejemplo, para controlar la temperatura”. También Inés, estudiando arquitectura, se reencuentra con el uso del bambú: “en China se han hecho puentes de bambú, se utiliza muchísimo para decoración, pisos, revestimientos. La caña es una buena alternativa para construir en el Delta”. Entre las utilizaciones telúricas, Guillermo cuenta su propia experiencia: “Tengo una casa en la isla y vi que un vecino plantó bambú para parar el cedido de las tierras, es una forma barata y rápida de que las tierras no se vayan”. A esto hay que agregar que, algunas especies, renuevan los suelos y reciclan el agua, “lo que es muy interesante en un lugar donde hay tanta contaminación”, acota Florencia.

“La nueva estrella del Delta: el bambú” fue declarado de interés municipal por el Consejo Deliberante de San Fernando, “ahora estamos tratando que también lo hagan en Tigre y además que llegue a nivel provincial”, cuenta Florencia, ya que éste sería un camino para su implementación.

Haberse involucrado en el tema con tanta profundidad, cambió la vida de estos jóvenes. “Yo tengo una casa en la isla, desde chico voy”, dice Guille, “antes veía a las cañas como algo decorativo, ahora las veo como un recurso. Un vecino, que es un hombre mayor, no sabía un montón de cosas que yo le fui contando, ahora él puede cultivar y usar mejor las cañas y yo también aprendo cómo las usa. Siento que ésta es mi forma de retribuir esos años de felicidad que me dio la isla”. También Florencia reflexiona sobre su relación con el proyecto: “mi abuela vivió mucho tiempo en la isla y no podía creer que las cañas, que ella usaba como tutores de otras plantas, tuvieran tantos usos”.

La finalidad del proyecto es asesorar sobre el cultivo, cuidado y uso de las bambúceas en el Delta del Paraná. “Nosotros pudimos trabajar sobre esto porque vivimos al lado del Delta, no hay muchas ciudades que tengan la suerte de tener un polo agricultor cerca”, expresa con entusiasmo Inés. Si este proyecto, y probablemente muchos otros que tienen como objetivo fundamental el respeto por el medio ambiente, se ponen en práctica, entonces seguiremos teniendo el placer y la ventaja comparativa de vivir al lado de un Delta. De la decisión de todos depende que así sea.

“El cierre del proyecto es ir a la Convención”, dice Inés Reyna. Allí expondrían el trabajo ante un jurado, además de intercambiar con cientos de jóvenes, también preocupados por el cuidado del medio ambiente. Pero la concreción de esta etapa es dudosa, ya que, si bien la Municipalidad de Tangshan paga el gasto de estadía, “los pasajes en avión los tenemos que pagar nosotros y es algo muy caro”, explica Florencia. Por este motivo, están tratando de conseguir apoyo para financiar el viaje. Quienes quieran premiar el esfuerzo y la dedicación, pueden escribir a inesreynag@yahoo.com.ar

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