El hecho más contundente fue que para sorpresa de muchos, tanto propios como ajenos, la fórmula encabezada por la Presidente Cristina Fernández resultó la gran ganadora con más del 50% de los votos y a una distancia de 38 puntos sobre la segunda fuerza. El segundo lugar, tan codiciado para proclamar al eventual competidor para el 23 de octubre, quedó vacío en medio de una disputa pueril entre Duhalde y Alfonsín. Era el peor escenario posible para una oposición fragmentada y sin proyectos políticos para presentar ante la sociedad.
A medida que se fueron conociendo los resultados, la incertidumbre y el desconcierto fue emergiendo como un fantasma que salía de las baldosas. Parecía que emergía un país distinto, raro, extraño que muchos desconocían, que habían negado o querido ocultar. Esa no era la foto que se ha había anunciado. Habían cambiado la película. La realidad se imponía contradiciendo todos los pronósticos apocalípticos sobre el fin de una era política y el esperado esclarecimiento de una conciencia ciudadana, que despertaría ante el avance de ola fascista que representaba el kirchnerismo, tampoco sucedió.
Contra todos los diagnósticos negativos sobre el rumbo del país, prevaleció la realidad cotidiana de millones de personas que han visto una mejoría concreta en su situación económica-social en los últimos años, y no sólo se trata de los sectores más humildes sino también de la población de los centros urbanos más importante del país hasta incluso en el llamado “voto del campo”. Se podría decir que se trata de un voto conformista y un poco conservador en cuanto a preservar lo que se ha logrado, y más aún cuando en frente no hay proyectos alternativos y superadores al del gobierno nacional. También cabe agregar que en tiempos de bonanza económica, el electorado tiende a volcarse a los oficialismos como se viene demostrando en las elecciones en los distintos distritos.
Por otro lado, el resultado de las PASO demostró que si bien hoy en día los medios ejercen influencia sobre la formación de opinión y en la percepción del electorado, esa influencia queda reducida sensiblemente cuando es mediada por la fuerza de la realidad que se impone a través de los hechos de la vida cotidiana.
El panorama de terror fogoneado desde los grandes medios no logró avasallar la experiencia vivencial de muchos argentinos. En este contexto, resulta interesante observar que en el voto, la pertenencia ideológica y partidaria y la cautividad del electorado pierden cada vez más influencia, y que la gente vota sin preconceptos, en forma cruzada, corta boleta y puede votar a Izquierda Unida para una categoría y a Macri para otra sin sentir ninguna contradicción. Esto le genera un gran desconcierto a los consultores, sociólogos y politólogos. Hay que buscar nuevas referencias para analizar la elección de los ciudadanos. Hay cuestiones que son previsibles pero hay muchas otras que escapan a los marcos teóricos tradicionales. Hay cambios evidentes en la sociedad y en el comportamiento político de los ciudadanos, en esta era de la posmodernidad, que merecen mayor estudio.
Entre los derrotados no sólo están los candidatos que efectivamente se presentaron sino los grandes medios de comunicación que tuvieron un rol más que comprometido en el juego político y no sólo desde su función específica sino que se constituyeron en el espacio que le permitió a la oposición articular estrategias, armar operaciones mediáticas y ser la pista de lanzamiento de las campañas y los discursos. Luego del 14 de agosto, estos medios se desentendieron de la posición asumida y le endilgaron a los candidatos de la oposición toda la carga de la responsabilidad por los paupérrimos resultados. Que deberían haberse unido entre ellos y dejar sus mezquindades de lado, les reprochaban. Autocrítica, cero.
Estas elecciones han significado un fortalecimiento del kirchnerismo que ha sabido recuperarse de sus peores momentos cuando todos creían que llegaba a su fin y, con sus errores y virtudes, ha demostrado que es el único proyecto político nacional que tiene una estrategia de país – buena o mala, que se podrá mejorar o no – y que detenta la hegemonía política. Asimismo, en esa recuperación política resulta interesante observar la contra hegemonía cultural y mediática que diseñó el kirchnerismo para dejar al descubierto y poner en cuestionamiento la mentira sistemática y las operaciones de prensa de los sectores dominantes. Este espacio oficialista, que también tiene sus contradicciones y ciertas exageraciones, no deja de ser una bocanada de aire fresco que con una mirada crítica sobre los medios se acerca más a la verdad.
Y alrededor de la indignación de todos aquellos que ven los intereses descarnados de determinados grupos económicos-mediáticos que quieren dibujar la realidad y manipular la justicia y las instituciones a su antojo, se han aglutinado diversos sectores sociales que se suman a la repolitización que promueve el kirchnerismo y que apuestan a este proyecto político. Viejos militantes peronistas y de otras corrientes, jóvenes que se suman a la política, minorías que luchan por la reivindicación de sus derechos, intelectuales y académicos, artistas y gente de la cultura son sectores que se han vuelto a comprometer con la política y que incentivan la participación y el debate del resto de la sociedad. Esto es muy positivo para el ejercicio democrático de una nación. Por ello, estas elecciones son como una foto que muestran el resultado de un proceso en el que la recuperación de la política como medio para la transformación de la realidad ocupa un lugar central.
Con una oposición desconcertada y en crisis, nada indica que el panorama político varíe demasiado de aquí hasta el 23 de octubre.
A nivel local, el oficialismo arrasó con el 65.66 % de los votos dejando pocas chances a sus opositores para colocar al menos un concejal para las elecciones de octubre, e incluso superó a Scioli por 13 puntos. Este resultado era previsible. La gestión municipal es omnipresente en las áreas que tienen mayor trascendencia para la mayoría de la población y, salvo honrosas excepciones, prácticamente no hay proyectos alternativos que puedan ofrecer una mirada crítica y constructiva a la gestión actual y si existen, a nivel municipal, son muy reducidos los espacios desde los cuales una posición distinta se pueda expresar.
A excepción de Acción Comunal, las aún exiguas cifras del resto de las fuerzas opositoras se obtuvieron más por el arrastre de sus candidatos nacionales que por sus figuras locales. El hincapié puesto en la obra pública y la política social, que son áreas de directo impacto para la sociedad, el contexto de bonanza económica general que llega a todos los rincones y, también, el apoyo dado por una direccionada política comunicacional tanto adentro como hacia fuera del distrito promocionando la marca Tigre junto con la espectacularidad de la presencia municipal en eventos y shows, son algunos de los factores que explican un resultado más que contundente.
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