Una huerta familiar en un espacio pequeño. En recipientes reciclados de variados tamaños, Dina Stasta lleva adelante una experiencia de huerta agroecológica. Algunas recomendaciones y para más información, su canal de youtube Vida Líquida Lab.
En esta época de aislamiento, muchas personas descubrieron las bondades de armar una huertita familiar. Aquel que vive en una casa con fondo; el que tiene patio, terraza o balcón; incluso un ventanal donde da mucha luz. También se puede compartir la huerta con un vecino. Lo fundamental es tener la iniciativa. A empezar!!!
“Tierra, tú, generosa; panal amanecido/ con el sol, con los pájaros que gobiernan tu frente/ y ese plácido asombro que conforma la curva/ plena ya del rumor que acentúa la vida…”.
La huerta nos contacta con la tierra, con los ciclos de la vida, con algo esencial. Por este motivo también es terapéutico hacer una huerta: una pequeña semilla se transforma en una planta que dará flor y luego frutos. Saber esperar que todo el proceso se lleve a cabo es educativo y terapéutico. Nada en la naturaleza es ya, todo tiene un tiempo. Contemplarla nos ceda y nos permite descubrir toda la magia que se encierra en una semilla.
Los huertos en terrazas y balcones también funcionan como un corredor biológico, ya que atraen animales que se desplazan -mariposas, insectos- y allí encuentran refugio, alimento o un espacio para reproducirse y luego continuar su viaje.
Por este motivo son muy importantes los espacios verdes en las ciudades: generan un puente con los espacios silvestres que han quedado divididos por las grandes aglomeraciones urbanas.
Para que nos cuente su experiencia en estos temas y nos dé algunos consejos, consultamos a Dina Stasta, que vive en el Delta, observando y acompañándose con la naturaleza.
Haciendo tierra
Dina sostiene que su experiencia huertera es asimilable a una experiencia urbana, ya que ella utiliza el deck y la terraza de su casa flotante.
Reciclar es parte de su forma de vida: bidones de distintos tamaños y una pileta son los contenedores de su huerta; plásticos y tules la protegen de la helada.
Todos los desechos orgánicos van al compost. Dina utiliza troncos en descomposición, ramas, hojarasca que recoge en la isla. Viviendo en la ciudad, también se pueden recoger hojas que caen de los árboles, ramas; quienes viven en casas, tienen el corte del pasto. Los desechos de frutas y verduras -bien cortaditos- también van al compost. “El abono natural es muy bueno para las plantas”.
Como muchas personas usan fósforos para encender el fuego, Dina recomienda que, con los fósforos usados y algunas ramitas, se haga, con mucho cuidado, una fogatita en algún recipiente tipo olla (separada del suelo por el calor que genera) y “esas cenizas se ponen en la última capa de tierra porque además de nutrirla, sirve para evitar que se apelmace, cumple la función de la perlita”.
El lugar donde se haga la huerta, ya sea en tierra o macetas, debe recibir sol y “ahora que estamos en invierno, hay que controlar que esté cubierto para protegerla del frío intenso. Sobre todo, deben estar protegidas las plantas jóvenes. Y en verano, si da un sol que achicharra, también hay que protegerla”.
En cuanto al tamaño del recipiente, hay que pensar en el tamaño de la planta: si se van a plantar cebollas, rabanitos, zanahorias, se necesita una profundidad de 35 centímetros; si se plantan lechugas, en 30 centímetros de diámetro se pueden plantar dos lechugas y no necesitan tanta profundidad. Algo que ayuda a calcular el espacio que va a ocupar la planta, son los plantines, por eso Dina aconseja hacerlos: “Una vez que salieron las primeras hojitas, se pueden trasplantar. Poner semillas a ciegas no es recomendable porque si brotan muchas, después van a competir por la luz, puede que muchas no sobrevivan”.
La siembra es estacional, por lo cual Dina recomienda ver los calendarios del Inta. Ahora se pueden sembrar arvejas, escarola, acelga. Las cebollas brotadas, se colocan en un recipiente de boca angosta con agua y una vez que larguen raíz, se pasan a tierra. En la página del Inta hay mucha información.
Para empezar el huerto, Dina aconseja las aromáticas: “Romero, salvia, orégano, menta, cedrón. Sirven para la comida, tés, atraen polinizadores. Siempre es aconsejable tener en el huerto aromáticas porque son reguladores de insectos, atraen a los benéficos y repelen a los que no son benéficos”.
“Quiero alimentarte con la tierra acre/ donde coseché ajos, quiero alimentarte de memorias/ surgiendo de los troncos de álamo/ y del humo de piñones/ que se junta en torno a la casa en una noche quieta…”.
Tener un huerto en casa nos permitirá comer sano, iniciarnos en el compostaje, advertir que muchísimas cosas se pueden reciclar y sentarnos entre verdes hojas a leer poesía.
A medida que se van metiendo las manos en la tierra, surgen las ganas de saber más, por lo cual recomendamos el canal de youtube de Dina Stasta.
Por Mónica Carinchi
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