El Observatorio Petrolero Sur organizó un conversatorio sobre hidrógeno verde y los casos de Argentina, Chile y Uruguay. El especialista argentino Pablo Bertinat, la activista chilena Gabriela Garrido y el sindicalista uruguayo Jhony Saldivia expusieron sobre el estado del tema en sus países.
La transición hacia las energías limpias es un tema que está ocupando no sólo a organismos internacionales, sino también a agrupaciones de ciudadanos. Por este motivo, el Observatorio Petrolero Sur realizó un conversatorio sobre hidrógeno verde, a mediados del mes de julio, en el cual participaron Pablo Bertinat -integrante de Taller Ecologista, Argentina- Gabriela Garrido -Panel Ciudadano sobre hidrógeno en Magallanes, Chile- y Jhony Saldivia -secretario general de Agrupación de Funcionarios de Usinas y Transmisiones Eléctricas (AUTE), Uruguay.
En Argentina, ya en 2008, se inició tímidamente la producción de hidrógeno gris; en los últimos años, el anuncio de la empresa australiana Fortescue Future, que prometió una mega inversión en Río Negro, para producir hidrógeno verde, reavivó el interés. Sin embargo, por no haber un marco regulatorio, el proyecto no avanzó. Con la aprobación del RIGI, se creó un marco muy favorable para este tipo de inversiones.
Aunque todavía no se produce hidrógeno verde en nuestro país, los impactos socio-ambientales ya se notan, sobre todo en el acaparamiento de tierras en las provincias patagónicas.
Muchas son las multinacionales interesadas en producir hidrógeno verde en Latinoamérica, con el objetivo de transportarlo al primer mundo, donde se usaría con fines energéticos. Actualmente en el mundo se produce una ínfima cantidad de hidrógeno verde y las consultoras especializadas en el tema están desplazando este concepto hacia el de hidrógeno bajo en emisiones. Este término ya está utilizado en la normativa argentina. ¿Será factible producir hidrógeno verde? ¿Será conveniente económicamente?
¿Un nuevo commodity?
El magister en Sistemas Ambientales Humanos, Pablo Bertinat, especificó que el hidrógeno es un gas muy abundante en el universo y en nuestro planeta se lo encuentra siempre unido a otra cosa, por lo cual, para ser usado como elemento energético, debe ser separado. Si para la separación se utiliza energía fósil, entonces no hay proceso amigable con el ambiente; si se utilizan energías renovables (solar, eólica), entonces sí es verde. El especialista advirtió que, si se utiliza más energía para producir el hidrógeno verde que la que éste puede generar, estamos ante un engaño. Lo mismo ocurre con la utilización de agua de mar que se debe desalinizar y esto consume mucha energía.
El hidrógeno verde se podría utilizar con fines térmicos en las centrales eléctricas y en la industria; en baterías eléctricas para el transporte y también para producir combustibles sintéticos que reemplacen la nafta y el diésel (actualmente derivados del petróleo y de cereales). “El negocio sería producir amoníaco a partir de hidrógeno verde y transportar el amoníaco porque el transporte del hidrógeno tiene varias dificultades”, explicó Bertinat. Pero lo realmente importante sería producirlo aquí y también usarlo aquí para reemplazar el combustible fósil. Sin embargo, “las expectativas de desarrollo local son sólo testimoniales, para justificar el proceso de exportación de este nuevo commodity”.
Como hay proyectos de producción de hidrógeno verde en muchos países latinoamericanos, Pablo Bertinat enfatizó que “nos lleva a competir entre nosotros y eso significa bajos salarios, poco cuidado del ambiente, concesiones económicas”. Lo mejor sería un proceso de integración regional, que por ahora no existe. “Podríamos producir hidrógeno verde en nuestra región para utilizarlo en la industria en lugar de usar combustibles fósiles. Pero tendremos que ver qué lugar ocupará el hidrógeno en la transición energética, porque si tenemos que poner parques eólicos para el hidrógeno y de ahí pasar a la electricidad, no nos conviene. Conviene directamente usar la electricidad generada por los parques eólicos”.
Como es su costumbre, Bertinat remarcó: “El Estado está capturado por un loby petrolero-gasífero que son los que determinan los escenarios energéticos, las leyes de incentivo y se llevan la mayor parte de los subsidios estatales”. Por esto, abogó por un sistema energético desconcentrado, desmercantilizado, desfosilizado, en el cual “la energía tiene que ver con la lógica de derechos”.
Escasa participación ciudadana
Gabriela Garrido, representante de la región de Magallanes, Chile, señaló que fue Sebastián Piñera quien inició la estrategia nacional de hidrógeno verde y el actual presidente Gabriel Boric la tomó como una política de Estado. “En su promesa de campaña, Boric dijo que el suyo sería el primer gobierno ecológico de Chile, pero eso se ha ido diluyendo en el tiempo”, dijo Garrido, ya que se continúa “con el mismo modelo extractivista de siempre”.
Todas las acciones relacionadas con el fortalecimiento de esta industria tienen garantías económicas para “entregar certidumbre a la inversión” (¿te resulta familiar el argumento?); la publicidad que el gobierno hace “apunta a la generación de empleo” (otro argumento usado y abusado), pero carece “de información anticipada a la comunidad para la toma de decisiones”.
Aparentemente, Chile se prepara para ser el mayor productor de hidrógeno del mundo y, también, “el más barato”. Pero los ciudadanos organizados de Magallanes han solicitado formalmente la suspensión de la instalación de esta industria “hasta tener información clave, como los impactos que generará en los ecosistemas, cómo se resguardan los pactos de compromiso de democracia y justicia ambiental y cuáles son los usos, a nivel local, de esta producción energética”. Por ahora, lo que se sabe es que la producción de hidrógeno está netamente enfocada a la exportación.
No a la privatización
El dirigente sindical uruguayo, Jhony Saldivia, expresó que “la aparición de la energía eólica se dio como un proceso privatizador de la empresa pública de energía” y que podría pasar lo mismo con el hidrógeno verde. “Estos proyectos vienen del norte global a aplicarse en nuestra región”, sostuvo.
Saldivia informó que ya existen dos proyectos en Uruguay: uno sobre el río Uruguay (río compartido con Argentina) y otro en el pueblo de Tambores, impactando sobre el acuífero Guaraní. También recordó que, hace unos pocos años, los montevideanos sufrieron escasez de agua potable.
El expositor destacó que las empresas extranjeras aseguran que es bueno invertir en su país por “la estabilidad política, por la gran cantidad de industrias de energía renovable instaladas y por un marco regulatorio que les garantiza su instalación”. Finalizó subrayando que UATE está en contra del modelo actual de negocio de la energía renovable porque implica su privatización.
Por Mónica Carinchi
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