El charango tiene su luthier: Héctor Coro
Según dicen los estudiosos, en América precolombina casi no existían instrumentos basados en cuerdas. Pero, a partir de la invasión de los europeos, el contacto con cordófonos foráneos dio origen a instrumentos que hoy son parte de la expresión folclórica de los pueblos originarios. Esto sucedió con el charango, que tiene su antecedente en la vihuela de mano, muy difundida en la España del siglo XVI y hoy desaparecida.
Es así que muchos luthiers han ido transformando caparazones de mulitas y, en la actualidad, trozos de madera en charangos a lo largo de toda la zona andina. Y aquí, en Tigre, la familia Coro – instalada desde 1978 – continúa el oficio de sus antecesores: “pertenezco a la quinta generación de luthiers. El primer luthier de los Coro fue alemán, él trajo esta cultura de luthería a América. El oficio fue pasando de generación en generación y ahora está empezando la sexta generación porque un sobrino ya está trabajando en nuestro taller”, dijo Héctor Coro, un jujeño que lleva 43 años entre gubias y maderas.
“Desde niño estuve relacionado con el oficio, porque veía a mi papá y lo ayudaba a raspar, a lijar, a pulir, a poner cuerdas. Mi mamá también trabajó a la par de mi papá. Toda la familia colaboraba”.
Si bien originalmente este instrumento se hacía con caparazones de armadillos, desde hace años se utilizan distintas maderas para su fabricación. “El charango de mulita tiene un sonido especial, es más dulce que la madera. Pero ahora ya no se hacen. Cuando alguno encuentra un caparazón porque el animal se murió, me lo trae y yo le hago el charango” y Héctor aprovechó para comentar que la mulita está protegida por ley porque “es un animalito que no es dañino”.
“Los músicos más antiguos conservan sus charanguitos de mulita. Hay mucha gente que todavía tiene instrumentos de mi papá que se mantienen derechitos, porque a los charangos de mulita o peludo los días húmedos hay que protegerlos porque se aflojan y se arquean”, explicó el luthier.
Las maderas del charango
Cada vez que le encargan un charango, Héctor pregunta “para qué lo necesitan o qué sonido quisieran, así se sabe qué combinaciones de madera hacer, porque van variando según las afinaciones. Si quieren un charango agudo para hacer punteo, se logra con una madera; si quieren mucho cuerpo, un vozarrón, un sonido grave, se trabaja otra madera. Esta es la ventaja del charango de madera”, remarcó. Es decir que además de tener más durabilidad ya que no se vence con la humedad, se pueden conseguir diversas sonoridades.
Algunas maderas utilizadas son el pino amarillo, cedro misionero, algarrobo, nogal, quebracho, “también el jacarandá de distintas regiones, el de Bolivia es el más ordinario, el mejor es de la India. Son maderas difíciles de conseguir, igual que el ébano. Hay que tener cuidado porque algunos tiñen la madera para imitar el ébano y el que no conoce…” y la frase quedó en suspenso para que la complete el lector.
“Lo mismo pasa con los pinos, a la vista son todos iguales, pero al ser de diferentes regiones tienen características distintas. El luthier sabe de qué origen son por la veta, por el color, aroma, peso. El alerce era muy bueno, pero hace unos años hubo un incendio muy grande en el sur y ahora no se consigue, es una lástima porque emite un sonido especial”.
Especiales deben ser las manos que cortan la madera y le van dando forma, “hay que saber vaciarla para que no se raje. Hay que buscar las herramientas adecuadas, respetar medidas. Mientras se va armando el instrumento, para sacarse las dudas, se da un golpecito en la madera porque va indicando si la cosa va bien. Al trozo de madera le estamos dando vida, uno le enseña a hablar al instrumento y cuando está terminado, al sonar las cuerdas, el charango canta todo lo que uno le enseñó”.
“Jaime Torres tiene una colección muy grande de charangos. Fueron hechos por su padre y su tío. Ahora me pidió que le arme uno porque los suyos no tienen el sonido de nuestros charangos. No es que los nuestros sean mejores, son distintos. Como estamos con Jaime en permanente contacto, fue tocando nuestros charangos y se quedó enamorado del sonido, entonces nos hizo el pedido. Vamos a hacerle un trabajito especial, porque él lo quiere con un tallado, algo diferente a lo que habitualmente se ve en la calle”.
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