El patriarcado es una construcción social que está en crisis. El Observatorio de Políticas Públicas Tigre realizó el 1° Foro sobre Perspectivas de Género para debatir públicamente y articular propuestas sobre un tema que preocupa a toda la sociedad y atraviesa todos los ámbitos de la vida. Expusieron profesionales de distintas disciplinas. Un aspecto recurrente: aunque hay leyes, su cumplimiento es insatisfactorio.
Con el objetivo de fortalecer las acciones del Estado para que sus políticas públicas respondan a las necesidades de los sectores más vulnerados, se conformó el Observatorio de Políticas Públicas Tigre, integrado por profesionales de diversas disciplinas y vecinos interesados en el tema, que aportan al debate desde sus experiencias y realidades.
Aunque estamos viviendo una etapa en que las élites económicas se han adueñado de las decisiones que afectan a millones de personas y los sistemas educativos, los medios de difusión, el servicio de justicia, las fuerzas de seguridad actúan como sus custodios, el Observatorio de Políticas Públicas Tigre está convencido de que el Estado no puede desertar de su rol. Por esto Bruno Baretto, uno de sus integrantes, sostuvo que “lo que vivimos es la ficcionalización de las democracias, por eso surgen observatorios, consejos, mesas de debate, porque la sociedad civil necesita expresarse e ir hacia una democracia participativa”. En esta dirección, Baretto fue coordinador del 1° Foro sobre Perspectivas de Género en las Políticas Públicas, organizado en el marco del Observatorio, el 24 de mayo, en la Sala Aparecidas, de Pacheco.
En el Foro se trató la problemática de género en distintas esferas, por lo cual queda en evidencia la necesidad de incluir transversalmente la perspectiva de género en las políticas públicas, en espacios educativos, judiciales y políticos.
Leyes de dudosa aplicación
Teresita García Bazán, politóloga, realizó una pregunta inquietante: “¿Son acertadas las políticas de género?”.
Enlazó su pregunta a datos precisos: en nuestro país existe una normativa muy bien evaluada a nivel internacional, pero su aplicación es insatisfactoria. O sea que la realidad dista un largo trecho de las leyes escritas.
“Si se dictan leyes copiando otras internacionales, terminan en letra muerta. Hay que mirar hacia adentro, atento a las necesidades de cada comunidad”, sostuvo García Bazán.
Machismo: construcción social
El antropólogo Sebastián Di Marco comentó que la violencia machista se exacerba con el modelo de producción/reproducción capitalista que relega a la mujer a las tareas domésticas y al hombre lo obliga a realizar los trabajos más esforzados. “Esto lo naturalizamos”, sentenció e invitó a deconstruir categorías sociales como la propiedad privada, el hombre como eje central de la formación económica o la debilidad de la mujer.
“La violencia machista no es algo natural, es una construcción social, histórica y económica”, expresó.
Trabajar por amor
La economista Silvia Juncos estableció la diferencia entre empleo y trabajo. Mientras el primero está determinado por una relación formal, el segundo es toda aquella forma de ganarse la vida informalmente y todo lo que se realiza sin recibir una retribución a cambio. En este último caso, todas las tareas que hace una mujer en el hogar, son trabajo: cuidar a los niños, a los enfermos, a los ancianos, organizar el hogar. “Dicen que lo hace por amor, lo llamativo es que siempre lo hace la mujer”.
Todo lo que actualmente se denomina economía del cuidado está en manos de mujeres. “Todo eso que se supone un acto de amor, es trabajo no pago. Es muy difícil contabilizar este trabajo”.
Admitiendo que la mujer tiene más empatía con la economía del cuidado, la economista propuso “ofrecerle puestos laborales donde pueda impactar en ese aspecto”. Si bien hay mujeres que llegan a cargos públicos o privados de relevancia, los que deciden, son los hombres. “Las mujeres tienen límites para ascender profesionalmente por el hecho de ser mujer”.
Ley de violencia familiar
A Bruno Baretto, abogado penalista, le tocó tratar algunos aspectos de la ley provincial 12.569 de violencia familiar y especialmente su aplicación en el distrito de Tigre, donde existe el Área de Fortalecimiento Familiar que asiste tanto a la mujer víctima de violencia como al violento. Además, en el mes de mayo, se inauguró una Casa de Abrigo para albergar mujeres y niños en situación de vulnerabilidad.
Dado que son cada vez más las mujeres que piden ayuda, Bruno sugirió que todos los empleados públicos deberían estar capacitados en temas de género y fundamentalmente quienes trabajan en comisarías y fiscalías.
Las denuncias por violencia de género se hacen en comisarías; si es en la comisaría de la mujer, mucho mejor. También se hacen en fiscalías. Puede hacerla la misma mujer o familiares, vecinos, amigos.
“En general las comisarías son lugares hostiles, con personal poco calificado. Con la denuncia policial se va a los juzgados de familia que están en Cazón y Solís, donde es probable que se tenga que esperar varias horas”, explicó Bruno.
Juzgados y hospitales son lugares que tristemente se caracterizan por el maltrato, ya que perder horas de vida allí, esperando, es un maltrato efectuado sobre personas que están padeciendo un sufrimiento psicológico y, quizás, dolores físicos.
En cuanto a las medidas tomadas por el juez, a veces son impracticables o simplemente irrisorias: no perturbarse mutuamente, una perimetral, exclusión del violento del hogar. Obviamente, se debe seguir trabajando para que las normas se adecuen a la realidad de las personas más vulneradas, ya que en muchas ocasiones las familias viven en hogares muy precarios que pueden ser fácilmente forzados por el victimario.
En el colegio: la ESI
Carolina de la Fuente, profesora de biología, con una experiencia que va desde colegios al que concurren adolescentes de sectores de alto poder adquisitivo hasta un bachillerato popular, contó su tránsito por la educación sexual que fue de lo biologicista a lo judicializante hasta que llegó al conocimiento de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), sancionada en 2006.
“Me presento como militante de la ESI”, dijo la profe que, además de contar experiencias que la motivan a seguir por ese camino, presentó un trabajo realizado por estudiantes del colegio Antonio Berni, de Pacheco, sobre canciones de reguetón, bolero, cumbia, en el cual se puede apreciar el contenido machista de letras que han alcanzado una popularidad que, es esperable, comience a descender.
Jerarquías en crisis
La Dra. Irene Meller, especialista en psicoanálisis y género, puntualizó: “En nuestra especie ha ocurrido que una diferencia biológica propia de la especie, que se caracteriza por la reproducción sexual, ha dado lugar a una jerarquía. Entonces, una de las primeras cosas que se inventó es que los hombres son superiores a las mujeres; luego surgieron jerarquías entre los mismos hombres, unos dominantes y otros dominados. En este momento, la idea de las jerarquías que organizan el cuerpo social, está en crisis. El patriarcado, régimen de dominación social masculino, está en crisis”.
Tan cierto es esto como el canto que se ha instalado en todas las marchas convocadas por el movimiento feminista: “Se va a caer, se va a caer, el patriarcado se va a caer”.
La especialista señaló que uno de los aspectos más importantes dentro de las políticas públicas tendientes a lograr que las mujeres sean ciudadanas plenas, o sea la democratización en las relaciones de género, pasa por la conciliación entre trabajo y familia. “En una sociedad capitalista, el trabajo da dinero y el dinero da poder. Y si la mujer no tiene recursos propios, está sometida a la violencia, al abuso, tiene que soportar humillaciones al interior del hogar, en muchos casos hace la vista gorda a las infidelidades masculinas. Lo importante para que las mujeres accedan a mayor poder y puedan lograr la democratización de las familias y luego la participación democrática, es que las mujeres trabajen”.
¿Cómo se logra que las mujeres trabajen en mejores condiciones? “Conciliando trabajo con familia”, dijo Irene, “y para esto se debe lograr la participación masculina en el ámbito privado”. O sea que los hombres trabajen en el hogar igual que las mujeres.
Y continuó: “También es fundamental que el mercado de trabajo se adecue a que las personas tienen familias porque la oferta laboral existente está hecha sobre un modelo: el trabajador adulto casado que tiene una esposa que cuida hijos y hace todas las tareas del hogar. Pero cuando las mujeres entran al mercado laboral, no tienen un esposo que haga lo mismo que ellas, porque él no se ocupa del hogar. Entonces la oferta laboral debe incluir jornadas de trabajo más reducidas, compatibles con las jornadas escolares para que sea posible dejar a los hijos en las escuelas e ir a trabajar. Y también jornadas flexibles, no sólo para mujeres, sino también para hombres”.
Otro tema que tocó la especialista es la gran cantidad de hijos en los sectores más vulnerados: “Es muy importante regular la fecundidad femenina porque las mujeres que tienen muchos hijos quedan amarradas a esos niños”. Tener pocos hijos es importante por la salud de las madres y de los niños y también para habilitar el ingreso de las mujeres al mercado laboral en los sectores excluidos. “Para esto es muy importante tener acceso a la anticoncepción”, por este motivo, Irene Meller concluyó: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.
Por Mónica Carinchi
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