Audiencia Pública por el barrio Santa Ana, convocada a destiempo.La empresa Eidico fue representada por 3 expositores que no agregaron información a lo ya expuesto en los informes de impacto ambiental. Reconocidos ambientalistas locales informaron sobre el exceso de incorrecciones cometidas por Eidico. Los vecinos alertaron sobre la inseguridad ambiental a que están expuestos por la multiplicación de barrios cerrados. El concejal Javier Parbs y el subsecretario Federico Ugo plantearon: los negocios son posibles respetando las normas y leyes municipales.
Una vez más, el Museo de la Reconquista fue sede de una Audiencia Pública donde se trató un tema primordial para los ciudadanos: el uso del suelo.
Lamentablemente, el uso, transformación y ocupación del territorio por parte de empresarios inmobiliarios se ha transformado en un abuso, no sólo de la naturaleza, sino también de la paciencia de los vecinos de Tigre, que se convirtieron en expertos en conceptos como humedales, servicios ecosistémicos, impacto acumulativo y, asimismo, en reclamar el derecho que los asiste: vivir dignamente en el lugar donde nacieron o eligieron, preservados de posibles desastres ambientales.
El 16 de mayo, vecinos de distintas localidades del distrito se hicieron presentes en la Audiencia no vinculante para manifestarse sobre la construcción del barrio privado Santa Ana, en el predio históricamente conocido como La Bellaca.
Referentes políticos y ambientalistas de otros distritos también hicieron escuchar su palabra; una vecina de Rincón, sentada en última fila, dijo a la señora que tenía al lado: “Yo vine porque nosotros también nos inundamos por los barrios cerrados, pero nosotros nos dormimos. Estos vecinos luchan más”. Esta declaración, dicha casi en un susurro, condensa el problema que instalaron las urbanizaciones cerradas, sobreelevadas, selectivas, excluyentes: hacia adentro, los privilegiados viven exentos de situaciones indeseables; hacia afuera, las poblaciones pre-existentes están expuestas a todo tipo de contingencias, que se van potenciando a causa de la multiplicación de estos barrios.
Mario Zamora, en representación del Municipio de Tigre, especificó que, si bien la Audiencia Pública no es vinculante, las exposiciones avaladas en conocimientos científicos serían tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones. Si consideramos que el concejal Javier Parbs y el subsecretario de Hábitat, Federico Ugo, coincidieron en un punto: los empresarios pueden hacer negocios cumpliendo las normas y leyes del distrito, podríamos suponer que nuevos aires comienzan a soplar.
A Dios rogando…
Defendiendo el modelo constructivo del barrio Santa Ana, se escucharon 3 expositores que reiteraron oralmente todo lo volcado por escrito en los informes, emitidos por ellos, de impacto ambiental.
Para congraciarse con los funcionarios municipales, alardearon sobre los miles de dólares que invertirían y la cantidad de puestos de trabajo que generaría la obra. Se podría decir que el tiro les salió por la culata: en una pregunta retórica, Lucas Redondo – vecino de La Ñata – instaló el tema del trabajo en negro, de la sobre-explotación de los obreros, de la evasión fiscal.
Es de destacar que la firma Serman, contratada por Eidico para realizar el informe de impacto ambiental, no quedó bien parada: un referente ambientalista destacó que Serman realizó el plan de Manejo de Obras Hidráulicas de la Cuenca del Luján, solicitado por la provincia de Buenos Aires. O sea que la consultora Serman se encuentra en los dos lados del mostrador.
¿Qué aportan?
La primera exposición a favor de la clausura definitiva del barrio Santa Ana estuvo a cargo de Martín Nunziata, quien destacó que este caso es un calco de emprendimientos anteriores: se llega a la Audiencia Pública con los hechos consumados. “El trámite iniciado por Eidico es de junio de 2015, por lo tanto la Audiencia Pública se hubiera tenido que convocar en aquel momento, ya que las leyes establecen su realización antes del movimiento de suelos”.
Ateniéndose a esto, Nunziata y otros expositores destacaron la ilegalidad de todo lo actuado por Eidico, así como la absurdidad de la Audiencia Pública: el predio ya fue irremediablemente transformado.
No sólo la naturaleza está alterada, la trama social del partido de Tigre también se vio afectada por la construcción de barrios cerrados a partir de la década del 90: de este a oeste, una franja de barrios cerrados interfieren el tránsito de los vecinos tigrenses. “Las barreras físicas que ellos mismos establecen no permiten el intercambio ni el diálogo entre nuevos y viejos (vecinos)”.
¿Qué aportan los barrios cerrados al distrito? Exclusión, fragmentación social, pérdida de soberanía. Alentando un necesario cambio, Martín Nunziata concluyó: “Leyes y normas existentes le permiten al Municipio de Tigre detener esta forma constructiva que atenta contra la vida”.
Demasiada profundidad
Mostrando imágenes satelitales, Fernando del Giúdice explicó que Eidico cometió falsedad de documento público en sus informes de impacto ambiental, ya que nunca informó sobre el avance de obra que realizó sin tener los permisos necesarios. “El satélite no miente”.
Incorporó un dato muy útil y preocupante: “Una laguna no tiene más de 5 metros de profundidad. El socavón excavado por Eidico tiene 54 metros. Las manchas verdes que se ven en la foto, indican que llegaron al fondo marino, contaminando los acuíferos de agua dulce, lo que se agrava porque había residuos de obra”. Información que se puede trasladar a todos los barrios cerrados que también han hecho “lagunas” para usar el refulado como relleno.
Aplastamiento de la tierra, destrucción del bosque nativo, desaparición de la fauna silvestre, contaminación de aguas subterráneas, relleno de canales: “Todas estas barbaridades se han cometido porque Eidico nunca pensó que habría audiencia pública”.
Empresarios truchos
Además de concejal, Javier Parbs es integrante de la Asamblea de La Ñata-Dique Luján, ya que vive en esta última localidad. Por esto sabe lo preocupante que es un zanjón rellenado y reclamó, en consecuencia, que Eidico ponga sus palas a trabajar y devuelvan zanjas y canales que hicieron desaparecer.
“Es momento de poner un freno. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar las injusticias? Algunos dirán que vamos a quedar mal con la gente que compró de buena fe, pero también estamos quedando mal con la gente que vive desde hace décadas en Tigre y también compró su casa de buena fe”, expresó el concejal que recomendó a todos que “empecemos a cuestionar a los empresarios truchos”, cuyas caras nunca aparecen ante una cámara de televisión. “Si quieren invertir su plata aquí, que lo hagan con nuestras reglas”.
Los aplausos estallaron y alguien lanzó “¿dónde está O’Reilly?”, presidente de la empresa inmobiliaria Eidico, que ha construido todos los barrios privados con nombres de Santos que hay en Tigre y pretende continuar con Santa Ana, motivo de la Audiencia Pública.
Por último, Javier Parbs remarcó una de las tantas injusticias que soportan los vecinos de La Ñata: “Santa Ana ya tiene agua y todavía no está habitado y los vecinos que viven en las calles Isla Verde y El Faro hace años que están pidiendo el agua y ven pasar el caño por la ruta, pero para ellos no hay agua”.
Basta de santos
El vecino Lucas Redondo sacó a relucir un tema muy querido por un ex intendente: la seguridad en Tigre. “Éste es un Municipio que se jacta de ser muy seguro, pero nosotros vivimos en una inseguridad ambiental y estos emprendimientos inmobiliarios son los que provocan esa inseguridad”.
Detalló parte de esa inseguridad: Santa Ana hizo un terraplén de más de 2 metros que llega al borde de la ruta, es decir que se comió la banquina, por lo tanto los vecinos deben circular por el mismo lugar que circulan los autos; la curva frente a la entrada del ACA se transformó en una trampa mortal; desaparecieron la zanja perimetral de la ruta, lo que demorará el escurrimiento del agua de crecidas y/o lluvias copiosas.
Para ejemplificar el destrato habitual de los barrios cerrados, contó: “De la puerta de San Isidro Labrador sobre Solís, salen todos los trabajadores de ese barrio y no tienen una paradita de colectivo, se mojan, se mueren de frío. Le reclamamos la parada desde hace años! Quisieron alambrar el canal que está al costadito del barrio, adueñándoselo, diciendo que iría gente a pescar y le provocarían un perjuicio al barrio. Son un mamarracho!!”.
Es evidente que la convivencia con los que viven encerrados es muy complicada.
Lucas manifestó que todos los que quieran venir a vivir a Tigre son bienvenidos, pero “se tienen que mojar las patas, porque los señores de Eidico no se quieren mojar las patas y quieren que nosotros nos mojemos hasta el cogote”.
Para finalizar, Lucas fue explícito: “No es que estamos en desacuerdo con Santa Ana, estamos en desacuerdo con todos los santos que nos rodean. Por eso le pido al Municipio que ponga punto final a este tipo de negocios inmobiliarios. Santa Ana clausurado”.
Falsa dicotomía
Juan Crotti, representante, en Tigre, del Defensor del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, retomó el tema puestos de trabajo: “Nos llevan a una falsa dicotomía, porque no es necesario destruir el ambiente para generar trabajo”.
El joven Crotti sostuvo que el crecimiento debe ser ambientalmente amigable, acompañado de infraestructura para todos y que entre todos, Estado y sociedad civil, se debe pensar en la ciudad futura.
Nunca más
Araceli López vive en La Ñata hace ya 20 años, cuando llegó “no había luz, ni agua y los accesos eran imposibles”, pero llegaba corrida por las inundaciones de Rincón y La Ñata le ofrecía naturaleza.
Conoció el predio La Bellaca y lo recorrió casi religiosamente: “Era como un museo viviente para nosotros. Me dolió el alma cuando destruyeron los montes. Por eso yo reclamo por su fauna y por su flora, reclamo por sus zanjones tapados”.
Como la historia del barrio Santa Ana viene concatenada con los barrios construidos anteriormente, Araceli explicó: “En el 2000, San Isidro Labrador hizo un terraplén y ahora nos estamos enterando que, por aquellos años, taparon el canal Benavídez. ¿Cuándo desafectaron el canal Benavídez?”. La fecha de permiso para que Eidico tape el canal no ha sido encontrada en ningún documento oficial.
“El canal Benavídez era un cauce de agua natural, hoy es una calle no abierta, inviable, está en una curva peligrosa. No sé qué plan tienen para esa calle, pero hay una escuela, hay gente viviendo allí”, dijo en tono preocupante.
Araceli recordó que, en 2014, hubo una marea importante y comenzaron a pensar que algo grave podía pasar: “El canal Benavídez ya estaba tapado, el río bajó y el agua no corrió, se quedó en la casa de los vecinos pre-existentes. Una semana con el agua al techo, sin luz, sin agua para beber. Que taparan un canal, nos afectó; que destruyan el humedal, nos afectará”.
Como vecina pre-existente, como damnificada por todos los barrios construidos por Eidico, Araceli reclamó: “Hoy los funcionarios tendrán una oportunidad para reconocer y reparar los errores del pasado. Sean responsables de los permisos que dan. No destruyan los humedales continentales nunca más”.
Un posible Katrina
Diego Ríos, conocido geógrafo que ha estudiado en profundidad los efectos de las urbanizaciones cerradas, planteó: “El llamado Nuevo Tigre es probable que se refleje en el desastre de Nueva Orleans con el huracán Katrina. Sólo falta que el sudeste sople fuerte y lluevan 400 milímetros como en La Plata”.
Derechos específicos
En relación a la problemática indígena, Pablo Badano, integrante de la Comunidad Indígena Punta Querandí, reivindicó el nombre La Bellaca para el predio que Eidico pretende denominar Santa Ana. Mencionó las acciones realizadas por representantes de distintos pueblos originarios no sólo para preservar los sitios arqueológicos, sino también para apartar al arqueólogo Loponte, contratado por Eidico, que ya había mostrado parcialidad en sus informes, por supuesto a favor de la empresa. Informó sobre los derechos específicos que tienen las comunidades indígenas, que deben ser consultadas sobre casos como el analizado.
Ya basta
Santa Ana es uno más de los tantos barrios cerrados construidos sobre los humedales continentales del río Luján, específicamente en Tigre, que tiene más del 50% de su territorio bajo esta forma de urbanización.
Construir barrios en contra de las normativas y sin permisos definitorios de ninguna autoridad competente; arrasar con la naturaleza para después instalar una ficcionalización vendida como “crecimiento posible con trabajo, determinación y voluntad común”; desconocer, destratar e incluso menospreciar a los vecinos y vecinas pre-existentes, son todos hechos a los que nos tienen acostumbrados las empresas inmobiliarias.
Vecinos, legisladores, funcionarios municipales lo dijeron: si quieren hacer negocios, los empresarios inmobiliarios deberán respetar las normas y leyes nacionales, provinciales y municipales.
Los ciudadanos se despertaron y la tierra tiembla.
Por Mónica Carinchi
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