Análisis
Cuando una persona se encuentra aquejada de un malestar, sea éste físico, psíquico o de otra índole, lo habitual es que se dirija a un profesional de la salud.
El que consulta relata el síntoma: displacer, dolor, una preocupación, algo que en él no está bien y que no se sabe a qué se debe, o si lo sabe no sabe controlarlo, no conoce la manera de resolverlo.
En la mayoría de los casos estos trastornos pasan desapercibidos, inadvertidos o no se tratan correctamente lo cual condena al paciente, en el mejor de los casos, a alivios pasajeros, a la repetición del síntoma en el tiempo y, en general, a la cronificación de las dificultades, a veces hasta con resignación, sin que los problemas sean verdaderamente resueltos.
Desde el psicoanálisis sabemos que las cuestiones aparecen implicadas, de una u otra manera, en más del sesenta por ciento de los motivos de consulta. Por un lado afectando en el campo del psiquismo a través de las emociones, angustia, fobias y, por otro lado, indirectamente, haciendo síntomas en el cuerpo: palpitaciones, infarto, asma, úlcera o dificultades en la vida de relación: problemas laborales, familiares, etc.
Estos síntomas nos dicen de los efectos que las distintas psicopatologías pueden producir sin que la persona aquejada sea consciente de ellas, aunque sí lo sea a través de sus síntomas visibles. Por ello, dado el modo singular de expresión de la vida psíquica, cuando aparece un malestar repetido, sea éste atribuible a causas físicas, psíquicas o de relación, está indicado realizar una consulta con un psicoanalista para establecer hasta qué punto el psiquismo está implicado en ese malestar.
Por medio de una conversación cualificada y sabiendo escuchar el relato que trae el paciente, se va develando el sentido del síntoma, las claves, las tramas de relaciones conscientes e inconscientes que han llevado la vida del paciente a esa posición de sufrimiento.
Hay que entender que en torno a esto existe el llamado «beneficio secundario» de la enfermedad, es decir, esa serie de privilegios que por padecer tenemos y que, muchas veces, hace que deseemos-inconscientemente-continuar enfermos para no perder esos privilegios. Hay casos donde se da más valor a estos privilegios que a la misma enfermedad.
Es la técnica de atención psicoanalítica que facilita un acceso al mundo inconsciente, con una solución del enigma y su aceptación por el paciente, los estados patológicos quedan incapacitados para subsistir. Y aquí es interesante destacar que no existe el autoanálisis, pues nadie se puede psicoanalizar por sí mismo, ni tampoco hablando con cualquiera, porque se trata de operar sobre procesos inconscientes que, justamente, por ser inconscientes y ajenos a la voluntad, no son accesibles para la misma persona, ni tampoco para quienes no poseen una formación psicoanalítica, un conocimiento fundamentado de la vida psíquica.
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