“Lo que pretendo es que se haga justicia”

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Los secuestrados de Ford y el rol del poder económico en el Terrorismo de Estado. Luis María Degiusti fue uno de los 25 trabajadores secuestrados (20 delegados y cinco militantes gremiales) de la Ford Motor Argentina durante la dictadura. Era delegado del comedor cuando el mismo 24 de marzo de 1976 fue detenido en su lugar de trabajo, y llevado junto a Jorge Constanzo, otro delegado, a los quinchos del campo de deportes donde fueron torturados. Ese mismo día fueron llevados a la Comisaría de Tigre Primera, ubicada en Bourdieu y Cazón, en la que permanecieron una semana bajo palizas y torturas. Posteriormente fueron trasladados a la cárcel de Devoto donde estuvieron seis meses y pasaron luego a la Unidad Penal Nº 9 de La Plata desde la que fueron dejados en libertad a los tres meses. Después de 38 años, Degiusti espera que se haga justicia y que se condene a los ex directivos de Ford por su activa participación en los secuestros. El juicio oral por la causa Ford se inicia próximamente.

 

        ¿Usted era delegado del comedor de Ford cuando fue secuestrado? – “Sí, en el comedor éramos tres delegados que representábamos a casi 400 trabajadores. En el comedor de Ford nunca había habido un cuerpo de delegados, ningún sindicato, nada. Nosotros fuimos los precursores de afiliar a todo el personal y se pasó de ganar, por ejemplo, un sueldo mínimo, en el caso del que barría, a ganar más del doble”.

        ¿Qué otras reivindicaciones fueron logrando? – “No había buenas condiciones de trabajo, por ejemplo, no teníamos camperas para el frío. Estamos hablando de hace treinta y pico, cuarenta años de trabajo. Logramos camperas para el frío para entrar a la cámara, botas y guantes, las cosas mínimas. En otros lados cumplían la ley pero nosotros en el comedor no teníamos ningún derecho. Éramos el patio trasero. En el último convenio habíamos logrado “el día femenino” para las señoras que estaban trabajando. También conseguimos la guardería. Vos mandabas al chico a la guardería y ellos te reintegraban el dinero”.

        ¿Había más delegados en el comedor? – “Éramos más pero habían renunciado y quedamos tres hasta que se produjo el golpe (de Estado) y los tres fuimos presos. Yo y Jorge Constanzo primero, y al mes y medio detuvieron a Luciano Bocco que era de la administración del comedor de adelante, donde comían los gerentes. Mirá lo que habremos logrado que los tres fuimos presos. Y pasaron más de 25 años y nunca más hubo actividad gremial. Nunca más les subieron los sueldos a los gastronómicos. Concesionaron nuevamente y a ese concesionario lo hicieron figurar como que se fue, y vino otro que también era de Ford pero ya con otros sueldos. Volvieron a los sueldos anteriores”.

 

“¡Así que ustedes son los machitos que defienden a las mujeres…!” nos decían mientras nos torturaban

        ¿Cómo se produjo su secuestro? – “Me secuestran a mí y a Jorge Constanzo en el mismo momento. A las siete de la tarde en el lugar de trabajo. Nos llaman por “Luis” y por “Jorge”. Salimos a la puerta y dos de civil estaban ahí, y nos preguntan “¿Luis y Jorge?”, “sí”, dijimos. “Están detenidos”, respondieron. “¿Cómo que estamos detenidos?” Y ahí baja un uniformado de un vehículo, con armas largas. Nos meten adentro de un Falcon, nos vendan los ojos con nuestras camisas y nos tiran al piso del auto. Nos pasean por adentro de la planta y después nos llevan a los quinchos, que eran del campo de deportes”.

        Los famosos quinchos de Ford – “Sí, ahí nos atan las manos con alambre de fardo, nos pegan y nos torturan. “!Así que ustedes son los machitos que defienden a las mujeres…!” nos decían mientras nos torturaban Porque hacía poquito tiempo habíamos logrado “el día femenino” y la guardería infantil para las señoras que iban a trabajar y tenían hijos chiquitos”.

 

“Nos reciben a golpes y nos torturan… (en la Comisaría de Tigre 1ra)

        ¿Cuánto tiempo los tuvieron en el quincho? – “Estuvimos aproximadamente… no sé… uno no recuerda en ese momento de conmoción y de nerviosismo y con los golpes… tres, cuatro, cinco horas… y después de ahí nos trasladan, en ese mismo vehículo, a la parte de atrás de Terrabusi. Era todo descampado, había mucho baldío, oscuro… Nos hacen un simulacro de fusilamiento y después nos trasladan en una camioneta de la Policía a la Comisaría de Tigre (Tigre Primera). Nos reciben a golpes y nos torturan. Apenas bajamos de la camioneta, nosotros estábamos vendados con nuestras camisas, y nos hacían pasar por las escaleras y ahí nos cagaron a patadas. Eso ya era de madrugada y nos ponen en unos receptáculos muy pequeños, abajo de la escalera. La puerta tendría 50 x 60, era un cuadradito. Nos meten ahí abajo. Era un lugar muy pequeño para nosotros dos, y nos tienen ahí 36 horas, más o menos. Después como a las cuatro de la mañana, a las tres o cuatro horas de estar ahí, lo traen a Marcelino Reposi, que era delegado de la planta de estampados. ¡Qué contrariedad para nosotros! Nos pusimos contentos porque por lo menos había uno más”.

        ¿Cuántos días estuvieron en la Comisaría de Tigre Primera? – “Estuvimos dos días abajo de la escalera, en un lugar que lo usarían para depósito. Imagínese que las necesidades había que hacerlas ahí, porque no había otro lugar, no nos sacaban. Y cuando nos sacaron de ese lugar nos llevaron a una celda en la misma comisaría donde estuvimos cuatro, cinco días más, y después nos trasladan al Penal de Devoto”.

        ¿Ustedes no sabían todavía lo que estaba pasando? – “La gente ahora piensa que nosotros sabíamos lo que iba a pasar en el país. Esto era algo nuevo. Era el primer día de lo que se implementó en nosotros. Habíamos escuchado algunos casos pero nosotros no nos imaginábamos lo que se venía después. Era algo nuevo de las atrocidades que luego se vivirán en la Argentina”.

        ¿En la celda de la Comisaría estaban mezclados con presos comunes? – “En frente, teníamos a unos detenidos que eran de la (línea) 60, unos colectiveros. Había gente de unos astilleros pero no recuerdo los nombres… Los de la 60, puedo decir, porque tuve trato con ellos. Ellos venían de un asado en San Fernando y venían por la Cazón y apenas entran los para una pila de militares. Los revisan, les piden documentos y todas esas cosas, y cuando arrancan, uno de los muchachos saca la cabeza por la ventanilla y les dice: “forros”. Adonde están los Bomberos (Voluntarios) había unas tanquetas cruzadas en la Cazón, y estuvieron seis meses presos por gritarles “forros”. Estos detenidos fueron trasladados con nosotros a Devoto, al pabellón seis. De Devoto, ellos se fueron y a nosotros nos trasladaron a La Plata”.

 

El paso por las cárceles de Devoto y La Plata

        ¿Cuánto tiempo estuvo en la cárcel de Devoto y cómo eran las condiciones allí? – “Estuvimos seis meses, y después fuimos trasladados a la Unidad Nº 9 de La Plata. En Devoto, estábamos en un pabellón. Había treinta y pico. Cuando llegamos lo inauguramos nosotros pero a los cuatro días se llenó. No teníamos recreo y la comida era muy mala. Teníamos un hambre terrible porque nos daban comida que ni los perros querían. Y después sí nos dejaban comprar en la cantina. El que tenía dinero podía comprar galletitas, leche, algunas cosas… Habíamos hecho un rancho y compartíamos todo. Recibíamos palizas cuando entraba la requisa”.

        ¿Y cómo fue el paso por la Unidad Nº 9 de La Plata? – “En La Plata cobrábamos todos los días. Ahí salíamos al recreo a la mañana y a la tarde. A la ida o a la vuelta siempre había una patada. La comida era relativamente buena. Comíamos carne, puchero, y eso era caviar para nosotros. El régimen ahí era muy duro, muy duro… Nos sacaban a bañar día por medio con agua fría, a las siete de la mañana”.

        ¿Podían recibir visitas de las familias? – “Sí, en Devoto nos podían visitar a través de un vidrio o reja, no teníamos contacto físico, y en La Plata teníamos un patio y ahí nos visitaban. Teníamos contacto en un patio y ahí nos sentábamos”.

 

“…fuimos marcados por la misma empresa”

        ¿Cómo fue la reinserción en la sociedad? – “Era muy difícil porque, en relación a ahora, era como si un violador saliera de la cárcel y además con la propaganda que había en la radio, en la televisión. Para la sociedad y para mucha gente que no estaba enterada del tema, éramos tirabombas. No conseguíamos trabajo en ningún lado. Y teníamos miedo de decir que habíamos estado presos. Igual la gente lo sabía y te apartaban de su lado pensando que podían recibir represalias. Pensaban: “en algo habrán andado…”. Los familiares incluso se te alejaban. No te daban ayuda y eras un paria”.

        La familia sufrió toda esta situación durante la detención y después también – “Sí, hubo un fuerte daño psicológico”.

        ¿Cómo está viviendo el próximo juicio oral y público contra los ex directivos de Ford? (1) – “Es una gran expectativa. Pasaron casi cuarenta años para que se haga justicia. Y estos tipos se dieron el lujo de mandarnos presos, que nos torturen, que nuestras familias sufrieran haciendo largas colas… No hubo ningún tipo de justicia. Con esto lo que pretendo es que se haga justicia. Los tres civiles que eran los responsables de Ford en su momento argumentan que ellos no tenían nada que ver, que no estaban enterados. Hoy, entrar a Ford es más difícil que entrar a la Embajada de EE.UU. Tuvimos que esperar 35 años con una orden de un juez para entrar a Ford. ¿Cómo me secuestraron sin que ellos supieran? Luego empezaron a llevar más compañeros. ¿Nunca se enteraron? Ellos fueron los responsables de que a nosotros nos detengan, fuimos marcados por la misma empresa”.

 

(1) Se trata de Pedro Müller, ex gerente de Manufactura, Guillermo Galárraga, ex gerente de Relaciones Laborales, y Héctor Sibilla, ex Jefe de Seguridad.

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