Renovación de los ciclos de la vida y de la lucha en defensa del territorio. Con cantos y palabras celebratorias, la Comunidad Indígena Punta Querandí llevó adelante el Ara Pyahu, inicio de un nuevo ciclo para el pueblo guaraní, coincidente con la primavera del hemisferio occidental. También se informó sobre los juicios que pesan sobre la Comunidad, iniciados por el empresario que pretende desalojarlos de las tierras que cuidan desde hace 10 años.
En una jornada primaveral, el domingo 29 de septiembre, la Comunidad Indígena Punta Querandí celebró el Ara Pyahu, o sea el inicio de un nuevo ciclo para la cultura guaraní.
Con la primavera, justamente, las plantas renacen, reverdecen, después de haber estado concentrando su energía durante el invierno. La naturaleza reitera sus ciclos y quienes saben escucharla, aprenden. Así, entonces, los pueblos originarios han concluido el ciclo de latencia y están reverdeciendo por doquier. Los brotes son múltiples e inesperados, lo demostró el acompañamiento de muchos jóvenes que, sin pertenecer a culturas originarias, se ven interpelados por la lucha de la Comunidad Indígena Punta Querandí y escucharon atentos las palabras de Reinaldo y Gladys Roa que llevaron paz y alegría a los corazones de todos los presentes.
Frente al Opy (construcción ceremonial), instrumentos y flores de colores; y en todo ese espacio protegido por sauces, álamos, lirios y paja brava, el aroma y el humo del sahumerio llegaba a cada festejante que esperaba capturar un poquito del espíritu renovador que recorre siempre esta celebración. Repentinamente, un pequeñísimo colibrí se posó sobre una rama; quienes lo descubrieron, sonrieron, porque estaban seguros de que el pájaro sagrado de los guaraníes no estaba allí por casualidad.
Canto y palabra
Para disfrutar de la brisa y la sombra, la continuación del festejo se realizó alrededor del Opy.
Compartir la comida es mucho más que comer, por eso ese momento suele extenderse ya que, además de disfrutar los alimentos, se disfrutan los reencuentros y la llegada de nuevos compañeros.
Como es costumbre, el micrófono se instaló para el canto y para la palabra. Y se fueron intercalando los cantos camperos del Mocoví con las palabras de Verónica Gómez, profesora de guaraní, que visitó Punta Querandí por segunda vez. “Apoyamos desde aquí todas las causas justas”, manifestó la joven profesora que enseña en el Centro Universitario de Idiomas.
Carlos María Seta, guitarrero argentino, recordó a Víctor Jara, ya que septiembre es el mes en que este cantor y militante chileno nació y fue asesinado. Interpretó también Salvemos los humedales y se llevó todos los aplausos.
Si bien nació y se crió en Villa La Ñata, Augusto Selmo siempre dice que eligió ese lugar para vivir, por esta razón luchó para conseguir un pedacito de tierra. “Nos vemos avasallados por los negocios inmobiliarios que avanzan devastadores”, dijo Augusto y alentó a seguir luchando contra ese enemigo.
El artesano Amancio Rojas está presente en todas las juntadas. El hombre de la etnia qom destacó que elije estar con sus cerámicas en Punta Querandí en lugar de concurrir a espacios llenos de turistas. “Este es un lugar viviente. Esta casa enchorizada (Opy) me recuerda la casa de mi niñez, donde mi abuela me cantaba canciones de cuna”, recordó Amancio, quien además destacó el trabajo artesanal de su señora y la búsqueda de ambos por transmitir estos saberes a sus nietos.
Por primera vez, la joven folclorista Ariadna Camacho estuvo presente en Punta. Sorprendió a todos con su profunda voz, poco habitual para una adolescente de 13 años. Cerró su participación con el tema Alma Guaraní.
Una vecina de Benavídez, Selva, contó que desde pequeña frecuentaba esa zona con su padre. “Hemos encontrado boleadoras, vasijas, un estoque de los invasores que mi padre había guardado y se lo pidieron porque lo querían estudiar y nunca más se lo devolvieron”.
Dani de la Isla cantó con el fervor de siempre y alentó a recordar los nombres de los ríos deltaicos.
Para agradecer por el constante acompañamiento de la Comunidad Indígena Punta Querandí y también para seguir pidiendo justicia por su hermana Micaela, tomó el micrófono Liset Fernández y fue contundente: “No pueden matarnos y pensar que nos vamos a quedar callados”.
De la cátedra de Derechos Humanos de la carrera de Psicología de la Universidad de Morón, llegaron Blanca Lema, Claudia y Hernán Nemi junto con 20 estudiantes a punto de recibirse. Mientras que Blanca señaló que forman psicólogos para trabajar en el campo social y en la defensa de los derechos humanos, Claudia dijo que apuestan a que los futuros profesionales se involucren con el dolor del otro. Hernán concluyó: “Que alumnos de una universidad privada hayan decidido pasar un domingo aquí nos da alegría y mucha esperanza”.
Mientras todo esto pasaba, las aves atravesaban el cielo de Punta Querandí y cuando el sol comenzó a declinar, aparecieron las golondrinas, recordando, con su presencia, el ciclo eterno de la naturaleza.
Por Mónica Carinchi
Foto: La joven folclorista Ariadna Camacho
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