Organización comunitaria y solidaria

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Cuando la búsqueda es la justicia, la igualdad y el desarrollo para todos. Con sus relatos y descripciones, Nepi, el párroco de Troncos del Talar, nos permitió conocer las distintas realidades de su barrio y un denominador común: el compromiso social. Durante la pandemia, la premisa fue cuidarse y que a nadie le faltara el alimento. Las comunidades eclesiales de base viven el Evangelio comprometidos con la realidad del pueblo azotado por el neoliberalismo.

        En Troncos de Talar, en el triángulo comprendido entre el río Reconquista, Ruta 197 y Avenida Escalada, se encuentra la jurisdicción de la parroquia María de Guadalupe. Conformada por 13 comunidades, tiene presencia en lugares con realidades muy diferentes: sectores de clase media trabajadora; una villa, Sagrada Familia; sectores de clase obrera; cartoneros, sobre la avenida Da Vinci; un country, Laguna del Sol. “Estas realidades tan distintas y complejas se articulan solidariamente. Hay mucha interacción entre ellas, tanto a nivel parroquial como a nivel barrial, porque hay una gran organización social, mucha comunicación y un trabajo en red muy importante”, dijo el párroco Néstor Cruz García, conocido por todos como Nepi.

        Hace 35 años que es sacerdote, desde 2012 está en Los Troncos, siempre trabajó en barrios populares, por eso no extraña que forme parte del grupo de Curas de Opción por los Pobres. Está convencido de que debemos ser generosos, solidarios y también que es necesario trabajar por políticas públicas que promuevan el desarrollo, la justicia y la igualdad.

        La parroquia tiene un trabajo muy fuerte en las comunidades eclesiales de base, donde se comparte la palabra de Dios “con una lectura que lleva al compromiso concreto con los hermanos y, sobre todo, a la lucha por la justicia, la paz, los derechos humanos. Esto hace que las comunidades siempre estén atentas a las necesidades del barrio”.

        Un área muy importante es el trabajo social que se realiza en 8 emprendimientos: taller Fátima (cursos de oficios), jardín maternal Rincón de Niños, taller Juan Diego (para personas especiales), Cáritas, un comedor para tercera edad, una copa de leche, Amigos de Jesús (para niños), la Casa del Joven (trabajo con jóvenes con adicciones). A esto hay que agregar la Comisión de vivienda, donde la parroquia acompaña a familias que recibieron su casa a través del Instituto Provincial de la Vivienda y la Municipalidad de Tigre.

        También participan en la Red Comunitaria de Los Troncos, integrada por comedores históricos, centro de salud, escuelas, oneges. “Pensamos en conjunto las problemáticas del barrio para abordarlas entre todos. Esto le da a Los Troncos una historia muy rica de organización barrial y popular”.

        El Cedronar también está presente, porque el narcotráfico no le hace asco a la pobreza. “Las adicciones son una gran problemática. En un barrio de 50.000 habitantes, con que haya 500 jóvenes que están en la adicción, se nota, porque son capaces de hacer mucho daño. Pero, por esos 500 jóvenes, hay otros miles de jóvenes que trabajan, estudian, son contenidos por su familia, participan en la iglesia, en política, en deportes. Sólo algunos de los jóvenes necesitan nuestra especial atención”.

        Y cuando las instituciones instalan su presencia, muchos de esos jóvenes abandonan la droga y se encaminan hacia una vida digna.

Los extremos

        La villa Sagrada Familia, pegada al río Reconquista, está conformada fundamentalmente por familias paraguayas y algunas peruanas y argentinas. Si bien se inició con ranchitos de madera y chapa, hoy todas las casas son de material. Quizás esto se deba, entre otras cosas, a que la mayoría de los hombres son albañiles, por lo cual pueden mejorar sus propias viviendas. Es un barrio con mucha organización interna: tienen club de fútbol, cancha de vóley, posta sanitaria, 4 comedores. Las mujeres, en general, trabajan en casas de familia y también como operarias. “Todos se conocen, muchos son familiares. Es un lugar donde, dentro de su pobreza, trabajan para mejorar”.

        Laguna del Sol es un barrio cerrado de 100 hectáreas, tiene 750 lotes de 800 a 1000 metros cuadrados; gozan de una laguna de 8 hectáreas. Por supuesto, tienen agua corriente, cloacas, gas natural. Hay casas en venta desde 400.000 dólares y otras en alquiler desde 3.500 dólares, las expensas rondan los 20.000 pesos.

Más bienestar, menos gasto en seguridad

        Durante el tiempo más estricto del aislamiento obligatorio, “los que viven de changas, no tenían ingresos, tampoco los que trabajan en la construcción o las empleadas domésticas. Ahí se vio la gran solidaridad del barrio para organizar comedores para que a nadie le faltara la comida”.

        En el 2020, en Los Troncos funcionaron más de 30 comedores. “Algunos están desde hace tiempo, llevados adelante por los mismos vecinos; otros, acompañados por organizaciones sociales o agrupaciones políticas. Todos trabajamos en una unidad muy fuerte. Nos unió la preocupación de que a nadie le falte de comer y cuidarnos y cuidar a los vecinos”.

        No sólo trabajaban los que cocinaban, también hay que contar a los que conseguían los alimentos. “Se involucró muchísima gente para que a nadie le falte comida”.

        Nepi contó que, desde hace mucho tiempo, unas 30 familias que viven en Laguna del Sol colaboran solidariamente en la parroquia. “No sólo aportan económicamente, también vienen a trabajar en los talleres y en los comedores. Es decir que son personas que tienen compromiso social con sus hermanos”.

        En pandemia, muchas familias del barrio cerrado, animadas por las que ya colaboraban, tomaron conciencia y aportaron alimentos y elementos de limpieza. Nepi refirió un caso especial: “Una señora comprendió que, en lugar de gastar tanta plata en seguridad, es más importante trabajar para que en los barrios haya más justicia y bienestar”.

        Los barrios cerrados del partido de Tigre organizaron una campaña, Somos Uno, para armar un millón de cajas de alimentos. “Además de lo que aportó el gobierno, la gente de los country colaboró mucho. No sólo con las cajas de alimentos, también hicieron viandas que cocinaban en los countrys y llevaban a los comedores”.

Derechos bien ganados

        En relación a la fase más estricta de la cuarentena, cuando no se podía trabajar, Nepi resaltó que “las ayudas del gobierno fueron muy importantes”, pero nunca pensaron que se pudieran mantener en el tiempo.

        Hay que recordar que el IFE fue cobrado sólo por un integrante del grupo familiar; era compatible únicamente con la Asignación Universal por Hijo, con la Asignación por Embarazo y el programa Progresar.

        Además de asistir a las familias, recibieron asistencia el jardín maternal, el taller, los comedores, sólo por algunos meses. “Donde hay carencias, que den alguna ayuda, ya vale mucho, porque permite estirar un poquito más lo que se va consiguiendo”.

        Habiendo decidido caminar junto a los más necesitados, Nepi puntualizó que “los subsidios por hijo son un derecho, más que una ayuda. Fue una lucha de muchos años para que los niños cuenten con ese derecho para alimentarse. Y eso siempre va de la mano de alguna prestación, a nivel educativo o con las vacunas. Aquí, en el barrio, eso se sabe”.

        El párroco aclaró que la mayoría de la gente no vive de planes o ayudas, porque, al menos en esa localidad, la mayoría trabaja. “Con una maestra de nuestro colegio hicimos un cálculo y, en una escuela de 600 alumnos, había 50 familias que recibían ayuda. En general, las familias más vulnerables son las que reciben algún beneficio como único ingreso, porque tienen problemas de enfermedad y, a veces, enfrentan la enfermedad social de la marginación”.

No hay queja

        Para que los opinólogos tengan en cuenta, Nepi resaltó que “los pobres no viven de ideales, como vive a veces la clase media. Los pobres aterrizan y dicen ‘esto es lo que se puede ahora’”.

        Los meses fueron pasando y la gente no sólo necesitaba trabajar, también lo deseaba.

        “La construcción abrió bastante rápido, luego las casas de familia y hoy, aunque no está tan normal, ya todos van a trabajar”.

        Actualmente, los vecinos ya no piden tanta mercadería, recuperaron autonomía, aunque existen muchas limitaciones porque “tienen que ajustarse en hacer arreglos en la casa o en compras extras”.

        Obviamente, los esfuerzos se concentran en poder comer y sobrellevar esta etapa, que “no sólo es mala por la pandemia, sino también por la situación económica en que está el país, que todos sabemos que heredamos del gobierno de Macri que tantos perjuicios nos trajo”.

        Nepi destacó que la gente no se queja, por el contrario “está esperanzada en que pueda haber una mejora desde las decisiones políticas que se tomen”.

        En medio de la muerte real ocasionada por el virus y de la desesperanza promovida por los medios masivos de desinformación, “la pandemia dejó una enseñanza muy grande. La gente asumió la lucha contra el virus, para cuidar la vida y tratar de que a nadie le faltara la comida. En medio del dolor, fue una experiencia hermosa por compartir con un montón de gente comprometida”.

Por Mónica Carinchi

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