Tomar mate es cosa de argentinos

Reserva ecológica y yerba orgánica. Contra el desmonte y las mega-represas, una familia misionera conserva la tradición iniciada por el abuelo sueco y además preserva la biodiversidad. Están orgullosos de hacer la mejor yerba orgánica del mundo, que ahora, también, exportan.

 

Entre los corredores verdes para preservar la biodiversidad, se halla la Reserva Ecológica Anna Park, en Misiones. Allí se protegen especies nativas de animales y vegetales y como alternativa de desarrollo autosustentable, la familia Barney cultiva yerba mate de manera orgánica y con un proceso de elaboración artesanal.

 

Proceso tradicional más algunos secretos

Entre tantos inmigrantes que vinieron al país finalizada la primera guerra mundial, llegó un marinero sueco que, en busca de un compatriota, recaló en Misiones y “empezó a comprar tierras, se iba a trabajar a las minas en Chile, volvía y compraba tierras”, contó su nieto Juan Barney, que continúa produciendo yerba mate a la manera de su abuelo.

Mientras que en la producción industrial la hoja de la yerba es arrancada al año, en los yerbales de la familia Barney “la hoja está dos años en la planta, son hojas maduras y eso hace que el mate no se lave, que tenga cuerpo y al mismo tiempo no es fuerte porque no tiene químicos. Nosotros trabajamos con el proceso tradicional, más algunos secretos”, dijo Juan. Y quizás el secreto principal sea respetar la naturaleza: “Tenemos un yerbal orgánico, donde a la naturaleza se la combate con naturaleza, poniendo, por ejemplo, en el medio de la plantación una hierba tan olorosa que espanta a los insectos y además le da fósforo a la tierra, es decir que la nutre”.

La cosecha manual se realiza en cuarto menguante; luego, las hojas se colocan en una cinta que “las transporta a un cilindro enorme donde la yerba gira y por el medio le pasa aire caliente que no tiene monóxido de carbono porque combustiona a más de 700 grados. Ese primer calor la seca un poco, después pasa a una especie de rancho grande de madera que se llama barbacuá donde estará a temperatura ambiente todo un día, después se la estaciona dos años en un depósito oscuro que tiene que estar muy resguardado de la humedad. Así se produce la mejor yerba del mundo”, expresó con orgullo el nieto del inmigrante sueco.

Como hombre de Misiones, Juan recomendó, además de un mate bien cebado, tomar un tereré: “En un vaso, de metal en lo posible, se coloca un 20% de yerba, se sacude y se saca bien el polvo, se inclina y se ponen dos cubitos y se va cargando despacito con un jugo natural de naranja, limón y pomelo. Es refrescante, sano y nutritivo”.

 

Las repeticiones de la historia

La yerba mate es una planta originaria de América del Sur que fue usada por los guaraníes de manera ceremonial. Durante la conquista, los jesuitas se apropiaron de su cultivo y finalmente el mate se transformó en la bebida típica de Argentina, Uruguay y Paraguay.

Muchos estudios científicos han demostrado que la yerba mejora el ánimo y es un excelente energizante natural para personas que practican actividades físicas. Justamente por esto, “los norteamericanos están interesados en nuestra bebida, porque ellos consumen energizantes químicos y, para quienes practican deportes extremos, no son recomendables porque los excita mucho, en cambio el mate los energiza y no los excita. También están tratando la depresión con mate”, contó Juan.

A pesar del interés mundial que hay por este producto, en Argentina muchísimos pequeños productores se vieron obligados a vender sus tierras a los grandes molinos porque “el precio de la yerba es ridículo y sólo quedan los inmensos monopolios que explotan a los yerbateros. En la ciudad, la gente no se da cuenta que tomar un litro de cerveza en una confitería cuesta mucho más que un kilo de yerba, que tiene una gran complejidad en su producción, sobre todo si es orgánica, como la nuestra”.

Además de este problema, los misioneros deben soportar otro daño: la construcción de represas. “Aquí, desde su departamento de Palermo, un juez dictamina que Yaciretá o Corpus o Arabí no nos hacen mal y no tienen ni idea de lo que pasa allá. Cómo puede ser que un tipo desde Buenos Aires, en un escritorio, pueda decidir por la vida de la gente de allá. Las represas nos están matando, aparecen nuevas enfermedades provocadas, por ejemplo, por mosquitos que antes eran parados por el monte y ahora avanzan sobre las ciudades. Tiran el monte, mueren miles de especies, las represas producen un impacto ambiental devastador y algo de lo que no se habla, el impacto social, hay que imaginar a los viejitos que por siempre vivieron en la costa del río y son llevados a unos barrios horribles donde no ven el río. Esos viejitos se mueren de tristeza”.

Miles de hectáreas de monte virgen han sido destruidas para hacer inmensos espejos de agua que producen energía que se exporta, en tanto los misioneros pagan “la luz más cara del país”, protestó Juan. Pero la lucha continúa y así como su abuelo se sobrepuso a la adversidad de la guerra, el joven aseguró: “Estamos orgullosos de hacer un producto único en el mundo”.

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