La casa de los micos es la selva

, Medio Ambiente

Fundación Maikuchiga. Ubicada en el Parque Amacayacu, en Colombia, la Fundación, además de rehabilitar y reintroducir a los monos en su hábitat natural, desarrolla programas para la educación ambiental y colabora con las comunidades indígenas de la Amazonía colombiana.

 

En la Amazonía colombiana hay 8 especies de monos distribuidos en un territorio de 480.000 kilómetros cuadrados. Tanta superficie permitiría pensar que los micos retozan felices y se multiplican sin interrupción. Sin embargo, la necedad de los seres humanos ha puesto en peligro de extinción a estos encantadores animalitos que “hacen una importante contribución a la ecología, pues son dispersores de semillas en el área en que se mueven”, explicó John Vázquez, integrante de la Fundación Maikuchiga.

 

El desafío: reintegrarlos a la vida silvestre

Quienes habitan la selva desde siempre, o sea las comunidades indígenas, decidieron – en 2003 – no seguir cazando las especies en peligro de extinción. Unido a esto, el “loco” trabajo de Sara Bennett (bióloga norteamericana) y John Vázquez con los micos rescatados del comercio ilegal de fauna silvestre, dio origen a la Fundación Maikuchiga que en lengua tikuna significa “historia de micos”.

Los micos decomisados por la policía ambiental colombiana o por los funcionarios del Parque Nacional Natural Amacayacu llegan a la Fundación “si son de esta región y el historial clínico indica las condiciones necesarias. Si está apto, lo recibimos con mucho gusto”, dijo John. Así comienza su proceso de cuarentena: “Los micos llegan a un espacio grande donde tienen contacto con los otros a través de una malla. Es para que se conozcan y se puedan aceptar. No se puede soltarlos inmediatamente cuando llegan porque pueden ocasionarse peleas, causándole la muerte al recién llegado”.

Una vez superada la cuarentena, los monos pasan a otra etapa donde ya están en libertad, allí se los puede visitar: “Los turistas vienen a esta primera fase del programa de rehabilitación para conocer a estos animalitos que traen tanta alegría”, comentó John, mientras la mona Puu acicalaba su cabello y otros micos se dejaban acariciar por los visitantes, jugando con todo lo que llamara su atención.

La mayoría de los primates que allí se encuentran son jóvenes que irán pasando por distintas fases hasta ser reintegrados definitivamente al interior de la selva.

Reintroducidos en su hábitat, los monos permiten recuperar una gran diversidad de árboles, ya que son dispersores de semillas a través de sus heces. Incluso, realizan esta labor mejor que aves y murciélagos.

 

Ecoturismo: aporte a la conservación

Quienes visitan la Fundación son guiados por un intérprete de la comunidad indígena de Mocagua. Él los conducirá en canoa por la quebrada Matamatá (un río enmarcado por la contundente vegetación selvática), para llevarlos luego por la selva inundada. Allí, en un mundo vegetal, la apacible voz del guía introduce al visitante en el conocimiento de ese espacio extraño y atrapante. Finalmente, sobre una pequeña plataforma de madera, construida alrededor de una ceiba, esperan los micos y John Vázquez.

“La contribución monetaria que hacen los turistas se divide en dos: una parte va para los micos y otra para los niños de Mocagua. Así, cada año, al iniciar las clases, se les entrega un juego de útiles escolares. De esta forma, el ecoturismo hace un aporte muy importante a la conservación y a las comunidades indígenas”.

La asistencia que la Fundación hace a las familias indígenas evita que los padres salgan a cazar, ya que la época de mayor presión sobre los recursos naturales es el inicio del año escolar. “Si un padre con una familia numerosa – lo que es común en la Amazonía – no tiene ingresos, sale a cortar madera o cazar un animal para vender su carne en Leticia. Con esta ayuda evitamos eso y además enseñamos a la comunidad que la vida silvestre es muy importante”.

Compenetrado con su trabajo, John envía a la humanidad su mensaje: “No compre animales silvestres. Si quiere tener un animal, adopte un perro o un gato”.

Para colaborar con la Fundación Maikuchiga (www.maikuchiga.org) también puede adoptar vía Internet un animalito en rehabilitación y le mandarán mensualmente su foto. Toda la vida silvestre agradecerá la cooperación.

 

Foto: Jhon y la monita Puu

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