Una sola marcha este 24 de marzo: Bienvenida la unidad

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Un año más se recuerda el golpe de Estado que hundió al pueblo argentino en el horror y la miseria. Memoria, verdad y justicia en pacífica unidad.

El 24 de marzo de 1976, las fuerzas armadas derrocaron al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Muchos años después se pudo comprobar que tenían un plan sistematizado de desaparición, tortura y muerte que fue aplicado al pueblo argentino que luchaba por una transformación social que por fin permitiera vivir en una patria libre, justa y soberana.

La lucha por lograr ese objetivo implicaba defender y ampliar la industria nacional, generar mecanismos de distribución de la riqueza, sostener el acceso a la educación de todos los sectores sociales, consolidar lazos con los pueblos latinoamericanos, reescribir la historia de la Patria Grande con mirada descolonizadora. Para concretar este objetivo se necesitaba la movilización de grandes capas de la población imbuidas de un sentir nacional-latinoamericano que atravesara todas las clases sociales. Esta condición se fue fortaleciendo hacia la década del 70, alimentada por las propias frustraciones y por las rebeldías de todos los jóvenes del mundo. Los debates dados en fábricas y universidades así lo demostraban; allí la lucha se daba a través de la palabra, abriendo conciencia y emoción, por lo cual se torna en el arma más peligrosa.

Y este fue el peligro que la dictadura cívico-militar-eclesiástica se propuso exterminar. Extendieron el terror entre la población civil que jamás pensó recurrir a las armas para transformar la estructura de coloniaje oligárquico que tuvo su primer y único estremecimiento prolongado con la llegada de Juan Domingo Perón al poder.

Exterminar -y si no era posible, estigmatizar- al pueblo peronista, que logró el retorno de Perón tras 18 años de incansable y desarmada resistencia, era la finalidad de la oligarquía nacional y el imperialismo británico/estadounidense. Para lograrlo, secuestraron y torturaron a niños y adultos, a mujeres embarazadas y a viejas que sólo querían saber si sus hijos tenían hambre o frío.

Los adolescentes de la JP secundarios, los obreros del PRT, los militantes de base de Montoneros, las militantes universitarias de FAR, los hombres del PCR, los jóvenes sindicalistas de Smata o UOM, catequistas tercermundistas, alfabetizadoras que tenían como horizonte la revolución cubana, los dirigentes marxistas-leninistas, los trabajadores que sólo levantaban la mano en una asamblea de fábrica, todos ellos y ellas que cayeron en las mazmorras de la dictadura tuvieron un único torturador: las fuerzas armadas educadas en la escuela de las américas, central de la derecha internacional.

Todo aquel que pensó/soñó un mundo igualitario y justo chocó contra el mismo enemigo, que siempre actúa de manera compacta y unificadamente. Ese enemigo aprendió muy bien la máxima: la unión hace la fuerza.

Como todos los años, este 24 de marzo se marcha para decir Nunca Más, la diferencia está dada en que habrá una única movilización. Todos los organismos de derechos humanos, partidos políticos, agrupaciones sociales de todo tipo convergerán conjuntamente en Plaza de Mayo. Bienvenida la hora en que se dejaron de lado diferencias absurdas que sólo lograron retrasar el proceso de transformación social, brindando perpetuas oportunidades a la derecha para aplastar, cada vez con mayor fuerza, los pocos logros que aún disfruta el pueblo argentino, sin distinción de banderías.

Por Mónica Carinchi

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