Ahora la revolución es una batalla de ideas

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25 años de los Acuerdos de Paz en El Salvador. Ex combatiente y actualmente guía de la Ruta de la Paz, José Rafael Rivas Cereñi habló de las causas del enfrentamiento armado, de su experiencia, de sus compañeros y compañeras, de la naturaleza que los protegía del enemigo y del presente de su país.

 

El 16 de enero, El Salvador conmemoró los Acuerdos de Paz firmados hace 25 años por el frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno de Alfredo Cristiani, en representación de partidos políticos, ejército y distintos sectores de la sociedad salvadoreña.

En San Salvador, capital de este pequeño país centroamericano, se realizaron varios actos y el cierre fue un concierto con unos pocos intérpretes salvadoreños y unos cuantos invitados extranjeros. Entre estos se destacó la ausencia de representantes de México, país donde se firmaron los acuerdos, y sorprendió la presencia de algunos estadounidenses cuya relación con las causas de los pueblos latinoamericanos se desconoce. La gran sorpresa, para muchísimos salvadoreños – que lo vieron únicamente televisado – fue que el concierto terminara con la interpretación de Imagine, de John Lennon, que es un tema muy bonito, pero que muchísima gente no entendió porque en El Salvador se habla español. Además, la paz no se sueña, la paz se construye.

 

Ser revolucionario

Las causas del enfrentamiento armado en El Salvador fueron muchas: analfabetismo, hambre, discriminación a campesinos y obreros, represión a los jóvenes.

Todo esto lo vivió José Rafael Rivas Cereñi conocido actualmente como Rafael, el guía de Perquín.

Ese pueblo, a 270 kilómetros de la capital, concentra la historia del conflicto armado: en sus alrededores, el ejército salvadoreño perpetró horribles matanzas de civiles y la guerrilla instaló la famosa radio Venceremos. Hoy, Perquín se conoce como la capital de la Ruta de la Paz, un recorrido turístico -histórico por los pueblos más implicados en el conflicto.

Teniendo como fondo el Monumento que honra la memoria de las víctimas de El Mozote, Rafael nos compartió su historia y también nos habló del presente de El Salvador.

“Mi familia fue muy pobre, de tendencia cristiana evangélica. No queríamos involucrarnos en la guerra por ser cristianos, pero el ejército reclutaba a toda persona independientemente de que creyera o no en Dios. Yo fui reclutado forzosamente, al igual que la mayoría”.

Después de estar un año en el ejército, los malos tratos hicieron que lo abandonara y se sumara a la guerrilla.

“Después del asesinato de Monseñor Romero, una gran cantidad de jóvenes emigraron de El Salvador. Una buena cantidad fueron reclutados para ingresar al ejército. También una buena cantidad huyó a las montañas para reencontrarse con los guerrilleros”. Entre esos jóvenes estuvo Rafael.

Como la conmemoración de la paz estaba aún presente, sobre ella quisimos saber.

Ser guerrillero, estar en las montañas, ¿le dejó experiencias positivas que después le hayan servido para la paz? – “Sí, la guerra nos enseñó muchísimo, por ejemplo, a pesar del gran odio que había entre un enemigo y otro, uno podía perdonar. Era más resultante el amor cuando se perdonaba a un soldado herido; lo protegíamos, le dábamos alimentación, curábamos sus heridas y posteriormente lo entregábamos como prisionero de guerra. Ahí se sentía el amor, los valores humanos”.

“La guerra también sirvió para tener un convivio con la naturaleza, sirvió para valorar al hermano que estaba a nuestra par. Ni aún en la familia se encuentra tanto amor y cariño como en el compañero de combate, al que se siente un hermano. Se comparten los sacrificios, los dolores, las crisis y también las alegrías. Quedan grabadas en uno todas las sonrisas de los guerrilleros y las guerrilleras. Queda grabada su forma de expresarse, su amistad, todo el temple de un combatiente revolucionario. Revolución es todo eso, saber vivir, saber cómo enfrentar la dificultad, cómo atesorar todo lo positivo de la naturaleza y lo bueno que una situación ofrece. La revolución fue una experiencia excelente para vivirla y seguir pensando en ella”.

Y usted, ¿cómo piensa ahora la revolución? – “El método de continuar la revolución es distinto, ya no armas en las manos, ahora tiene que ser una batalla de ideas, de pensamientos. Pero cuando a una sociedad se le cierran las puertas del entendimiento y la concertación, entonces se puede volver a lo más arcaico, que sería volver a la confrontación bélica. Por ejemplo, otra causa de la guerra en El Salvador fue que no había un espacio político para la izquierda revolucionaria, no había participación electoral para la izquierda. En los años 70 era prohibido hasta que uno prefiriera el color rojo, porque el rojo se vinculaba con el comunismo y el socialismo. Se podía perder la vida si a uno lo veían con un pedazo de tela roja. En los 70, si escuchaban que uno simpatizaba con un revolucionario, lo podían asesinar”.

“La gran represión fue una de las causas que originó la guerra. Todo el mundo no puede pensar igual y cada uno tiene derecho a tener el pensamiento político y la religión que quiera. Eso se llama democracia. Es intercambiar ideas, debatir sobre los temas que nos importan a todos. Ahora hay temas muy importantes en El Salvador que nos preocupan, todos tendríamos que ser parte de la solución, por ejemplo cómo despegar económicamente, la creación de empleo, generar nuevas formas de crecimiento, estar unidos en la seguridad nacional, no contra otro país porque no tenemos confrontaciones con otros países, pero sí la seguridad interna. Sería muy importante que toda la sociedad unida dé respuesta al tema de la inseguridad que no sólo abate a El Salvador, sino también a otros países de la región”.

Cuando habla de la inseguridad, supongo que se refiere a los famosos maras. ¿A qué atribuye ese fenómeno? – “El origen de que haya pandillas, que es el nombre correcto para este tipo de agrupaciones, está en Estados Unidos. En El Salvador no se inicia esto durante el conflicto armado, sino después. Cuando en una familia, el padre o la madre emigraba a Estados Unidos para superarse económicamente, sus hijos quedaban abandonados y no había alguien que los controlara, que los educara. Los niños comenzaron a agruparse entre ellos y personas que cometían actos delincuenciales en Estados Unidos eran deportadas para El Salvador y empezaron a aprovecharse de esos niños que estaban solos. Así nacen las pandillas en El Salvador después del conflicto armado”.

“Casi 20 años de gobiernos de derecha después de la guerra, no fueron al fondo del problema que estaba naciente en aquel momento; lo dejaron fortalecerse y hoy se transformó en lo que ahora es: el crimen organizado, donde está involucrado el narcotráfico, la trata de personas. Esa maldad ha infiltrado, incluso, las estructuras del Estado”.

“El gobierno de izquierda ha llegado a partir del 2009 y le ha tocado apagar el fuego, debe dar soluciones a un problema ya generado y crecido, como quien llega a enfrentarse con un monstruo que se ha fortalecido”.

“En la sociedad misma tenemos sectores que apoyan la delincuencia y nosotros creemos, aunque no lo podemos comprobar, que la derecha está detrás de todo eso. La derecha está fomentando, fortaleciendo, apoyando y protegiendo lo que es la inseguridad en El Salvador”. (Continuará).

 

Foto: Monumento en memoria de los masacrados de El Mozote

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