Los abandonados

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En el fondo de Rincón, vecinos de cuarta categoría. Un grupo de vecinos que viven detrás de la 60 convocó a este medio para visibilizar la situación del barrio. Aguas estancadas, malezas, basura, zanjas transformadas en trampas mortales son el panorama cotidiano que vienen denunciando desde hace dos años. Tanto el delegado municipal, Pato Balbuena, como la concejal Alejandra Nardi están al tanto de sus reclamos. Hasta ahora nadie respondió con hechos.

 

En varias oportunidades y desde hace años, los funcionarios municipales han expresado su interés por cambiar la realidad de la localidad de Rincón de Milberg. Como testimonio de estas expresiones, en la página del Frente Renovador Tigre, se puede leer, con fecha 20-10-15, a raíz de una caminata realizada por las calles de Rincón: “Vamos por más y seguiremos poniendo todo nuestro compromiso y lucha para seguir viendo crecer a esta ciudad; trabajando codo a codo con los vecinos, porque queremos que siga siendo el mejor municipio de Buenos Aires, donde a todos les dé orgullo vivir” (Zamora). Por su parte, Alejandra Nardi expresa en el mismo post: “Tenemos vocación de servicio por lo que hacemos, escuchando a cada vecino y estando atento ante sus necesidades”.

En lo que a Rincón se refiere, el mismo Zamora destacó en varias ocasiones la repavimentación de la Av. Santa María, el ensanchamiento de la ruta 27, la construcción de un puente que une con Tigre centro. Es decir, todas vías de acceso que benefician fundamentalmente a los automovilistas que atraviesan raudamente Rincón para encerrarse en sus barrios privados. Al decir de una vecina, protagonista de la historia que aquí contaremos, “los políticos trabajan para la gente de plata y los laburantes… que se jodan”.

 

Discursos y nada más

En el fondo de Rincón, detrás de la 60, entre las calles Ingeniero White, Galileo Galilei, Estanislao López y Matheu, vive gente, viven vecinos de Tigre que trabajan, votan y, como quieren vivir dignamente, hacen peticiones ante sus representantes que prometen y prometen y en eso se quedan.

“Alejandra Nardi nos dijo que iba a venir gente a hacer los arreglos, cuando estaba en campaña”, contó María. Pero la campaña terminó y los obreros nunca llegaron y la concejal Nardi no apareció nunca más.

Caminar por las calles mencionadas no es grato: aguas servidas estancadas, basura, pastos, zanjas tapadas de mugre. “Hace dos años que esto es tierra de nadie, se inunda todo. Hemos hecho denuncias, reclamos, hemos ido a la delegación, hemos hablado con Pato Balbuena, el delegado que siempre nos dijo que iba a venir, pero no aparece. También le hablamos a Alejandra Nardi cuando hicimos las caminatas”, dijo María, que vive sobre Ingeniero White y que creyó ingenuamente en los discursos caminateros.

Una cosa que sí hizo el Municipio fue retirar un caño – puesto por los propios vecinos – en 2015 y eso empeoró la situación. El agua de todo tipo se estanca en la calle, transformándose en fuente propicia para la cría de mosquitos y algo más.

Por su parte Julio, otro vecino, informó: “Yo hablé con Teresa, vinieron y como estaban en campaña prometieron el cielo y la tierra y después se olvidaron”.

Este laborioso vecino puso caños – con su propia plata – en algunas casas, pero no puede seguir comprando caños. “Yo ya me cansé de hablar, pensé en ir a verlo al intendente, llevándole pruebas y firmas de los vecinos. Porque todos dicen que Tigre es Miami, pero esto que vivimos es cavernícola”.

En realidad más que vivir, estos vecinos del fondo de Rincón sobreviven como pueden, temiendo día a día caer en una zanja o que sus casas se llenen de inmundicias. Para suavizar la situación, entre todos tratan de sacar el agua estancada, pero “el agua no corre porque no tiene salida”, explicó Olga.

“Todos nuestros reclamos están documentados”, insistió Olga, “fuimos mil veces a la delegación y nunca aparecieron”.

A todo lo descripto hay que sumar la escasa iluminación pública y las bolsas de basura desparramadas por las calles. “Los recolectores de basura no levantan la basura, se les cae una bolsa y ahí la dejan. Por el centro de Tigre pasan 5 barrenderos por día, nosotros, en cambio, estamos olvidados”.

Como se sabe, el servicio de recolección de basura es sumamente deficiente y, en ese sector, la ineficiencia se potencia. Consideramos que ha llegado la hora de que el Municipio deje de gastar miles y miles de pesos en Transporte Olivos y organice cooperativas de vecinos que realicen la recolección diferenciada de la basura; ésta es una forma real de generar trabajo genuino. En la ciudad de Benavídez hay un ejemplo que puede ser replicado.

La basura convoca a las ratas y el agua estancada y los pastos a los mosquitos. Por estos días, las campañas contra el dengue se multiplican en todo los distritos; afiches, volantes informan qué deben hacer los ciudadanos para evitar que los mosquitos se multipliquen. Si en lugar de gastar plata en papelitos, fumigan y mandan a los trabajadores sociales a los barrios más comprometidos, ¿no estaría mejor invertido el dinero de todos los contribuyentes? “Por acá no llegó ninguna campaña”, confirmaron todos los vecinos.

“Antes la Municipalidad cortaba el pasto, ahora ni siquiera eso”, denunció Julio.

En relación a la iluminación pública, estos sufridos vecinos están seguros de que el Municipio les va a decir que no pueden hacer nada y que remitan sus reclamos a Edenor. Sin embargo, se debe recordar que en años anteriores, en ocasiones de cortes de luz prolongados, los funcionarios expresaron su decisión de actuar ante los entes correspondientes en defensa de los derechos de los vecinos. No sabemos si fueron sólo bravuconadas o hubo alguna acción efectiva, pero no hay duda de que los funcionarios municipales pueden tomar contacto con Edenor para que preste el servicio que corresponde.

“El transporte escolar no quiere ingresar al barrio, tampoco los remiseros. Si necesitamos una ambulancia, llega a una cuadra”, comentó María.

Evidentemente todo se complica para estos vecinos que no entienden cómo es posible que el Municipio no pueda arreglar dos cuadras! “Esto no se trata de un gasto enorme, no son 20 cuadras, son 2. Necesitamos que abran la zanja para el lado del río para que el agua circule; necesitamos que corten el pasto y que limpien”.

Además de saber muy bien lo que hay que hacer, se ofrecen para ayudar. “Todos nuestros maridos están dispuestos a colaborar. De hecho, nosotros tratamos continuamente de sacar el agua, pero no hay forma de que corra. Acá hay bebés, tenemos mucho miedo de que se caigan en la zanja”.

En realidad cualquiera puede caer en la zanja, porque al estar tan crecidos los pastos, no se ve.

Es muy lindo recibir visitas de Miami, llevarlos a pasear por 5 cuadras alrededor del palacio municipal y regalarles barquitos de madera, pero esta realidad es un sufrimiento para los vecinos y una afrenta para todos los funcionarios municipales que dicen tener vocación de servicio, pero se muestran incapaces a la hora de efectivizar sus palabras.

Entrevista: Marcelo Díaz

Redacción: Mónica Carinchi

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