Mucho corso y poca sensibilidad

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El Municipio de San Fernando negó asistencia a un niño que permanece hospitalizado desde hace más de un año. Desde enero de 2021, la vida de Jano y su familia está trastocada: de ser un niño normal que iba a ingresar a 1° grado se convirtió en un niño postrado que necesita urgentemente rehabilitación. Dada la gravedad del caso, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación tomó contacto con la familia.

        Terminado el carnaval, en la página del Municipio de San Fernando se puede ver un video del último corso. Allí el intendente, Juan Andreotti, destaca la concurrencia de las familias sanfernandinas y la felicidad de todos. Sin embargo, a ese corso (las imágenes se pueden ver en https://www.youtube.com/watch?v=tJ4p0fVu_gk&t=72s ) donde se hizo alarde de luces y brillos y donde se rifaron bicicletas, electrodomésticos, motocicleta, estadías en Córdoba y Colón, sillas gamer, faltó una familia, la de Jano Vega.

        Jano está postrado desde hace más de un año y “si bien hoy está despierto y estable, está con una traqueostomía, con un botón gástrico, con secuela neurológica por la falta de oxígeno”, contó Natalia, su mamá, quien agregó: “Todo me genera angustia y me da bronca al mismo tiempo porque veo que el Municipio (de San Fernando) armó un corso, un circo terrible y yo estoy esperando hace meses que me den lo necesario para que Jano vuelva a casa”.

        Jano era un niño sano, normal, estaba por ingresar a primer grado y su vida se transformó en enero de 2021 cuando llegó a la guardia del Hospital Provincial de San Fernando con mucho dolor de panza. “Me dijeron que no tenía nada, que podía llevarlo tranquilamente a mi casa. Nos fuimos, siguió con dolor, se descompensó, lo volví a llevar al hospital y sin hacerle ecografía, me dijeron que volviera a casa. A la madrugada empezó a vomitar coágulos de sangre, no podía caminar, no podía hablar”.

        Natalia decidió llevarlo al hospital San Cayetano de la calle 20 de Virreyes, pero como allí no podían hacerle una ecografía lo derivaron al Hospital Provincial de San Fernando. Otra vez ahí, por fin le hicieron la ecografía y “se encontraron con una peritonitis terrible, se le había desparramado la infección por todo el cuerpo, tenía la diabetes alta, la presión alta, un montón de cosas que él antes no tenía”.

        En ese estado tan grave le dijeron que debían entrarlo al quirófano y que “no había nada seguro que lo salvaran”.

        Ahí empezó otro problema: “El anestesista y el cirujano me dijeron que no diera el permiso para operarlo porque si lo entraban al quirófano, no lo salvaban”.

        Los acontecimientos hasta aquí narrados fueron anticipados en una breve nota que salió en este medio el 1° de marzo. Como respuesta a la misma, recibimos dos mensajes. El primero: “Beneficencia una mierda. Que se hagan cargo y que los médicos de mierda laburen. Llegan a la guardia a las 3 de la tarde cuando la entrada es a las 8”. El segundo: “Una señora de 68 años concurrió al hospital Petrona V. de Cordero y le practicaron una colonoscopia, al concluir ese estudio refirió que tenía dificultades para respirar y que le dolía el pecho, la médica de guardia le restó importancia a esos síntomas y la envió a su casa, al poco tiempo la señora volvió al hospital y la misma médica, siguiendo el mismo criterio, la envió por segunda vez a su casa; ante el cuadro de la señora, su hijo llamó a la ambulancia y fue llevada al mismo nosocomio; inmediatamente fue internada en unidad de terapia intensiva y en muy poco tiempo falleció”.

Pasan los días…

        El niño finalmente entró al quirófano, pero en el Hospital Posadas donde fue trasladado porque Natalia no podía confiar en los médicos del Hospital de San Fernando.

        “Llegó en estado tan grave, que no podían entrarlo al quirófano, tenían que estabilizarlo. Cuando entró, tuvo 3 infartos, pero los médicos lo salvaron. Lo llevaron a terapia entubado. No le funcionaba ninguno de sus órganos vitales, para todo tenía aparatos, drogas muy fuertes. Estuvo con diálisis”.

        Natalia quedó internada en el Posadas con su hijo casi un año. Jano se fue recuperando de a poco, con la alegría de los médicos que dicen que “tiene mucha fuerza, que sus neuronas se resetearon, entonces necesita fisiatría, seguimiento del neurólogo, muchos estímulos, escuchar las voces de sus hermanas”.

        Aunque la familia no confía en el Hospital de San Fernando, tuvo que volver allí, entre otras cosas para que su madre pueda realizar con mayor facilidad trámites que conduzcan a la internación domiciliaria de Jano.

        “Hace 3 meses que estamos acá y cada día es peor porque este hospital no tiene lo que mi hijo necesita. Las enfermeras no pueden estar las 24 horas con él porque no está en terapia intensiva, esto hace que yo tenga que quedarme acá. Necesita fisiatría y le mandan kinesiólogas, que son muy buenas, pero no es lo específico que él necesita”.

        Natalia vive a 3 cuadras del hospital, sus hijas van al Normal, o sea que tiene todo muy cerca, pero aun así no logra organizarse. “Si yo estuviera en casa, podría cuidarlo a él porque aprendí muchas cosas y también podría ocuparme de mis hijas que tienen que ir al colegio”.

        La institución escolar estuvo siempre presente: “A Jano lo esperaban porque iba a empezar primer grado, lo esperaban las maestras que ya fueron maestras de su hermana. Siempre estuvieron en contacto conmigo, le llevaban la tarea a casa a la nena, me juntaron mercadería, me llamaban, estaban a disposición, siempre trataron de ayudarnos en lo que podían. Tengo que agradecerle un montón a la escuela”. 

        Después de un año de no ver a su hermano, ahora las niñas lo visitan en el hospital porque “les dieron un permiso”. Incluso a veces se quedan en el hospital cuando el papá consigue alguna changa, pero, como dice Natalia, “esto no es vida”. Por eso reclama al Municipio de San Fernando los insumos que Jano necesita para llevarlo a su casa, además del arreglo de una pieza que tiene humedad.

        El Municipio de San Fernando respondió por escrito negativamente al pedido, no puede proveer gasas, alcohol, algodón, apósitos, guantes, tampoco puede comprar un respirador traqueal que cuesta $30.000. ¡Qué raro, con toda la plata que gastaron en el corso!!

        Desde el 7 de marzo, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a través de Gustavo Aguilera, secretario de Articulación de Política Social, tomó contacto con Natalia para asistir al niño en sus necesidades. Se comprometieron a: gestionar los elementos de ortopedia (cama, colchón anti escaras, silla de ruedas), realizar un mejoramiento habitacional, acompañar y orientar a la madre de Jano en trámites que necesite realizar, tanto en el Municipio de San Fernando -que se negó a comprar elementos poco costosos- como en el hospital. Entregaron además celulares a la pareja para que puedan estar comunicados cuando Natalia está al cuidado de Jano y el padre al cuidado de las dos niñas, así como solicitudes para que gestionen subsidios económicos.

        Por otro lado, Natalia ya hizo la denuncia en la fiscalía de San Fernando, porque tenía un hijo perfectamente normal y ahora está discapacitado, no camina ni habla. Jano es ejemplo de profesionales y funcionarias burócratas que no funcionan.

Por Mónica Carinchi

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