Otro desarrollo es posible

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El sur de la ciudad de Tigre no es una hoja en blanco. Un sector de baja densidad poblacional, con espacios vacíos, enfrentado a la villa Garrote. Los ciudadanos no estamos condenados a la especulación inmobiliaria, existen posibilidades de recuperación de un sector urbano a través de créditos accesibles y otras herramientas de gestión municipal. Un recorrido con la arquitecta Mirta Ochoa por el perímetro del proyectado DTS.

 

El fuerte de Tigre es la costa, todos relacionan a este municipio con el agua, las islas, el verde; los turistas domingueros invaden el puerto de frutos, sus escalinatas sobre el Luján, el Paseo Victorica, el paseo Lavalle. Por supuesto, el Municipio obtiene su beneficio de esto, entre otras cosas con los impuestos que pagan los comerciantes. Entonces “que todo Tigre se vea beneficiado por esta recaudación. El Municipio puede tomar en sus manos la puesta en valor de un sector de un barrio y no darla como una hoja en blanco a grandes empresas inmobiliarias que sólo vienen a especular. La empresa inmobiliaria se mueve cuando hay negocio”, dijo la arquitecta Mirta Ochoa, con quien paseamos por el proyectado Distrito Tigre Sur (DTS).

 

Desarrollo ¿para quién?

Depósitos abandonados, pequeñas industrias o talleres en funcionamiento; casas ocupadas; típicas casitas tigrenses con jardines llenos de plantas; puertas deterioradas, fachadas envejecidas; veredas absolutamente intransitables; antiguas casas venidas a menos, pero aún recuperables; casas obreras, casas de clase media, todo convive en el DTS.

Para el desarrollo de este sector, donde se privilegiarán los emprendimientos de arte, ciencia y tecnología, se ha sancionado una ordenanza que beneficia a los inversores, eximiéndolos de un montón de impuestos, por el término de 10 años, que los antiguos vecinos de Tigre deben pagar con sangre, sudor y lágrimas. “Al vecino que ya está, ¿qué ventaja se le da? Si quiere reformar su casa y no tiene posibilidades económicas, ¿por qué no le plantea un crédito accesible el Municipio? Sólo así el desarrollo sería uniforme y justo para el que vive aquí de toda la vida”, expresó la arquitecta.

Efectivamente, cómo es posible que un foráneo venga y, por el simple hecho de tener plata para invertir, no se le cobren impuestos por 10 años!!!? Usted, vecino de Tigre, que esforzadamente, mes a mes, paga sus impuestos, ¿está de acuerdo? Si un vecino de Tigre quiere hacer algún reclamo ante el Municipio, debe tener sus impuestos al día; si esta exigencia antidemocrática está en vigencia para los vecinos de Tigre, ¿por qué motivo se va a eximir del pago a los futuros vecinos/inversores?

“Es positivo tener un plan que mire al futuro, pero debe tener en cuenta la realidad actual y arrancar de allí. Esto es fundamental, porque aquí no se está partiendo de un desierto. Están queriendo intervenir en una zona que tiene su historia, vecinos que viven desde hace décadas. Hay construcciones que son joyitas, todavía están en condiciones de ser recuperadas, porque si se tiran abajo, se pierde la historia y la identidad del lugar. Hay casas donde podrían vivir varias familias, sin tener que hacer edificios de propiedad horizontal, sólo con buenas intervenciones arquitectónicas. Hay que hacer un relevamiento de las casas que están abandonadas y, si no tienen ya dueños, con la herramienta de expropiación, se puede hacer un plan de viviendas. Todos estos predios deben ser estudiados por el Concejo Deliberante y, si es posible, se presenta un proyecto de expropiación donde se debe incluir la finalidad que tendrán una vez expropiados”.

En distintas cuadras se produjo el encuentro con vecinos, quienes, consultados sobre este plan, manifestaron su total desconocimiento.

“No sé nada sobre eso”, dijo un vecino de la calle Castelli, “qué es ese URRA? Siendo estudiante gané un primer premio de pintura en un concurso en el Museo Naval, no sé por qué no se hizo más. A mí me gustaría volver a pintar”. Observando que la vereda de su casa está en muy malas condiciones, explicó: “Las raíces de los árboles rompieron todas las baldosas. Le vengo reclamando al Municipio por el tema de los árboles, pero no me dan bolilla”.

Pasando frente a URRA, que estaba muy cerrado (portón, persianas), la arquitecta manifestó: “Esto no se ve como algo abierto a la comunidad, sino muy de puertas adentro, arquitectónicamente da esa imagen”.

El entorno de URRA es poco amigable: una fábrica con sus ruidos molestos, una cuadra de casitas tomadas, terrenos baldíos, veredas desastrosas, el corralón municipal y los carreros completando el paisaje. Qué dirán los jóvenes artistas que transitan estas vereditas tigrenses?, ¿no hubiera podido el Municipio arreglarlas antes de que se inaugurara la residencia?

“Las fachadas y las veredas no son de los frentistas, son de la ciudad, son de todos. El que vive en la casa, lo hace puertas adentro, pero las veredas – con los frentes de las casas incluidos – son de todos, todos transitamos por las veredas”, comentó Mirta, que vivió muchos años en Europa y conoce, por lo tanto, la manera que los europeos tienen de pensar la ciudad.

Por otro lado, agregó: “Cuando la gente se mete en un terreno y hace esfuerzos y mejora las viviendas, hay que darles facilidades para que sigan mejorándolas. No se puede ir en contra de la corriente. Hay que ver la situación que hay detrás de cada apropiación, hay que hacer una consolidación del tejido urbano que creció espontáneamente”.

 

La vergonzante contradicción

Por Almirante Brown, muchos metros de terrenos abandonados, lo mismo por Italia y las calles que la atraviesan. Lo que hoy se pretende como DTS, fue el lugar fabril de Tigre ¿Qué pasó allí? Pasó la historia argentina. A partir de la dictadura militar, el desarrollo industrial argentino recibió permanentes agresiones por los gobernantes de turno; hacia fines del 80, muchas fábricas cerraron y no hablar de los 90. También en esa década, los capitales golondrinas pusieron su mirada sobre los humedales y ocasionaron un ecocidio y como ese negocio viene en baja – entre otras cosas porque los vecinos dijeron basta – ahora ponen su mirada en sectores desfavorecidos de la ciudad que son, por lo tanto, baratos (para ellos, por supuesto).

Una contradicción vergonzante se da en este sector de la ciudad: “La densidad de esta zona es baja, está bien, incluso creciendo un poco, seguiría manteniendo una buena relación con el tejido urbano. De este lado hay mucho lugar deshabitado y enfrente, en la villa, hay más de 4000 personas viviendo. Una opción sería hacer viviendas económicas en el perímetro del DTS para que algunas familias de Garrote puedan mudarse a unas pocas cuadras y así descomprimir el espacio de la villa. Hay que pensar que esa gente vive allí hace mucho tiempo, han echado raíces y no van a querer irse lejos de aquí”.

Podríamos agregar que, dado que algunas familias de Garrote encontraron como modo de subsistencia la recolección y venta de reciclables, se les podría dar, por 10 años, la concesión de un depósito abandonado. El Municipio debería poner a su disposición profesionales que les enseñen a organizarse en cooperativas y así trabajar dignamente en una tarea fundamental para el cuidado del ambiente, que tanto preocupa al Municipio de Tigre.

“Este barrio es interesante con un plan complementario al decreto de DTS”, señaló la arquitecta Ochoa, “al que hay que ponerle muchísimas normativas más, por ejemplo decir qué zonas están habilitadas para construcciones altas, cuáles para construcciones bajas, cuáles son las zonas verdes, centros de salud y educación. Y, por supuesto, la infraestructura. Primero hay que hacer toda la infraestructura: cloacas, energía, comunicaciones, tanto de transporte como redes sociales. El decreto no está bien ni mal, marca buenas intenciones, pero de eso a la realidad hay un salto gigantesco. También es importante la consulta previa a los vecinos, esto no se puede hacer desde un escritorio, hay que ver qué hace falta en cada lugar. Hay que consultar a los vecinos y a urbanistas en serio, no a inmobiliarias”.

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