“Cada vez vive más gente”

Recorriendo la isla después del censo poblacional 2022. Nuevas realidades del sector insular tigrense que inquietan a los viejos pobladores. Problemas que afectan a todos y propuestas que exigen involucrarse.

        Las lanchas colectivo son espacios de socialización que permiten que isleños que viajan 20 minutos conozcan a otros que viajan una hora. Y así se va armando una tertulia que se inicia en la fila de espera que, en las horas pico, no sólo se va engrosando, sino también aumentando el volumen de la conversación. Por esto se puede escuchar “todos los días se ve traslado de materiales, sobre todo maderas”. La duda sobre la razón del comentario podría quedar sin resolverse, pero por suerte alguien hace la pregunta necesaria que da pie a la ansiada explicación: “Cada vez vive más gente y ocupan sobre todo las zonas que tienen mejor movilidad”. Una señora mayor que dijo que vive en la isla hace más de 40 años aportó datos: “En Sarmiento, Carapachay, Capitán, hay cada vez más gente, hay un montón de caras que yo no conozco, familias jóvenes. Pero en la segunda sección está pasando el mismo fenómeno”.

        Efectivamente, la pandemia profundizó la migración hacia la isla, lo que fue verificado por los censistas que en esta oportunidad fueron en su mayoría pobladores isleños.

Involucrarse para vivir mejor

        En un recorrido por caminos isleños, nos encontramos con una vieja pobladora que, señalando hacia el interior de la isla, aseguró: “Los zanjones internos, bastante alejados de arroyos transitados, están siendo ocupados por personas de dudosa procedencia”.

        El comentario que recorre la isla es que casas desocupadas por mucho tiempo y lotes cuyos dueños se desconocen, están siendo vendidos. “Hay gente que tiene acceso al catastro y abogados y escribanos que se prestan a hacer papeles. La gente está necesitada y compran de buena fe…pero…”. Parece que los vendedores no actúan de buena fe y ahí radica el problema. Según nos dijeron, en el CAPI están recibiendo denuncias diarias de venta ilegal de terrenos.

        Todas estas irregularidades pueden entenderse por la dificultad de acceso a la vivienda de la mayoría del pueblo argentino, que profesionales descarados y, en algunos casos, estafadores, aprovechan en beneficio propio. Pero al ser justamente irregulares producen malestar en la población estable. “Los nuevos no cuidan el ambiente, no hacen cámara séptica, entonces todo va al río, no tienen cuidados con los residuos. Tienen embarcaciones precarias con las que no pueden maniobrar y además no conocen las normas, entonces son un peligro”.

        Los espacios que a todos reúnen, son los servicios educativos y sanitarios: la matrícula escolar aumentó, tanto en primario como en secundario, y las salitas y el catamarán sanitario “son muy usados, el catamarán tiene muy buen personal”. 

        También hay nuevos pobladores (¿?) que no utilizan ningún servicio, ya que sólo concurren fines de semana y por las edificaciones que han realizado, se advierte que sus vidas no son precarias, aunque atentan de la misma manera contra la conservación del ambiente: “En el frente de avance de islas, el Municipio hizo un operativo hace unos años, sacó los muelles, el caso llegó al Juzgado de San Isidro, pero no pasó nada, la gente volvió y están construyendo nuevamente. No son tontos, hicieron el censo digital diciendo que vivían en la isla, pero cuando el censista llegó, se encontró que había 10 personas y en la información digital tenía 100”. Obviamente, esta información ya circula por toda la isla, ¿qué harán los funcionarios públicos? 

        Por este hecho y por otros, algunas docentes comentaron que para elaborar los censos tendrían que participar los lugareños que “son los que conocen la realidad de cada lugar y sobre todo de espacios como éste que es tan especial, porque el censo es una encuesta general que no refleja particularidades”.

        Aún así, dijeron que es valorable que esta vez la mayoría de los censistas fueron isleños que pudieron resolver situaciones que, de otro modo, no hubieran podido ser resueltas, como los problemas con bajantes o crecidas, tener embarcación propia, andar por caminos embarrados y conocer a los vecinos, lo que facilitó la tarea.

        Fueron muy bien recibidos en todos los hogares, incluso con pan casero; algunos vecinos hacían consultas que los censistas no podían responder, por ejemplo, cuándo les tocaba cobrar la jubilación o por qué Edenor tiene tan mal servicio.

        Continuando con el recorrido, otra antigua pobladora aseguró que “es necesario que la población se involucre más”, recordando que existen espacios de participación comunitaria como el CAPI donde están trabajando, entre otras cosas, qué hacer con los residuos. “Hay gente que hace compost, otros que hacen separación en origen, pero el Municipio hace recolección tradicional. Además, hay un problema con los perros que rompen las bolsas y el que recolecta la basura no se lleva lo que no está embolsado”. La preocupación por la sobrepoblación canina es recurrente y el reclamo por operativos de castración también. Otros temas que surgieron: necesidad de tener un vivero de plantas nativas, monitorear la calidad del agua, aumentar los muelles vecinales.

        “Si todos nos involucramos, respetamos las normas y hacemos las denuncias correspondientes, podemos vivir mejor”, finalizó una señora que venía levantando botellas en su bote isleño.

Por Mónica Carinchi

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