La isla Martín García está abierta al turismo desde el 4 de diciembre

Guiar con pasión. La vida durante el aislamiento. No hubo ningún caso de Covid-19. Con protocolos, la isla se recorre y disfruta, tanto en verano como en invierno. Pensando en el desarrollo turístico, la única guía local, María Elena Reuss, está formando nuevas guías y generando nuevas propuestas para toda la familia.

        Como el resto del país, la isla Martín García entró en aislamiento obligatorio el 20 de marzo del año pasado, lo que para ellos significó que nadie entraba ni salía. El aislamiento concluyó el 4 de diciembre cuando se inició la temporada turística.

        “Salíamos a la calle sólo a comprar, con barbijo, con distancia social. Todos los cuidados que se aplicaron en la ciudad, también se aplicaron aquí”, aclaró María Elena Reuss, pobladora de la isla desde hace 32 años y, además, su guía local.

        María Elena reconoció especialmente el acompañamiento que tuvieron desde la Dirección Provincial de Islas a través de Diego Simoneta, el Director de isla Martín García. También la Prefectura, así como la tripulación de la lancha que llegaba todas las semanas con aprovisionamiento desarrollaron una tarea destacable.

        “Se ocuparon de todo lo que necesitábamos, desde remedios hasta alimento para nuestras mascotas o una tintura para el pelo. Acá durante la gestión anterior, no llegaron las vacunas para los niños, así que eso se revió y vacunaron a todos los niños y también a los adultos mayores”.

        Destacó el refuerzo del sistema de salud con el agregado de un enfermero. “Estuvieron aquí de manera permanente 3 enfermeras y un enfermero que se agregó después de iniciada la pandemia; una médica generalista y pediatra viene lunes y miércoles. Además, esta administración reparó toda la unidad sanitaria y también la casa de las enfermeras, que daba pena, se le agregó una salamandra, se le puso puerta donde no había, les llevaban la leña”.

        Con respecto a la leña, anteriormente a los pobladores se la cobraban entre 4000 y 5000 pesos, en cambio en el 2020 tuvieron lo que se conoció como “leña social”. “Los guardaparques autorizaron el corte de árboles exóticos y personal de Dirección de Islas cortaba la leña y la distribuía puerta a puerta, gratuitamente. Éste fue otro beneficio por el cual estamos muy agradecidos”.

        Los estudiantes -primario y secundario- recibieron los bolsones con alimentos que preparaban en Tigre los directivos y maestras y luego Diego Simoneta se encargaba de repartirlos. “Hubo un gran trabajo del que todos los habitantes nos beneficiamos. Los que se expusieron fueron Eugenio Liggesmayer y Diego Simoneta, Prefectura y la tripulación de las lanchas que traían lo que nosotros necesitábamos. Ellos trabajaron para esta comunidad de 154 habitantes, contando al personal de Prefectura que permanece 30 días en la isla”.

        Cuando empezó la pandemia, dos vecinas que tienen máquina hicieron 300 barbijos que donaron a la unidad sanitaria así todos los que iban, tenían su barbijo. Todos aportaron algo al bienestar comunitario.

        El trabajo coordinado y responsable permitió que en la isla no hubiese ningún caso de Covid-19.

Mirando al futuro

        “La isla se puede visitar todo el año porque cada momento tiene su encanto”, definió María Elena.

        Martín García es una reserva natural que “tiene belleza escénica y mucha historia, 505 años, es el lugar más antiguo de nuestro país”. Todos estos datos y mucho más, María Elena los ha transmitido a 4 pobladoras que están haciendo el curso de guía local. “En la formación participó el responsable de cada una de las instituciones que existen en la isla, explicando cómo surgieron, cuál es su función. También se trataron temas específicos e, incluso, formación en género”.

        A fin de marzo, las 4 estudiantes rinden examen. Serán acreditadas por la Asociación de Guías de La Plata. Es de destacar que a María Elena se le ocurrió iniciar esta formación, que realiza ad honorem, y fue avalada no sólo por la Asociación de Guías de La Plata, sino también por la Dirección Provincial de Islas, ya que el turismo representa fuentes de trabajo para los pobladores y también para las empresas navieras.

Naturaleza y también comidita

        Con la excelente predisposición que siempre tiene, María Elena espera a los turistas para guiarlos por rincones que conoce no sólo como profesional, sino también como vecina del lugar. Aún con barbijo – que siempre lleva puesto – su voz potente se entiende perfectamente.

        El turismo llega en Delta Argentina, CN Navegación o Sturla; algunos van con embarcación propia y otros en avionetas ya que está funcionando la pista de aterrizaje.

        “El jefe de la pista, Lucas Marshal, vive en la isla, sus padres tienen más de 40 años aquí. Él se capacitó y hoy es el jefe del aeródromo”.

        Es muy importante que Lucas viva en la isla, ya que anteriormente ese puesto estuvo ocupado por una persona que no vivía en la isla e iba muy poco, desaprovechándose un recurso tan importante porque, obviamente, la pista permanecía cerrada. En marzo, hubo sábados con 25 aeronaves con capacidad para 2 o 3 personas.

        Hay paseos de un día y también está la posibilidad de quedarse varios días, haciendo uso de los camping o del hostel. “Cada camping tiene su protocolo, según cantidad de pasajeros. Hay que reservar porque cada uno tiene su cupo”.

        El denominador común de los visitantes es “disfrutar al aire libre, ir a pescar, andar en bici, hacer kayakismo, visitas guiadas por los lugares históricos”. Algo que se está acentuando cada día más, es la avidez por la naturaleza y justamente a las guías les gusta hablar “sobre las plantas medicinales, que se pueden observar en la isla y luego en los laboratorios se sintetizan y se transforman en remedios”.

        Desde hace un tiempo, los turistas tienen la opción del desayuno o merienda campera, una propuesta que María Elena lleva adelante con sus estudiantes. “Preparamos mate cocido, tortafritas, bizcochuelo casero, pan casero recién horneado”. Para el invierno se vienen las cenas, “guiso de lentejas con chorizo colorado, mondongo, pancitos que los mismos turistas van a poder amasar. La isla despierta los sentidos y la comida es parte de eso”. No sirven bebidas alcohólicas, pero si alguien quiere tomar, se las lleva. Los precios son muy accesibles, porque no se trata de un comedor, es un servicio que se presta sólo a las personas que guía María Elena. Por supuesto, las guías comparten la mesa y están atentas a cada necesidad de quienes, a esa altura, ya se transformaron en amigos.

        Durante el verano, la temperatura ronda entre 35 y 40 grados y en invierno, hay 3 o 4 grados menos que en la ciudad. “A veces en las tardes hay viento sur o sudeste que puede traernos un poco de frío, entonces las chimeneas, a partir de las 5 de la tarde, ya están humeando y así disfrutamos de otro encanto que es ver chisporrotear el fuego”. Indudablemente, la imagen invita a visitar la isla también en invierno.

        Un dato para tener en cuenta: tienen una usina que funciona las 24 horas y también agua potable. “Tanto la usina como la red de agua son de principio del siglo 20. Ahora ya se está pensando que tengamos luz de manera sustentable para cuidar el ambiente porque esta isla es una reserva natural”.

        Con todos los cuidados, Martín García espera a todos y todas para disfrutar la naturaleza y la calidez de sus anfitrionas.

Por Mónica Carinchi

Foto: De izquierda a derecha: Jazmín Maciel, Gabriela Bertsos, María Elena Reuss, Mabel Latorre y Viviana Aranda

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