Las sutilezas del sabor

En gran parte del territorio nacional el agua tiene una carga importante de sal. Desde hace algunos años, la sommelería de agua está teniendo muchos adeptos. El especialista en agua, Luis Fontana, explica por qué una infusión puede desmerecerse con agua de la canilla. Si bien en Argentina hay mucha agua subterránea, se debe cuidar porque hay muchas zonas que padecen escasez.

        Según se dice, el agua llegó a la Tierra cuando cometas de hielo impactaron sobre el planeta; otros dicen que proviene de asteroides. Como sea, el agua llegó del cielo, es un regalo de la Naturaleza y deberíamos cuidarla mucho más.

        Previendo catástrofes, los centros de investigación más importantes del mundo, buscan agua en otros planetas. “En Marte hay agua congelada en los polos y subterráneamente. Es un planeta que se secó porque el agua se evaporó. Las lunas de Júpiter también están llenas de agua”, comentó Luis Fontana, geólogo especializado en aguas subterráneas.

        La Tierra tiene una cantidad de agua que se ha mantenido, más o menos estable, en los últimos 600 millones de años, sin embargo, con la crisis climática que estamos viviendo, los peligros son muchos: ríos y lagos secos, glaciares casi desaparecidos.

        El 97% del agua que hay en el planeta es salada, por lo tanto, no podemos tomarla, porque los métodos de desalinización siguen siendo caros, al menos en algunos países. “En Qatar usan agua de mar desalinizada, pero a ellos les sobran los petrodólares. En algunos rubros que son muy rentables, como el minero, usan agua de mar, por ejemplo, en Chile. Además, hay procesos industriales que no necesitan agua potable”, señaló el entrevistado.

        En nuestro país, la escasez de agua -o la distribución desigual- es un tema que comienza a preocupar. “En todo el oeste cada vez nieva menos y en el litoral, cada vez llueve más. Hay temas que comienzan a plantearse, por ejemplo, la colocación de medidores para uso doméstico. En Córdoba, en todo barrio nuevo, es obligatorio el medidor de agua en la casa y es notable cómo se modifica el consumo, ya no se derrocha”, contó Luis Fontana, quien vive en esa provincia.

        A la mirada más tradicional sobre el agua, es decir el uso urbano, industrial o agrícola, Luis Fontana, que también es enólogo y da clases en la Escuela de Sommelier del Centro de Enólogos de Buenos Aires, nos introdujo en la sommeliería del agua, un mundo de pequeñas sutilezas que puede ayudarnos a valorar más este recurso vital.

No todas son iguales

        Si a usted le enseñaron que el agua es incolora, inolora e insípida, no le dijeron toda la verdad. Desde hace algunos años existen cursos de sommelier de agua porque “servir un whisky, que puede costar 500 dólares, con cubitos de agua de canilla, es echarlo a perder. Lo mismo pasa con un té o un café de buena calidad”, explicó Fontana.

        El agua de canilla tiene cloro, un desinfectante con el que se logró disminuir muchas enfermedades, pero sensorialmente es desagradable. Surgió, entonces, la utilización de sistemas de purificación como los filtros de carbón activado, el uso de aguas embotelladas o de napas profundas.

        En relación a las aguas subterráneas, el experto dijo que, “si bien en Argentina tenemos buenas aguas, a veces hay que hacer estudios para buscar las mejores fuentes porque existen contaminaciones por crecimiento de población y también por procesos naturales. Por ejemplo, erupciones volcánicas de hace 100 mil años, en Venado Tuerto, en General Pico, en Ceres -Santa Fe-, en Bell Ville -Córdoba- produjeron agua con muchísimo arsénico y no es apta para el consumo humano”.

        Argentina tiene dos acuíferos: el Puelche, que se extiende aproximadamente desde el río Salado en Buenos Aires hasta Chaco; y el Guaraní, mucho más grande y profundo que el anterior, lo compartimos con Brasil, Paraguay y Uruguay.

        “El (acuífero) Puelche tiene muy buena calidad y gran volumen. De ahí se saca el agua para la cerveza Quilmes, que ahora se trasladó a Zárate, porque sacó tanta agua durante tanto tiempo en Quilmes que empezó a subir el fondo del Río de la Plata, subterráneamente, y empezó a salinizar la napa. Todavía es potable, pero ya no tiene las características necesarias para la cerveza, entonces se mudaron a Lima. Ahí también está Warsteiner, Isemberck, Ivess. En esa zona, el mismo acuífero que, en Quilmes, está sobre explotado, ahí está virgen, tiene un espesor del triple de lo normal y tiene agua como para 300 años”. Siguiendo con las cervezas, agregó: “Los santafesinos son famosos por la cerveza porque tienen agua subterránea muy buena. No es libre de calcio ni magnesio, pero tiene poco en un equilibrio muy bueno”.

        En los 2/3 de nuestro país falta agua y casi en la mitad del territorio se toma agua de pozo que “suele tener una carga de sales que, en general, son buenas, pero la hacen muy pesada. Y el tema de la salinidad es complejo porque no hay filtros -económicos- que permitan la ósmosis inversa para eliminar la sal”. En general, todo el que puede resuelve este problema comprando agua envasada, pero ahí surge otro inconveniente: el envase de plástico que termina en los basurales. Lo más adecuado es comprar los envases retornables o filtros. Pero si hay que comprar agua potable, ¿por qué se paga tan caro el servicio domiciliario de agua?

        En el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo, aprender a conocer sus diferencias según su procedencia es otra forma de valorar este líquido vital para nuestra existencia.

Por Mónica Carinchi

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