Pueblos fumigados: más cerca de la muerte

Alertan sobre consecuencias sanitarias del modelo del agronegocio. Cada año, los productores de semillas transgénicas usan más cantidad de agrotóxicos. Los problemas ambientales generan mayor injusticia social. Es necesario disminuir progresivamente el uso de agrotóxicos.

Desde hace años la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se convirtió en un evento propicio para divulgar y sensibilizar sobre temas que afectan nuestra vida, por ejemplo, el uso de agrotóxicos. En este marco se presentó la mesa ¡Alarma: fumigaciones! Tomar conciencia. Pensar decisiones, en la que participaron el Dr. Medardo Ávila Vázquez, el ingeniero agrónomo Eduardo Cerdá y la Dra. Silvana Filgar.

Con su atractivo tono cordobés, Medardo Ávila, pediatra integrante de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados, dijo sin rodeos: “Las consecuencias sanitarias del agronegocio son muy graves”.

En Argentina, la primera causal de muerte son los problemas cardíacos; en la ciudad de Buenos Aires, sólo el 20% muere por cáncer. En los pueblos fumigados, entre el 40 y el 50% de sus pobladores mueren de cáncer, es la primera causa de muerte. Y hay más: gran cantidad de abortos espontáneos, niños con malformaciones, con daño neurológico, etc., etc.

Por si fuera necesario avalar la realidad con estudios científicos, Medardo Ávila recordó que “la Sociedad Argentina de Pediatría salió a alertar sobre el uso de los agrotóxicos”. E informó: “Cuando en la ciudad de Buenos Aires hay un 13% de niños con asma, en los pueblos fumigados llegan al 50%. Las tasas de TGD, problemas de aprendizaje, problemas del desarrollo intelectual, de autismo, son muchísimo más altas en los pueblos fumigados porque los agrotóxicos dañan el desarrollo neurológico desde el embrión. Estamos amputando la capacidad sensitiva e intelectual de estos niños”.

El modelo agro-tóxico-exportador obliga a los sembradores de semillas transgénicas (soja, maíz) a aumentar año a año la cantidad de veneno que se echa sobre los campos, porque la naturaleza se defiende de la agresión química adaptándose, por lo cual los “yuyos” e insectos siguen naciendo. La naturaleza es rebelde. “Las empresas químicas -todas multinacionales- cada año venden más. Entonces la contaminación con agrotóxicos es un negocio impresionante en Argentina”. Mientras el negocio lo hacen las multinacionales, en nuestro país sólo quedan enfermos y contaminación.

Si bien la contaminación con agrotóxicos pasa en gran parte del mundo, muchos países impiden que siga aumentando. “En Europa hay países que están bajando el uso de agrotóxicos, por ejemplo, Dinamarca. Francia bajó un 30% en los últimos 5 años y en 2030 elimina el glifosato totalmente”.

Por supuesto, las familias de los empresarios sojeros también se enferman de cáncer, pero “ellos se atienden en las instituciones más prestigiosas, en tanto los peones lo hacen con su obra social y si están en negro… hay una injusticia que se ve agravada por los problemas ambientales”.

El pago de la deuda externa exige dólares y pareciera que la única manera de conseguirlos es ampliando la exportación de granos genéticamente modificados y, en consecuencia, aumentando el uso de agrotóxicos. Un negocio redondo: se llevan los granos cultivados en nuestras tierras y con nuestra agua, se llevan la guita que los cultivadores pagan por las semillas y los tóxicos que requieren y se llevan los dólares, que ingresan al erario público por las retenciones, como pago de la deuda al FMI.

“Desde los problemas sanitarios-ambientales también debemos decirle NO al pago de la deuda. No podemos aumentar el saldo exportable con este modelo, porque así nuestra economía se sigue concentrando cada vez más”, expresó Ávila.

Es posible cambiar el modelo hacia otro que genere más trabajo y condiciones que nos permitan mitigar el cambio climático. “Hay salidas. Actualmente hay más de 100 mil hectáreas que se están cultivando sin agrotóxicos, que dan rentabilidad, que no enferman a los vecinos. Y si el Estado pusiera a trabajar a agrónomos que ayuden a los productores a conocer los ciclos biológicos de sus cultivos, podríamos hacer una agricultura sana. Hay que hacer una reducción progresiva del uso de agrotóxicos y para fomentarlo se pueden bajar las retenciones de quienes produzcan sin venenos. Es posible hacer una agricultura sana”, culminó el expositor.

Por Mónica Carinchi

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