Sean eternos los laureles

Las Marchas por la Soberanía aúnan a toda la militancia. Este año se realizó la 7° Marcha por la Soberanía, para reclamar, una vez más, la apertura del camino público de Tacuifí que conduce a Lago Escondido. Entre los marchantes estuvo, por tercera vez consecutiva, el tigrense Roberto Rodríguez. Un grupo pudo llegar hasta la costa del lago donde fue constantemente acosado por la patota de Lewis.

        A unos 45 kilómetros de El Bolsón -provincia de Río Negro- y muy cerca del límite con Chile se encuentra Lago Escondido. Es un lago de origen glaciario, de aguas frías y cristalinas, rodeado de vegetación fundamentalmente autóctona. Quien no es autóctono es el magnate que mantiene secuestrado el lago y que, si bien gusta mucho de los animales (según dicen), odia a los argentinos, en especial a los que no son mascotas de nadie.

        Desde inicios del nuevo siglo, el acceso a Lago Escondido es obstaculizado por Joe Lewis, que además de construirse una mansión sobre su costa, se hizo una central hidroeléctrica (aprovechando el desnivel del río que alimenta el lago) y alistó a un grupo de locales que se dicen gauchos y apedrean a quienes intentan hacer uso de una noción básica de derecho constitucional: en Argentina, los cursos de agua no tienen dueño y su acceso es libre.

        Ya en 2003, un grupo de legisladores rionegrinos solicitaron al Poder Judicial provincial que estableciera un camino público a Lago Escondido. Las idas y vueltas de la justicia liberal no sólo no dieron una solución, permitieron que el magnate y su patota privada se envalentonaran, haciendo bailar a políticos y demases a su designio. El caso salió a luz gracias a las Marchas por la Soberanía organizadas por la Fundación Interactiva para la Promoción de la Cultura del Agua (FIPCA), cuyo presidente es Julio César Urien.

        En febrero, y por tercera vez consecutiva, el tigrense Roberto Rodríguez participó en la 7° Marcha, en la cual se reclamó, una vez más, la apertura del camino público de Tacuifí. “No es casual que Lewis esté en un lugar donde nadie pueda entrar, que tenga tipos con armas largas. En la misma línea, sobre el Atlántico, hay una pista de aterrizaje de otro inglés, ahí bajan aviones que llegan de Malvinas. La situación es más que grave. Es un enclave británico. Ni la policía ni gendarmería pueden entrar”, expresó este viejo militante peronista y marchante histórico a Lago Escondido.

Los gauchos malos

        Cada vez que la Marcha por la Soberanía llega a la zona de influencia de Lago Escondido, el gauchaje lewiniano despliega banderas argentinas y zambas supuestamente patrióticas: Disculpe, cantada en la década del 60/70 por Hernán Figueroa Reyes y escrita como ataque a las fuerzas revolucionarias que buscaron liberar a este continente de los saqueadores del Norte.

        “Yo hace más de 50 años que milito, nunca vi una violencia semejante y ejercida por civiles. En la 5° Marcha logramos ingresar al camino de Tacuifí, aparecieron con caballos, nos apedrearon, destrozaron los coches que estaban a la entrada del camino. A una compañera la voltearon de un piedrazo, pensamos que la habían matado”, contó Rodríguez.

        El camino de Tacuifí es una calle pública que fue utilizado por lugareños y turistas hasta la llegada de Lewis. “Hace 13 años que todas las resoluciones de los jueces indican que el gobierno de Río Negro tiene que abrir el camino de Tacuifí, pero la gobernación apela, tira la pelota para adelante, dice que no tiene plata para hacer el camino. Ni siquiera abren el portón. A los 10 kilómetros del camino había un puente sobre el río Foyel, Lewis lo destruyó, ahora hay que pasar el río caminando, o sea que, en vehículo, no se puede ir”, explicó el entrevistado.

        En 2013, el gobernador Alberto Weretilneck sostuvo que la provincia no podría gastar 70 millones en expropiar 11 campos y construir 3 puentes, ocultando que los campos a los que hacía referencia son tierras fiscales. En este sentido, Roberto Rodríguez dijo que “uno de los que maneja a los hombres de Lewis es un tal Pucci, es tercera generación en la zona, es de esas familias que mataron a los pueblos originarios y se quedaron con la tierra. Ahí nadie tiene papeles, son unos truchos, pero son los que ponen la ‘ley’ ahí adentro, en todo Bariloche y El Bolsón”.

        Conductas cuasi mafiosas son desplegadas por los hombres de Lewis que, antes de llegar los marchantes, “visitaron los camping diciéndoles que no nos dejaran entrar porque después nosotros nos íbamos y ellos quedaban solos y ya se había prendido fuego una casa. O sea que para ‘protegerlos’ les recomendaban que no nos dieran hospedaje”.

        Los lugareños tienen que convivir con esa violencia, pero aún así, cuando los marchantes están sobre la Ruta 40 volanteando y cantando consignas, “los autos paran, tocan bocina, agarran los volantes con buen ánimo. La gente nos demuestra su apoyo. Lo mismo pasa en las marchas que hacemos en Bariloche y El Bolsón, la gente aplaude, se suma. Incluso algunos vecinos del camino de Tacuifí nos hicieron saber que quieren que el camino se abra porque están interesados en que lleguen turistas, ya que el único lugar que no tiene turismo es ese camino”.

Lluvia de piedras

        Las marchas están organizadas con mucho tiempo y con todos los detalles. “Se hacen presentaciones ante la justicia para garantizar nuestra seguridad. Nos dicen que sí y la última vez mandaron a unos policías por el camino de montaña, llegaron los de Lewis, les dijeron que tenían que volver y se volvieron”.

        En febrero último hubo unos 60 gendarmes, pero “no nos estaban protegiendo”, dijo Rodríguez, “porque cuando de adentro del camino empezaron a tirar piedras, se cubrieron con los cascos, se agacharon y no les importó que a nosotros nos mataran a cascotazos”.

        El año pasado, cuando el Dr. Jorge Rachid se descompuso en el camino de montaña, “llegaron mensajes de todo el mundo para que lo auxiliaran, pero nadie del gobierno se movilizó. Se logró bajarlo gracias a que Urien consiguió un helicóptero”, recordó el entrevistado que agregó otro ejemplo para mostrar el nivel de subordinación al súbdito de la corona británica: “En esta última marcha, el padre Paco estaba celebrando misa, le sacaron la biblia, se la rompieron, lo empujaron. Yo, esa noche, envié como 200 mensajes y el cura de Carupá, Jorge Marenco, se comunicó con el obispo que a su vez habló con Wado de Pedro y Wado le contestó que estaba en el campo y al otro día se iba a ocupar. Esa noche los hubieran podido matar porque les tiraban piedras que son para destruir la cabeza”.

        Se debe recordar que el padre Francisco Paco Olveira llegó, junto con 60 compañeros, hasta la costa del lago, donde ya estaban apostados hombres de Lewis que acosaron día y noche a los marchantes.

        “Sabemos que es una batalla gigante, pero la vamos a luchar porque lo grave de esta situación es que la mansión de Lago Escondido y la pista de aterrizaje sobre el Atlántico abarcan el paralelo 42, con proyección sobre Malvinas y Antártida. Éste es un tema de soberanía que está unificando a toda la militancia y convoca a mucha juventud”, resaltó Roberto Rodríguez, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Por Mónica Carinchi

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