Sembrar y cosechar agua

Un método ancestral para mejorar los recursos hídricos en zonas altoandinas del Perú. El actual presidente peruano pretende ampliar un sistema prehispánico utilizado para mejorar la seguridad hídrica. Ya existe una ley que declara al método de interés nacional. El Centro Flora Tristán desarrolla un proyecto entre comunidades de la región de Cusco.

        El actual presidente de Perú, Pedro Castillo, durante su campaña electoral propuso la expansión de un conocido método de conservación del agua de lluvia entre las comunidades indígenas altoandinas: siembra y cosecha de agua.

        Este método ancestral consiste en la recolección (siembra) de agua de lluvia a través de sistemas de canalización especialmente diseñados y construidos por las comunidades, para luego recuperar (cosechar) el agua para su uso, fundamentalmente en la agricultura.

        Dada su importancia, en julio de 2019, en Perú se promulgó la ley 30.989 declarando de interés nacional y necesidad pública la implementación de siembra y cosecha de agua, ya que aporta a la seguridad hídrica con un método basado en la naturaleza.

        El estrés hídrico en Perú, y en el mundo, no sólo se debe al cambio climático; la deforestación, el cambio en el uso del suelo, la minería a cielo abierto, es decir un concepto de crecimiento y desarrollo que atenta contra la vida, modifican el ciclo hidrológico, malgastan y contaminan el agua, elemento vital para la supervivencia de los humanos y toda la vida que los rodea. Por esto el uso de conocimientos ancestrales basados en la naturaleza son esenciales para la conservación de paisajes y ecosistemas ecológicamente valiosos.

Canalización y árboles nativos

        Perú cuenta con ríos, lagos, lagunas, glaciares y es el 8° país del mundo con mayor disponibilidad hídrica. Sin embargo, las familias campesinas indígenas de la región de Cusco no logran satisfacer la demanda de este recurso.

        Por esto, el Centro Flora Tristán, que trabaja con las mujeres de los sectores más vulnerables del país, está promoviendo la recuperación de fuentes hídricas a través de la tradicional técnica de siembra y cosecha de agua.

        Dado que los períodos de seca (de mayo a octubre) se extienden cada vez, pequeñas comunidades, como Huasao, en el departamento de Cusco, están expuestas a la escasez de alimentos, pero no sólo ellos sino también las poblaciones que dependen de la comercialización de sus productos. Para llevar una solución a este problema, el Centro Flora Tristán implementó en esta población el proyecto de siembra y cosecha de agua, que además de aumentar el recurso hídrico, empodera a las mujeres, permitiendo que participen de la toma de decisión en un tema tan vital como la gestión del agua.

        El proyecto incluye la construcción de zanjas con las cuales se recoge y direcciona el agua de lluvia hacia manantiales naturales y también hacia cochas (pequeñas lagunas) construidas especialmente para esta finalidad; se espera que, en 3 años, estos reservorios tengan agua de manera permanente.

        Asimismo, forma parte del proyecto la reforestación con árboles nativos: queuñas (resistentes al frío, pueden vivir más allá de los 5000 msnm, previenen la erosión de los suelos y almacenan grandes cantidades de agua; para desarrollarse requieren sólo el 5% del agua que necesita un eucaliptus) y chachacomos (crecen hasta los 4000 msnm, usados por los incas para teñir telas y lanas; con sus hojas se preparaban infusiones usadas como tónicos cerebrales). Devolver estas especies a la región es muy importante ya que se las reemplazó por pinos y eucaliptus que consumen el 80% del agua subsuperficial, devolviendo muy poco a la tierra. Las especies nativas hacen exactamente lo contrario.

        Los árboles nativos tardarán entre 10 y 15 años en formar bosques, es decir que será la próxima generación la que disfrutará del trabajo que hoy realiza la comunidad de Huaso.

        Estas pequeñas infraestructuras basadas en la naturaleza no exigen inversiones cuantiosas (no se piden préstamos internacionales para construirlas) y tienen una flexibilidad que se ajusta a los posibles cambios climáticos de la zona, además de permitir que sea la comunidad la que regule y gestione el sistema. Soluciones a escala humana y participación comunitaria, dos claves para la gestión de cualquier gobierno nacional y popular.

Por Mónica Carinchi

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