Sustentabilidad y función social

La planificación turística no puede estar por fuera de planificaciones más amplias. No es posible pensar al turismo únicamente como un proceso de acumulación económica. Desconcentrar la actividad para no agobiar a los vecinos y, al mismo tiempo, redistribuir los beneficios. Este medio conversó con el Director de Normalización y Calidad Turística de la provincia de Buenos Aires, Mauro Beltrami.

        En todas las actividades humanas actualmente se habla de sustentabilidad, por supuesto también en turismo. Este concepto inmediatamente lleva a pensar en el cuidado del ambiente, pero a esto se debe agregar la función social y la distribución equilibrada de los beneficios que genera el turismo.

        “Si sólo se piensa el turismo como un mero movimiento comercial que beneficia a empresarios y comerciantes que siempre quieren mayor flujo de consumidores, entonces se desconoce, por ejemplo, que en el lugar donde se propicia el turismo hay múltiples actividades y viven vecinos que pueden sentirse perjudicados, simplemente porque ya no pueden estacionar el auto frente a sus casas o porque la mayor cantidad de vehículos produce contaminación ambiental”, expresó Mauro Beltrami, licenciado en Turismo y actual director de Normalización y Calidad Turística de la provincia de Buenos Aires.

        Haciendo foco en la función social, Beltrami alineó el concepto con la doctrina económica y social del primer peronismo, con la Constitución del 49 y con la ley de turismo de Domingo Mercante, gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1946 y 1952. “No hay que olvidar que Perón da un mensaje ambiental a los pueblos del mundo que sigue siendo una referencia para pensar estos procesos entre sociedad, recursos naturales y construcción de territorios”, recordó el entrevistado.

Algunos desafíos

        Una costumbre de las últimas décadas, surgida de la mano del neoliberalismo, es la estandarización de zonas turísticas, borrando su historia e identidad. “No podemos desterritorializar el turismo, porque funciona en tanto exista una diferencia territorial porque uno se traslada para ver algo distinto. Entonces si estandarizamos los barrios poniendo el mismo equipamiento urbano, permitiendo que se hagan las mismas construcciones, estamos desterritorializando la prestación de servicios y generando, a mediano y largo plazo, menor atractivo turístico”.

        En este sentido es necesario recuperar historias y conservar patrimonio, tanto material como inmaterial. “Con una ordenanza municipal se puede patrimonializar”, informó el funcionario que además agregó que existe una Dirección Provincial de Patrimonio Cultural y que la provincia de Buenos Aires realizó a fines de septiembre la 18 edición del Congreso de Historia de los Pueblos que se puede ver por el canal de YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=J-Gmj6LxMd8).

        Se sabe que Tigre perdió mucho patrimonio histórico, no sólo donde fue su centro fundacional, sino también en las otras localidades; se destruyeron casas típicas de sectores trabajadores o edificaciones sobresalientes para construir edificios de mal gusto o mantener por décadas un terreno baldío como sucede en la esquina de Lavalle y Av. Libertador. Se adeuda además un museo que rescate la vida cotidiana de los isleños de primera sección.

        En líneas generales, todos los municipios hiperconcentran la actividad turística, lo cual no está recomendado por los especialistas que adhieren a principios de reciprocidad, solidaridad, redistribución, cooperación, participación comunitaria, es decir verdadera sustentabilidad. “Distribuir el consumo en todo el territorio para el desarrollo de distintos sectores es uno de los grandes desafíos. Así se genera una dinámica que facilita la integración social, incorporando experiencias de organización y trabajo como la economía social, solidaria, popular”. Para que no quedaran dudas, Beltrami aclaró que en muchos casos se piensa el desarrollo turístico asimilado al concepto de desarrollo-subdesarrollo, es decir la idea neoliberal de desarrollo que entroniza el hotel 5 estrellas o el spa súper exclusivo como única posibilidad, argumentando que la inversión privada derramará algún día sobre la población. “Sobre esto tenemos que discutir, porque algunos ponemos un signo de pregunta sobre ese derrame”, señaló el Director Provincial de Normalización y Calidad Turística.

        Por muchos motivos, en consecuencia, es necesario redireccionar flujos turísticos; el problema llamado turismofobia también debe tenerse en cuenta, pues “muchos vecinos resisten el avance de los flujos turísticos que trastocan la forma de vida”. Para aquellos lugares donde los errores ya se cometieron, “existen tecnologías que permiten ordenar, por ejemplo, el tránsito, entonces el turista sabe con anterioridad dónde no queda más lugar para estacionar, incluso en qué momento conviene ir a un lugar y no a otro por la cantidad de personas”.

        No es posible separar la actividad turística del desarrollo territorial, pero cuando se piensa el suelo como una mercancía, entonces se impone el capital inmobiliario y turístico y dado que “muchas ciudades de la provincia de Buenos Aires se transformaron en capitales de la excepcionalidad”, consecuentemente se perdieron cordones de producción alimentaria, generando por un lado un impacto ambiental brutal y por otro ayudando al encarecimiento de los alimentos frescos.

        “El Estado debe estar presente en el ordenamiento territorial”, sostuvo Beltrami, “debe intervenir en el mercado en relación a todos los usos del suelo y todo lo que planifique debe tener legitimidad, es decir que debe participar la ciudadanía, pero no sólo deben participar los comerciantes y empresarios, porque la sociedad no es sólo el sector privado y el funcionario de turno. Si se quiere reafirmar la participación, se debe incorporar al resto de los actores que pueden tener una mirada contrapuesta, pero el conflicto no debe asustar, porque un consenso no implica necesariamente unanimidad”.

        Porque vacacionar o escaparse un fin de semana de la rutina es un derecho adquirido, el turismo no sólo se debe pensar en términos económicos, sino también sociales.

Por Mónica Carinchi

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