Entre el desatino y la terquedad

        Nuevamente el Gobierno Nacional ha emprendido otra «cruzada» contra las Instituciones Republicanas que no le resultan adictas. Esta vez le ha tocado a la Justicia a quien se la pretende  subordinar al poder central por medio de leyes ostensiblemente inconstitucionales hechas por pedido, de apuro y a medida.

        Observo que aquí el desatino es tan grosero que constituye un agravio a todo el cuerpo social y una verdadera violación al Poder Judicial en su conjunto. ¿Y cómo se llama ésto?: ¿Democratización de la Justicia? Este es un eufemismo para disimular la realidad vulgar que pone en evidencia la doble moral política. Es lo confuso y peligroso de no llamar a las cosas por su nombre, sólo por conveniencia.

        VIOLACIÓN es VIOLACIÓN, aquí, allá y en el «más allá» también. Y a la Señora JUSTICIA le gusta que la reformen, que la retoquen y la mejoren, incluso que la enamoren, pero nunca que la violen.

        Otro desatino mayor que nos causa mucha indignación, es el referido a la carta que el mismo Papa Francisco (apenas asumido) le enviara a la Jefa de Estado. Allí le pidió afianzar la concordia, el diálogo y el entendimiento entre todos. Pero, además, la misiva incluía sus saludos y bendiciones a los argentinos, «especialmente a los que sufren». Por ésto último, le pidió encarecidamente que fuera publicada, aunque el Gobierno prefirió ocultarla. Ahora, es el mismo Vaticano quien haciéndose cargo del incumplimiento ajeno, la dio a conocer por su propia decisión.

        Parece ser, que con éste nuevo desplante el «idilio papal» está llegando a su término. Vemos que, recurrentemente, se repite el doble mensaje que a ella la caracteriza fingiendo lo que no es, y seguramente nunca será. Muestra las dos caras de la moneda. Al punto, alguien dijo: “Es mejor ser malo por voluntad que ser bueno por conveniencia, porque el malo cuando se finge bueno, es pésimo”. Sin embargo, el “gran desatino” lindero a la traición y al que no se le dio la gravedad que reviste, se produjo hace muy poco y partió del recaudador oficial Ricardo Echegaray, quien en su delirio por llenar las arcas estatales con impuestos turísticos se refirió a las Malvinas como “EL EXTERIOR”.

        Sostengo, que si éste mal funcionario y peor argentino dijo lo que dijo sin que la Presidenta salga a corregirlo, ¿para que insistir entonces con los reclamos de soberanía? Será mejor que bajemos las banderas y dejemos de quejarnos, como es costumbre entre nosotros. Y todo ésto constituye el desatino oficial a la orden del día, acompañado por la obstinación, la terquedad y la porfía, que son patrimonio exclusivo de autoritarios, necios y empecinados.

        Nos enseña un viejo proverbio chino: “El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él”. Esta testarudez puede llevarnos a situaciones difíciles e imponderables, sin embargo no hay nadie en el oficialismo capaz de hacerle ver sus enormes horrores a la Presidenta. Ella, con su terquedad distintiva demuestra que es incapaz de atender razones a la hora de cejar en su empeño desmesurado, y todo sin importarle siquiera las consecuencias que ello pudiera acarrear. Ay!!! Señora!!!. Le pido por favor que pare de porfiar y tenga cuidado, porque la estoy viendo subida a un árbol y serruchando con esmero y sin cesar la misma rama donde usted está apoyada!!!.

Dr. Juan José Carrasco

DNI: 8.269.853

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