Teatro para todos

        Con este sugestivo título he de referirme al insólito episodio protagonizado por el Gobierno Nacional con motivo de la elección del nuevo Papa Francisco, quien de la noche a la mañana pasó de ser un hombre réprobo a un ser elegido. Veo el oportunismo oficial en su fase más aguda allá… en lo más alto del poder sin la menor reserva, ni decoro, ni disimulo, ni pudor alguno. Dando un inesperado y violento giro en «U», sorprendiendo a propios y ajenos, ahora la Presidenta juntamente con ese coro de orejanos que siempre la acompaña reivindica la figura del Santo Padre ponderándolo hasta la exageración, sin ahorrar en halagos y alabanzas.

        De pronto, me pareció estar viendo “La devoción fingida”, ese pasaje de la obra que trata de la hipocresía en el teatro barroco español del siglo XVIII, y cuyo autor ahora no recuerdo. HIPOCRESÍA: ¡Qué mala palabra! Al respecto dijo el gran maestro Moliére: “La hipocresía es el colmo de todas las maldades”. Y con mucha razón, porque este defecto mayor consiste en engañarnos a nosotros mismos.

        Resulta que ahora estos simuladores desvergonzados pretenden ser más papistas que el Papa, sólo y únicamente por pura conveniencia, para quedar bien ante una sociedad que los observa atentamente entre el estupor y la indignación.

        Me pregunto: ¿De qué barro estarán hechos estos personajes? Ellos, subestimándonos una vez más piensan que lo que hacen no se nota. Y, justamente en eso creen lo que siempre creen los borrachos: ¡Que nadie se da cuenta!

        Nuevamente han mostrado la hilacha y lo que son capaces de hacer. Aprecio, sin temor a equivocarme, que este episodio constituye una tremenda derrota para el oficialismo y todos sus aliados de la que les costará mucho rehacerse. Recuerdo aquí, por caso, la famosa obra de Don Leandro Fernández de Moratín: “La derrota de los pedantes”. Ahora, por fuerza de las circunstancias, tendrán que tragarse sus propias palabras con la consiguiente indigestión causada por su misma torpeza. Nada es más peligroso y dañino que una opinión dicha al azar.

        Estimada Señora, respetuosamente quiero hacerle una pregunta: ¿No le parece que el pueblo argentino se merece una retractación pública humilde y sincera? Vemos como un gravísimo error histórico que Ud. no reconozca su equivocación a causa del orgullo. Y también le decimos que el daño infligido no alcanza a lavarse con unas pocas lágrimas. Lo siento, pero no le creo absolutamente nada. Tiene mucho de mentira decir verdades que no se sienten. Mi experiencia personal me enseña que la única misión del político es convencer a los demás de la verdad de sus mentiras. NO, FRANCAMENTE NO LE CREO. Por haber sido tantas veces engañado este pueblo, los argentinos estamos mal heridos de traición, con llagas que no cierran y sangran todavía. Todo esto me sabe a una grosera y burda sobre actuación, con nuestra máxima gobernante en el papel principal. Estoy mirando a mi país como un gran escenario donde podemos observar obras como ésta, viendo teatro como en el teatro, con artistas calificados y totalmente gratis, es decir: “TEATRO PARA TODOS”.

        Señora Presidenta, discúlpeme si le hago otra pregunta: “Qué cosa se siente estar delante de un hombre humilde, bondadoso y sincero cuando a quien lo hace le sobra el poder, la ambición y el dinero? Lamentablemente, observo que para esta dirigencia política la hipocresía pasó a ser un recurso teatral válido para sostener un relato vacío y agonizante. Pero, a Dios Gracias, la falsía y la mentira nunca jamás se impondrán a la verdad que nos mira.

Dr. Juan José Carrasco

DNI: 8.269.853

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