Los Talleres de la Marina y la era de los torpedos

, Historia

Historia del Partido de Tigre – Parte LXI. La creación de los Talleres de la Marina cumplió un rol muy importante en el desarrollo de la Armada Nacional. Además de los Talleres funcionó allí la División y Escuela de Torpedos, la Escuela Naval Militar y fue asiento de una base naval. El surgimiento del torpedo como nueva arma de defensa naval, los misterios alrededor del vapor Fulminante y la creación de la División de Torpedos son algunos de los temas tratados.

 

En sus comienzos sobre el río Luján había sólo un fondeadero bien ubicado para los buques cuya misión era la defensa de los ríos, pero no se contaba con instalaciones en tierra. Recién en 1879 se pusieron en funcionamiento los Talleres Nacionales de la Marina para la reparación de todos los buques de la Escuadra Sarmiento. “Fue una industria muy pujante, y no sólo se hacían reparaciones de la Armada, también se hacían reparaciones de buques de terceros. Se hacían trabajos de precisión y había una cantidad importante de operarios de acá”, señala Pablo Pereyra, Museólogo del Museo Naval y del Museo de la Reconquista.

Con la creación de los Talleres, ya no hubo que mandar a hacer las reparaciones de los barcos a los astilleros de origen, que generalmente eran de Europa o de Estados Unidos. “Uno de los antecedentes más importantes fue la reparación del cilindro (una pieza clave de la caldera del buque) del Maipú”, comenta Pereyra.

Los Talleres de la Marina constituyeron un avance en el desarrollo de la Armada Nacional. Se abarataron costos, se acortaron los tiempos de reparación y se formó mano de obra especializada en la industria naval. Tal es así que de los Talleres egresaron aprendices que luego de cursar estudios en el exterior se desempeñaron como ingenieros maquinistas en los buques de la Escuadra.

 

La era de los torpedos: los secretos del vapor Fulminante

La Escuadra Sarmiento, que dará inicio a la modernización de la Armada Nacional, estuvo basada en la propulsión mecánica, en la adquisición de cañones automáticos y en la formación de personal con capacitación técnica. Consecuentemente con esto y en función de la necesidad de controlar los ríos para asegurar la soberanía nacional, se compraron dos monitores y cuatro bombarderas. Pero básicamente la defensa se sustentó en una nueva arma submarina que estaba en sus comienzos: el torpedo, “nombre que entonces abarcaba tanto a lo que hoy llamamos minas como a las embarcaciones que las portaban[1]. En la Guerra de Secesión en Estados Unidos se dio inicio a una nueva etapa en el desarrollo de las tácticas navales por medio “torpedo a botalón[2]”. Se trataba de transportar una carga explosiva en el extremo de un largo botalón a través de una lancha que debía colocarla en la obra muerta del buque enemigo. El vapor Fulminante se había construido en Estados Unidos para este fin.

El vapor Fulminante llega a la Argentina en 1875 y el responsable de la operación fue Gunter Davidson, un Ingeniero Torpedista y ex teniente que había actuado en la Guerra de Secesión. El Fulminante tenía un casco de hierro, estaba aparejado como goleta de dos palos y estaba preparado como taller y depósito de torpedos, abarcando tanto a los explosivos en sí como a las armas preparadas en ellos para explotar en el fondo, a flote o en el extremo de un botalón de 8 metros colocado en la proa preparada a tal efecto.

Desde su arribo, el Fulminante estuvo rodeado de enigmas y suspicacias. En primer lugar, el vapor dependía directamente del Ministro de Guerra y Marina de la Nación, Dr. Adolfo Alsina, y no tenía contacto con el resto de la Escuadra. Una de las particularidades más llamativas del Fulminante era además que su Comandante era extranjero, el propio Davidson y toda su tripulación también era extranjera, contratada en Europa. Es decir, “siendo un buque de la Armada no podía ser tripulado por argentinos, los oficiales argentinos no conocían la distribución interna del buque” agrega Pablo Pereyra.

El Fulminante realizó trabajos de relevamiento hidrográfico en las proximidades de la Isla Martín García y se dedicó al tendido del cable telegráfico submarino entre Martín García y Buenos Aires. Asimismo, en el río Luján el vapor realizó experimentos con torpedos y minas de fondo. Por otro lado en el Fulminante tenía asiento la División Argentina de Torpedos.

El 4 de octubre de 1877, fondeado en el Río Luján frente al lugar donde hoy está el Club de Regatas la Marina, a las doce del mediodía, se produjo un incendio a bordo y un par de horas más tarde se produjo una catastrófica explosión. Se ha sospechado que esta voladura se debió a un boicot relacionado con los secretos que albergaba dicho buque.

 

Se crea la División de Torpedos

Una vez desaparecido el Fulminante, la División Argentina de Torpedos pasó al “Maipú”, un buque madre de las torpederas subordinadas que estaba apostado en el río Luján y en el que se alojaban las tripulaciones y se guardaban aprovisionamientos y repuestos. Años más tarde, en 1883, la División se instala en tierra con edificios propios, al lado de los Talleres de la Marina. Al otro lado se establecieron las escuelas de torpedistas, electricistas y maquinistas navales. En 1891 se comenzó a trasladar el Apostadero y la Estación de Torpedos a un nuevo asiento en La Plata.

Fuentes:

– Sidders, Juan Carlos, “Historia Marítima Argentina”, Tomo VIII.

– Publicación del Ministerio de Marina, Catálogo General del Museo Naval de Tigre, Guillermo Kraft Ltda., Sociedad Anónima de Impresiones Generales, Buenos Aires, 1945.

– Un agradecimiento especial a la bibliotecaria, la Sra. Elisa Collazo, y al Lic. Pablo Pereyra, ambos del Museo Naval de la Nación, por el importante aporte.

 

[1] Sidders, Juan Carlos, “Historia Marítima Argentina”, Tomo VIII, Pág. 109.

2 El botalón es un palo que se saca hacia afuera de la embarcación para diferentes usos




Deja una respuesta