Sentir la tierra en las ciudades: A despavimentar

En muchas ciudades, por el empuje de la comunidad, se ha iniciado un proceso de renaturalización, es decir volver a la tierra, el pasto y los espacios boscosos. Se está utilizando, en lugar de asfalto, piedras o adoquines que permiten la absorción del agua de lluvia.

En muchas ciudades europeas o de USA se está retirando el pavimento para retornar a la tierra, el pasto o materias primas más amigables como el adoquín o las piedras que permiten la absorción del exceso de agua durante las lluvias cada vez más sorprendentes. Según la Agencia Medioambiental Estadounidense, los materiales convencionales de pavimentación pueden alcanzar, en verano, temperaturas entre 48° y 67° centígrados; el pasto, en cambio, alcanza unos 20°. Es decir que el recurso de la despavimentación o renaturalización de las ciudades ayuda a bajar la temperatura y a disminuir la concentración del agua, o inundaciones, ya que el alcantarillado no es suficiente para los actuales caudales de agua.

El restablecimiento de suelo absorbente, la plantación de árboles y arbustos, lo que permite la recuperación de poblaciones de aves e insectos, es necesario para generar ciudades más vivibles. Debemos recordar que el 56% de la población mundial habita en conglomerados urbanos y se espera que vaya en aumento para mediados de este siglo.

En Portland, USA, surgió la organización DEPAVE, que, desde 2008, trabaja con comunidades para eliminar el pavimento subutilizado, reemplazándolo por un diseño vivo y permeable. ¿Dónde hay pavimento subutilizado? Por ejemplo, en las escuelas que tienen enormes patios donde los niños y jóvenes hacen sus recreos, inmersos en islas de calor que, además, son espacios grises y poco inspiradores. DEPAVE ha transformado muchos de esos playones en jardines aboscados que llevan la naturaleza a la escuela.

Por otro lado, DEPAVE también empodera a las comunidades privadas de derechos sociales y ambientales para superar esa injusticia, utilizando el concepto de reverdecer la ciudad para adaptarla al cambio climático. Promueve una ciudad sostenible donde la vida silvestre y las personas coexistan; y aquí hay que remarcar todas las personas, porque actualmente son los sectores más favorecidos económicamente los que disfrutan de la naturaleza en sus barrios cerrados, aunque la construcción de esos barrios cerrados primeramente destruyó la naturaleza y luego armó un paisaje artificialmente natural, forma constructiva que también es necesario rever.

Reducir la temperatura en las ciudades, generar condiciones para disminuir los riesgos por inundaciones y diseñar entornos bellos, es un imperativo para que la vida en los espacios urbanos sea más sana y feliz.

Por Mónica Carinchi

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