Una masacre a 60 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires: El secreto de Fátima

El especialista en historia reciente y derechos humanos, Fabián Domínguez presentó la segunda edición de El secreto de Fátima, con prólogo de Roberto Baschetti y dibujos del diseñador Gabriel Azad. El libro recibió el premio Fopea a la mejor investigación histórica 2021. Para adquirirlo, contactarse con el autor en su Facebook Fabián Domínguez.

A 62 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, por ruta 8, se encuentra el pueblito de Fátima, una localidad de Pilar, que es casi bucólica. Sin embargo, el pueblo pasó a la fama por la masacre ocurrida el 20 de agosto de 1976. “Un caso que sigue teniendo vigencia porque aún hay causas judiciales abiertas”, comentó Fabián Domínguez, autor del libro El secreto de Fátima, que va por su segunda edición.

Especialista en historia reciente y derechos humanos, el profesor Domínguez está convencido de que “la historia pasa por la puerta de nuestras casas” y con énfasis agrega: “La historia no es algo que pasa allá lejos y hace tiempo, ni que sólo les pasa a las clases altas. Nosotros también tenemos historia y hay que contarla”. Y así efectivamente lo hace, no sólo en sus libros, sino también en encuentros en colegios, sindicatos, centros culturales, donde lo invitan a presentar El secreto de Fátima.

La madrugada asesina

A 2 kilómetros del centro de Fátima hay un descampado atravesado por torres de alta tensión. Allí ocurrió la masacre, en las sombras de la madrugada del 20 al 21 de agosto de 1976.

“Para el pueblo fue una conmoción. Algunos dicen que la explosión se escuchó en Pilar. Pensaron que había estallado un horno de ladrillos o la caldera de alguna fábrica. Pero un hombre que iba a trabajar pasó por ahí a primera hora de la mañana y vio los cuerpos destrozados y desparramados”, explicó el historiador.

Policías y médicos forenses intervinieron inmediatamente y “el caso salió en tapa de Clarín, La Nación, La Opinión y Crónica el 21 de agosto. Fue un hecho muy conocido”, destacó el entrevistado que acotó que, por la intervención de la policía, se reconocieron algunas víctimas, pero “nunca se avisó a los familiares”.

Los 30 asesinados fueron colocados en ataúdes individuales y enterrados como NN en el cementerio de Derqui. Se inició una causa en el juzgado de Mercedes y en 1977 se cerró. Una voz informó a una familia, que buscaba a su hijo, que éste había sido asesinado en Fátima. Los padres se apersonaron en Mercedes, la causa se reabrió y otras familias también se presentaron.

Todos trabajadores

El entrevistado especificó que las 30 víctimas estuvieron secuestradas en el 3° piso de Coordinación Federal. Todos estaban vinculados al peronismo. “Un grupo de comisarios seleccionó a 30 personas. Los inyectaron con anestesia, los subieron a un camión del ejército (esto lo informó un policía que estaba de guardia y le tocó subir a esas personas que se movilizaban, es decir que estaban vivas). De ahí los llevaron a Fátima, los bajaron, les pegaron un tiro en la cabeza y luego los dinamitaron”, precisó.

Todos los asesinados eran trabajadores: de Ford, de una autopartista de Villa Adelina, de Colorín, dos hermanas de Molinos Río de la Plata. Muchos fueron secuestrados en sus lugares de trabajo.

Hasta ahora se identificaron 25 personas. “El último, en 2019, fue un carpintero paraguayo. Quiso sindicalizar a sus compañeros porque estaban siendo muy maltratados, con tan mala suerte que el dueño de la carpintería era hermano del brigadier Cacciatore”.

El intendente funebrero

En este caso, los asesinados no fueron a una fosa común. Cada uno fue colocado en un ataúd. ¿Por qué?

“En 1973, en Pilar ganó el partido vecinalista organizado por Beto Ponce de León que consiguió los avales del presidente de Nueva Fuerza que era Álvaro Alzogaray. Cuando se dio el golpe, los militares no lo vieron con disconformidad y lo dejaron de intendente. Beto era funebrero. Cuando se produjo la masacre, él estaba en Rosario. El secretario de gobierno -su hermano- lo llamó y le preguntó qué hacer. Beto no le respondió como intendente, le respondió como funebrero y le ordenó que mandara 45 ataúdes. La policía fue rearmando los cuerpos y finalmente usaron 30 ataúdes”, explicó Fabián.

Una lenta identificación

El caso de Fátima dio origen al prestigioso Equipo de Antropología Forense.

“Cuando la justicia de Mercedes le pidió a Clyde Snow trabajar en la identificación de restos del cementerio de Derqui, Snow no quiso participar y dijo que había un grupo de personas que sabían hacer el trabajo”, informó Domínguez.

Aunque fueron enterrados como NN, estar individualizados en ataúdes facilitó la tarea.

“El equipo se encontró con un cadáver al que le faltaba una pierna. Pensaron que algo había pasado, pero cuando llamaron a la familia y le explicaron que no habían podido armar el cuerpo completo porque faltaba una pierna, la familia les informó que era cojo”.

El equipo sigue trabajando para identificar los 5 cuerpos que aún son NN.

¿Por qué Fátima?

La hipótesis de Fabián Domínguez es que “la dictadura le mandó un mensaje a la iglesia porque se habían ‘quejado’ por algunas muertes, por ejemplo, la del padre Angelelli. La masacre se hizo en un lugar muy cercano a un sitio de retiro de la iglesia”. Y muy lejano al lugar donde se encontraban secuestrados los 30 asesinados.

Memoria e identidad

Durante mucho tiempo, los vecinos de Fátima vivieron la masacre como algo extraño a ellos, hasta que un director de la escuela secundaria consideró que era un hecho trascendental. “Así comenzaron desde el colegio a recuperar la memoria. Si bien tuvo algunas objeciones, la política de derechos humanos le dio la razón. En los últimos actos del 20 de agosto, el intendente encabeza el acto”, señaló el autor de El secreto de Fátima.

“En el pueblo se hizo el Paseo de la Memoria, donde están los rostros de los 25 identificados. A 2 kilómetros está el monolito que recuerda el lugar exacto de la masacre”, especificó.

Cada 20 de agosto se hace un acto en el Paseo de la Memoria y luego se va caminando hasta el lugar puntual del hecho. “El último acto fue organizado por el centro de estudiantes y una nieta de desaparecidos, hay una generación que está tomando la posta”, comentó Domínguez.

El caso de Fátima es uno de los que tomó Strassera en el juicio a las juntas militares. En el 2008 se hizo el juicio a los comisarios que participaron en el traslado y fusilamiento.

Por los cinco masacrados que aún falta identificar, el pueblo de Fátima pide Memoria, Verdad y Justicia.

Por Mónica Carinchi

Deja una respuesta