El caso carpincho

, Medio Ambiente

Los que se encierran en bunkers urbanos no pueden convivir con la vida silvestre. En Nordelta se suscitó un inconveniente con carpinchos, especie nativa que logró sobrevivir a todos los cambios territoriales que produjeron los desarrolladores inmobiliarios. Resolver el tema de los carpinchos requiere estudios minuciosos, por esto la especialista María José Corriale, Dra. en Ciencias Biológicas, recomienda educación ambiental y aumentar la tolerancia. El otro tema profundo, la inadecuada urbanización de esas tierras, requiere un debate amplio y urgente.

        Agosto fue un mes de visibilización del deterioro de la naturaleza provocado por algunos seres humanos. Mientras que el miércoles 18 cientos de ciudadanos y ciudadanas llegaron al Congreso con carteles que decían “basta de incendios” y por altoparlantes reclamaban el tratamiento de la Ley de Humedales, a 40 kilómetros de allí, una especie típica del humedal ejercía su derecho a habitar el territorio del cual es nativo, pero como sus caminatas familiares perturban, el jueves 19 los medios de comunicación se hicieron eco de la persecución de la cual son víctimas.

        Miles de personas se identificaron con los carpinchos y su derecho a seguir viviendo, en paz, en las tierras ocupadas por Nordelta.

        “La Asociación Vecinal Nordelta se está encargando del tema ya hace varias semanas. Yo muchas veces pregunté cuántas quejas tenían y eran muchas, aunque de muy pocos vecinos”, contó María José Corriale, Dra. en Ciencias Biológicas, especialista en manejo de mamíferos herbívoros nativos, en urbanizaciones y agroecosistemas.

        Si bien se están produciendo comportamientos de propietarios que no son correctos, la Dra. Corriale informó a este medio que no se tomarán decisiones apresuradas, sin fundamentación científica. Aclaró, asimismo, que son animales protegidos por ley, por lo tanto, está prohibido matarlos. “Son animales nativos dentro de su área de distribución natural”. O sea que los carpinchos llegaron primero.

Desmonte y carpinchos

        Aunque algunos nordelteños dicen que en el último año se produjo sobrepoblación de carpinchos, la especialista sostuvo que eso no está determinado. En cambio, lo que sí está verificado es el proceso de construcción de un nuevo barrio: “En los últimos años hubo un avance sobre áreas que no estaban intervenidas y ése era el lugar de los carpinchos porque eran tranquilas, con mucha vegetación. Cuando avanzaron los desmontes sobre esas tierras, no les quedó más opción que meterse en el interior de la urbanización y es por eso que ahora sienten que hay mayor cantidad de animales”.

        Las quejas vecinales obligaron a la Asociación Vecinal Nordelta a convocar a la Dirección de Fauna y Flora de la provincia de Buenos Aires y a la referente en carpinchos, Dra. Corriale, quien inició el relevamiento de estos herbívoros en 2014, encontrando que habitaban ese sector no desarrollado y dos barrios cercanos al río. “Hoy están en casi todos los barrios”, confirmó.

        Como todos los barrios tienen lagunas artificiales, esto favorece el desarrollo de los animalitos que necesitan contacto con el agua. Desde luego, también andan por tierra y visitan los jardines y la gente dice que los destrozan. “La palabra ‘destrozar’ es exagerada. Es una especie herbívora, seleccionan gramíneas y ciperáceas, es decir que va a comer pasto. Eventualmente puede comer una planta ornamental, para estos casos se puede poner un repelente. Nosotros lo evaluamos y nos dio buen resultado”.

        La Dra. Corriale piensa en alternativas para disminuir los conflictos. En el caso de los accidentes de tránsito, comentó que “habría que reducir la velocidad en las áreas donde circulan los carpinchos en las horas de mayor actividad de la especie que es hacia el atardecer”. Evidentemente son medidas muy sencillas, sin embargo “la gente tiende a no querer modificar su propia conducta”.

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        En relación a las mascotas, se le debe recordar a los vecinos que todos los barrios prohíben que anden sueltas, pero la gente tiene la costumbre de dejarlas sueltas. “Yo registré con cámaras trampa eventos de perros que salen directo a acechar a los carpinchos. Entonces no sólo los carpinchos pueden ser peligrosos para las mascotas, sino que las mascotas son un peligro para los carpinchos”.

        Las cámaras no mienten y sabemos que las personas exageran y a veces mienten. Cualquier animal que se sienta atacado o perciba que sus crías están en peligro, se va a defender.

        Como todo animal silvestre, busca lugares donde no haya gente, por eso “va a lotes desocupados o lotes públicos, como el campo de golf que cierra por la tarde cuando comienza el momento en que el carpincho tiene más actividad”.

        También es un animalito curioso, en consecuencia, si hay mucha tranquilidad y encuentra una puerta abierta, puede ser que entre a la casa, pero se hace un poco de ruido y el animal se va.

Siempre estuvieron allí

        Muchas voces surgieron para aportar soluciones. Algunos reclaman que los carpinchos queden en su área natural – compartida con los humanos – otros proponen su traslado al Iberá, ante lo cual María José exclamó que “es una locura” y varias son las razones: son animales que se estresan con facilidad, por lo tanto, podrían morir ya sea durante la captura o el traslado; habría que estudiar qué carga tolera el lugar y observar cuestiones sanitarias. Por donde se lo mire, “es impensable”.

        Otros plantean la castración, pero “no es un método utilizado para controlar especies silvestres. Quizás la esterilización, pero en Argentina no se aplicó en ninguna especie”.

        Si bien las buenas intenciones abundan, la ciencia dice que los carpinchos siempre estuvieron en la zona que hoy ocupa Nordelta, que fue un extenso humedal que albergó muchísima biodiversidad y ahora está destruido. Lo poco que resta de aquella naturaleza debe ser preservado.

        El momento actual requiere “educación ambiental para lograr la convivencia, divulgar la importancia de las especies nativas. Y tomar conciencia de que, si uno quiere ir a vivir a un lugar que está muy vinculado con la naturaleza, tiene que saber con qué se puede encontrar y estar dispuesto a eso. Si no, existen muchísimas alternativas que no tienen contacto con la naturaleza”.

        Por supuesto que la especialista considera que hay que estudiar el tema, pero también admite que la respuesta “no será rápida”. “Una ayuda es que salga la Ley de Humedales”, señaló y, mientras tanto, “encontrar un equilibrio, hacer algo para que no haya agresiones y aumentar la tolerancia”.

        Desde las islas del sur de Santa Fe y Entre Ríos, donde los isleños le ponen el pecho a los incendios intencionales, los megaproyectos inmobiliarios y la invasión de vacas, también tienen algo para aportar: “Aquí venimos viendo desde hace tiempo la migración de los carpinchos. Ahora les llegó a los ricachones y lo toman como una burla, pero les están quitando los espacios, les metieron vacas, es una competencia muy desleal, es muy desparejo entre el carpincho y la vaca a la hora de competir por la pastura. Entre la quema de pastizales para el ganado, los campos quemados, el valle seco, además el carpincho no toma agua podrida, cuando el agua se estaciona mucho en las lagunas y empieza a perder oxígeno, el carpincho se ve obligado a salir a los arroyos que tienen correntada o al cause principal del río Paraná. Sabemos que son animales migratorios y por esto están haciendo acto de presencia en lugares donde les puede parecer raro, pero históricamente fue territorio de ellos, pero lo perdieron”.

        El colapso de los ecosistemas está a la vista, por eso es necesario modificar la forma neoliberal de producir y ocupar la tierra.

Por Mónica Carinchi

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