Rumbo al Aconcagua

Un ejemplo de esfuerzo y perseverancia. El ganador de la última Maratón Buenos Aires en la categoría no videntes, Walter Álvarez, ya inició su entrenamiento con el objetivo de hacer cumbre en el Aconcagua. Sería el primer ciego argentino en lograr esta meta. En diciembre, junto con Valentín Aciar, Juan Pithot, Rodrigo Pardo y Carlos Mon, hizo una salida por el Lanín.

Todos los deportistas, ya sean profesionales o amateurs, se preparan, entrenan, se concentran para lograr un objetivo. “Creo que Walter (Álvarez) está súper acto para ir al Aconcagua. Obviamente que, si no hace cumbre, no se considera un fracaso. Yo creo que le va a ir bien, pero para mí la cumbre ya es algo secundario. Lo que nosotros resaltamos es el mensaje que nos deja, su fuerza de voluntad, su compromiso y perseverancia”, comentó Valentín Aciar, un joven montañista mendocino que acompañó en una salida al volcán Lanín al maratonista Walter Álvarez, quien intentará, en febrero 2024, hacer cumbre en el coloso americano, convirtiéndose así en el primer ciego argentino que plante bandera en sus 6.962 metros.

Además de Valentín Aciar, acompañaron a Walter Álvarez en la travesía por el Lanín, Rodrigo Pardo, Carlos Mon y Juan Pithot.

Todo lo aprendió de Walter

Quizás muchos piensen que nacer en Mendoza tiene como destino ser montañista. “Cuando viajábamos a Chile, que se puede ver una vista impresionante del Aconcagua, yo le preguntaba a mi papá ‘¿cuándo se ve el Aconcagua?, ¿cuándo se ve el

Aconcagua?’. Me parece que ahí nació mi pasión por la montaña y especialmente por el Aconcagua”, expresó Juan Pithot, que desde hace muchos años es guía de Walter.

Durante los entrenamientos se fueron haciendo amigos y Juan comenzó a sentir que su tarea se convertía en una ayuda mutua, por eso contó: “Más de una vez le dije ‘vos sos mi guía espiritual’, porque a veces uno se hace problemas por pequeñeces. Yo le digo que él es muy resiliente, tiene un ejercicio de la adversidad, impresionante”.

Como todo se aprende, Juan Pithot aseguró que Walter mismo fue quien le enseñó cómo guiarlo: “Un aprendizaje muy importante que me transmitió es no estar tan encima. Yo tengo 5 hijos y quizás soy muy sobreprotector y Walter me enseñó a no estar encima de las personas ciegas porque dice que los hacemos inútiles. Entonces yo lo protejo, pero no estoy encima de él”. Con humildad dijo: “Nada es mío, todo lo aprendí de él”.

Tienen consignas, unas para correr y otras para la montaña. “Son una única palabra porque uno se cansa cuando corre o sube la montaña”, explicó.

Aunque hace mucho que se conocen, Juan le sigue preguntando con qué se siente cómodo, especialmente ahora que está la novedad de la montaña. “A veces hay bajadas muy empinadas y se agarra de la mochila; otras, del bastón”.

Con seguridad, las conversaciones que tienen cuando corren o andan de travesía por las montañas se profundizarán bajo el cielo estrellado del Aconcagua.

Lo importante: aclimatarse

El Lanín es un volcán de 3.776 metros, ubicado en Neuquén y de él dijo el guía de montaña Valentín Aciar: “Es un cerro muy lindo. Al comienzo hay que hacer un trekking por el bosque. Después se pasa a una parte más pedregosa, con muchas rocas sueltas. Y la última, que es más de la mitad, es de glaciar y nieve dura. Ahí hubo que transitar con botas rígidas o dobles y crampones y piquetas. Es un cerro que tiene de todo. Muy divertido”.

Walter pudo imaginar los desniveles que atravesaron. “Nos dijo que escuchaba a uno más abajo y al otro más arriba y eso le permitía darse cuenta de la pendiente”, contó Valentín.

En relación a los riesgos, todos estuvieron únicamente abocados a resguardar la seguridad de Walter. “Cuando íbamos por el filo del pescado (un filo de un metro de ancho que tiene a izquierda y derecha, un precipicio) debíamos hacerlo con mucha precaución. Esta experiencia sumó mucho para todos porque implicó estar siempre atentos a Walter”, enfatizó. Además, sirvió, por ejemplo, para determinar que, para el Aconcagua, Walter deberá llevar canilleras, porque se golpeó mucho con las piedras.

Para subir cualquier montaña es importantísimo el estado físico, pero dado el entrenamiento que tiene Walter (ganó la última Maratón Buenos Aires), Valentín descartó que eso vaya a ser una dificultad.

El Aconcagua no tiene gran dificultad técnica, sus mayores dificultades son el clima y la altura. En cuanto al primero, ya existe una tecnología que evita depender de la suerte; en relación a la altura, es indispensable ir aclimatándose. “Lo que tenemos que evitar con Walter es que se apune”. Por eso, la próxima salida será Vallecitos, que está al oeste de Potrerillos. Allí dormirán a los 4300 y 4600 metros. “Lo importante es que su cuerpo vaya subiendo progresivamente en altura. Con ese proceso, va adaptando su cuerpo a la falta de oxígeno que presentan las montañas con mayor altura”, destacó Valentín, que especificó: “Desde la ciudad de Mendoza se ve el cordón montañoso de Vallecitos, que es el Cordón del Plata, una reserva provincial donde se deja el auto a los 3000 metros, lo que es positivo porque ya se avanza mucho en altura. Desde allí hay distintos campamentos que siempre tienen agua cerca y desde cada campamento se pueden hacer distintas montañas. A Vallecitos se lo considera como una escuela de montañismo porque se pueden hacer montañas fáciles y otras más difíciles o más técnicas, en todas las temporadas”.

Valentín Aciar resaltó que, para una persona ciega, subir el Aconcagua es “súper más complejo” y que para todos los amigos y amigas “lo primordial es que Walter vuelva a casa”, pero todos le tienen mucha fe y están seguros de que “puede hacer cumbre tranquilamente”.

Por Mónica Carinchi

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