Un salto vital

Durante la pandemia, en su producción artística aparecieron espacios en blanco y caras.Una de las obras del joven artista Dante Sasso fue elegida para estampar una blusa y desde ese momento su obra salió del living de su casa al mundo. Actualmente expone en el palacio municipal (entrada por Bourdieu 543). Tanto su madre como su profesora de arte están empeñadas en que los artistas autistas puedan exponer sus obras en los mismos lugares que los artistas convencionales.

        Si el aislamiento obligatorio fue complicado para algunas personas convencionales, mucho más para personas con condición del espectro autista. Sin embargo, aquellos que encontraron en el arte una forma de expresar y, seguramente, calmar su mundo interior, pudieron atravesar este momento histórico dando, incluso, un salto vital. Éste es el caso de Dante Sasso, un joven autista que pinta desde hace muchos años y que en pandemia le dio un giro a su proceso creativo y, además, comenzó a sacar su obra del living de su casa al espacio público.

        La pintura de Dante es una explosión de colores que se destaca del verde que ingresa por las ventanas. Dispuestas en el salón de arte donde Soledad Gilardini da clases a un grupo de jóvenes autistas que concurren al colegio Hans Christian Andersen, las obras fueron el marco para la entrevista con la mamá y el papá de Dante, mientras el joven se dedicó a pintar, sin que la conversación lo perturbara.

        En una primera etapa, Dante cubría toda la tela con manchas abstractas; durante el aislamiento, aparecieron espacios blancos y rostros.

        “A la falta de personas, empezaron a aparecer personas en su obra”, explicó Andrea Marengo, la mamá de Dante. “A él le gusta mucho la observación del mar y la naturaleza, por eso trabaja con colores muy vivos”, agregó.

        Soledad Gilardini aboga para que las personas no convencionales sean reconocidas en sus condiciones artísticas y puedan exponer en los mismos lugares que los convencionales. “Ella siempre vio a Dante como un artista”, destacó Andrea.

        “Sus obras tienen una profundidad”, dijo Sole, “que invitan a traspasarlas, a recorrer el espacio pictórico y siempre se encuentra algo nuevo. Las caritas las veo como un leit motiv que aparecen en momentos importantes y expresan distintas emociones. A veces dibuja una cara y después la tapa y ahí empieza algo distinto en la tela”.

        El padre de Dante, Dino Sasso, comentó que un día un amigo le dijo “guau, ¿quién le elige los colores?”, entonces él pensó “ahí hay algo, porque lo abstracto puede que haya pasado de casualidad, pero en la elección de colores ya hay un concepto de estética”. Y como es músico, añadió: “Cuando los jazzeros empiezan a improvisar, tocan y tocan sin saber qué notas tocan, porque están buscando la magia del arte que de repente aparece. Y cuando yo lo veo a él, me parece que hace lo mismo cuando tacha algo y sigue dando vueltas con el pincel”.

        Por su parte, Andrea aseguró que Dante no copia a nadie, “a lo mejor se nutrió de otros artistas, pero él hace su propia creación”. Dante tuvo la suerte de visitar muchos museos, tanto de la mano de su mamá y su papá, como de su abuela materna que siempre le incentivó su gusto por el arte.

        El año pasado, se contactó con Andrea la diseñadora Valentina Karnoubi, interesada en hacer una acción benéfica para la fundación Panaacea. “Eligió una obra de Dante para estamparla en tela y hacer camisas. Hizo una tirada que se vendió en 24 horas y todo se donó a Panaacea. Ahí empezó la repercusión de la obra de Dante. Y tomé dimensión de su trabajo”. Fue así que Soledad se puso a buscar lugares para exponer y, tolerando todas las complicaciones pandémicas, finalmente logró que a fines de enero se inaugurara la muestra en el palacio municipal (entrada por Bordieu 543). “Cuando Dante llegó a la muestra, necesitó un tiempo para comprender que ésa era su muestra y finalmente se puso feliz”, contó Soledad, que actualmente está con un proyecto de libro/catálogo de varios estudiantes del Andersen que, al igual que Dante, son artistas.

        “Con esta movida queremos concientizar, demostrar que no hay barreras en la comunicación. Hay que buscar las formas, no hay que pensar que los hijos autistas son sólo una crisis, tienen un mundo para compartir”, dijo Andrea Marengo, tan comprometida como Soledad Gilardini en conseguir espacios para que Dante y todo el grupo de artistas autistas del Hans Christian Andersen puedan mostrar su obra y así generar un encuentro de disfrute donde todos y todas se permitan dejarse llevar hacia la orilla luminosa de la integración.

Por Mónica Carinchi

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