El gran problema: evasión fiscal

Es necesario discutir una estructura tributaria progresiva e inteligente. Elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, impuesto a las grandes fortunas, deuda externa. Algunas propuestas del economista Julián Denaro.

        El impuesto a las ganancias, desde su origen, ha generado controversias, entre otras cosas porque algunos plantean que el sueldo no es ganancia. Para evitar discusiones estériles, el economista y docente Julián Denaro expresó: “Si la palabra ganancia lleva a pensar en una ganancia empresarial, entonces los salarios altos tampoco pagarían el impuesto y como las empresas podrían poner sus ganancias como sueldos gerenciales, entonces esos sueldos gerenciales no tributarían y, además, como el sueldo es tomado como un costo, disminuye las ganancias de la empresa, que entonces también pagaría menos. Es decir que es fácil que las empresas hagan matufias. Por esto los salarios altos pagan impuesto a las ganancias, que se debería llamar impuesto a los ingresos”.

        En el último gobierno de Cristina Kirchner, algunas centrales obreras se mandaron varios paros justamente con el argumento de que los trabajadores no debían pagar ese impuesto. Durante la campaña electoral de 2015, Mauricio Macri utilizó ese reclamo sindical y prometió la eliminación del impuesto para los trabajadores. Sin embargo, la decepción llegó muy rápido: durante su gestión, la cantidad de trabajadores y jubilados que pagaron ganancias, aumentó significativamente. Obvio, debía cubrir el desfinanciamiento del Estado producido por la eliminación de las retenciones al trigo, maíz y girasol y la baja de las retenciones a la soja, que benefició a las grandes corporaciones.

Debatir con seriedad

        Desde marzo, la modificación del impuesto a las ganancias es tema de debate: suba del mínimo no imponible, cambio de alícuotas, incorporación de tasas marginales.

        Para Julián Denaro, “debería diseñarse algo inteligente, porque lo que está armado ahora, no lo es. Se debe conseguir mayor financiación para el Estado, por lo cual todos los que tienen ingresos deberían pagar un impuesto, con una escala lógica, progresiva. Así se podría disminuir el impuesto al consumo que es un impuesto regresivo”.

        Mil veces se ha dicho: el 21% de IVA lo paga por igual un consumidor que vive en una villa como quien vive en el country más lujoso del Gran Buenos Aires. “El impuesto al consumo lo sufre más quien menos tiene. Entonces, ¿por qué no discuten el impuesto al consumo en lugar de discutir el impuesto a las ganancias?”.

        A fines del 2020 se aprobó el impuesto a las grandes fortunas. Denaro destacó: “Está mal llamado porque se convocó a un aporte solidario de las grandes fortunas que se hace por una sola vez. Se debería transformar en un impuesto que se pague todos los años”.

        Para que una sociedad sea justa y equitativa, quienes más tienen, más deben pagar, por esto es necesario discutir una estructura tributaria progresiva, racional e inteligente. “Distribuyendo con mayor justicia el impuesto al ingreso y reduciendo la evasión fiscal, se podría bajar el impuesto al consumo”.

        He aquí la madre del borrego: la evasión fiscal. “En ningún país desarrollado existe el nivel de evasión que hay acá”, subrayó el entrevistado.

        El FMI declaró que está a favor de establecer un impuesto global a la renta empresarial, reconociendo que existe una gran evasión fiscal y transferencia de renta hacia guaridas fiscales, lo que impide que los Estados recauden lo necesario para hacer frente a la crisis sanitaria y social provocada por la pandemia de covid-19.

Los que evaden

        Las corporaciones agroexportadoras hacen grandes negocios y al país le dejan migajas y desastres ambientales. “Hay cálculos que dicen que, si se cortara la evasión y el contrabando, solamente del río Paraná, se podría pagar la deuda externa en 3 años”.

        Hace poco salió a luz que Paraguay exporta más soja de la que produce. ¿Es magia? No, es contrabando. Hace falta estatizar los puertos para tener un mecanismo de control sobre el comercio exterior.

        “También debemos hablar de nuestra pampa azul, donde la riqueza ictícola es inmensa. Allí, los buques-factorías extranjeros nos saquean sistemáticamente y ahí hay un flujo de recaudación fiscal anual que se pierde”, informó el economista.

        La megaminería es otro saqueo. “Aquí queda un porcentaje muy pequeño en comparación a lo que se llevan las corporaciones transnacionales”.

        Otro saqueo fue el endeudamiento externo: “La deuda externa es un problema gigantesco que nos trajo el gobierno de Macri. Teníamos una deuda externa en moneda extranjera equivalente al 11% del PBI. Macri la llevó al 45%. Ese movimiento sirvió para enriquecer a los amigos del poder y ahora tiene que ser pagado con los recursos del Estado”. Endosarle al pueblo argentino deudas privadas, es una costumbre de los amigos de las élites: ya lo había hecho Cavallo en 1982.

        En Argentina, la presión fiscal ronda el 33%; en los países desarrollados del norte, es mayor. “En los países donde la pobreza y la inequidad es mayor, la presión fiscal es menor. Por lo tanto, tener una presión fiscal mayor, es aconsejable. Pero dada la evasión existente, la presión fiscal recae sobre los no ricos, porque los ricos evaden”.

        Cuatro años de gobierno macrista dejaron un tendal de 12 millones de ciudadanos debajo de la línea de pobreza, es decir que tienen sueldos que no llegan a los $50.000. Por eso, ¿elevar el piso del impuesto a las ganancias es una medida que impacte sobre los más necesitados? Quizás, por ahora, los pobres más pobres tengan que esperar que menos hombres de saco y corbata ocupen los recintos del Congreso.

Por Mónica Carinchi

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