“Desde la música defiendo la vigencia de los pueblos originarios”

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Pablo Trosman empuña el charango. Integra el legendario grupo Urubamba, acompaña a famosos músicos argentinos y ahora da clases de guitarra y charango en Tigre.

 

Después de haber acompañado a Paul Simon en la versión de “El cóndor pasa”, el grupo Urubamba -encabezado por el argentino Jorge Milchberg – llegó a nuestro país en 1976. Con una agrupación de músicos latinoamericanos – Uña Ramos, Emilio Arteaga -, Milchberg siguió apuntalando esa costumbre y contrató a Pablo Trosman – que por entonces tenía 19 años – como guitarrista. Así fue como Pablo partió por primera vez a Europa para tocar en Urubamba durante un año. “Yo era el guitarrista del grupo. Milchberg tenía muchos charangos, cuando todos se iban adormir, yo agarraba uno y me ponía a tocar como loco porque me había fascinado. De esa manera empecé, aprendí de Jorge Milchberg. Después elaboré una técnica que me permite tocar tangos, milongas”, contó Pablo Trosman, que desde hace unos meses vive en Tigre y da clases, tanto de guitarra como de charango, en la Casa de las Artes Tacuarí.

 

Música popular y étnica

Además de tocar en Argentina con León Gieco, Miguel Cantilo, Jorge Cumbo, en Chile grabó con Kalimarimba, una formación musical de fusión étnica latinoamericana, “en 2007 hicimos ‘Antiguo Apasionado’, un CD que fue galardonado en 2008, pero aquí aún no se ha editado”, señaló Pablo.

Como charanguista ha alentado la creación de la Asociación Argentina de Charango y en 2010 participó del 1° Festival Internacional Charangos del Mundo, cerrando el festival con Urubamba en la Biblioteca Nacional.

Por otra parte, desde hace dos años, está presentando con Graciela Mendoza un espectáculo para niños realizado “con canciones y leyendas de pueblos originarios, se llama ‘Tierra en flor’”. Lo han hecho en el Centro Cultural Borges, en el Teatro San Martín, en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza, donde lo reiterarán el próximo 29 de mayo, con entrada libre y gratuita. Pablo hace un hombre orquesta: “Toco, con un pie, el bombo leguero con un pedal que yo mismo fabriqué y, con el otro, toco pezuñas de cabra; además, el charango y el sikus al mismo tiempo. Los niños se divierten mucho”.

Graciela Mendoza canta en lenguas originarias y también cuenta historias, “algunos son cantos muy antiguos, pertenecientes a ceremonias, otros forman parte de la vida cotidiana. Con esta obra queremos demostrar que los pueblos originarios no desaparecieron, por eso lo hacemos también en escuelas, donde las maestras hacen trabajos previos y posteriores”. Actualmente, también con Graciela Mendoza, y siempre en relación con la música étnica, está terminando de grabar “un CD, ‘Puño y Guaguita’, que son canciones de cuna de los pueblos originarios de toda Latinoamérica”.

En el dúo que conforma con Teresa Méndez hace música popular latinoamericana, “el año pasado actuamos en el Museo de la Reconquista”, recordó.

La pasión por los ritmos e instrumentos autóctonos de este continente no se inició cuando apareció Urubamba en la vida de Pablo, viene de la sangre que corre por sus venas: “Tengo una abuela guaraní y quizás eso me fue empujando para este lado. Desde la música defiendo el recuerdo y la vigencia, el espíritu y las cosmogonías de los pueblos originarios”.

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