Todo sirve para la tapa de un libro

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Combinar imagen y escritura es la especialidad de Mariana Azcoaga. Escribe desde pequeña, es curiosa y audaz en sus búsquedas. En su estudio-taller, un mundo de libros multiformes invita al juego y la reflexión.

 

Cada vez que pensamos en un libro, se nos representa la imagen de hojas de papel rectangulares contenidas por tapas más gruesas. Sin embargo, los libros pasaron por distintos formatos: tablillas de arcilla, rollos de papiro, pliegues de pergamino. Ya en el siglo 20, “los artistas empiezan a investigar la hoja en blanco como si fuera un lienzo, con todas las herramientas propias de un artista plástico: posición, ritmo, color, que el libro tradicional no tiene en cuenta. Investigan también las posibilidades expresivas de las hojas, hacen tridimensión, esculturas adentro de las hojas. O sea que toman al libro como objeto plástico”, explicó Mariana Azcoaga, una artista plástica que se dedica al arte en libros.

 

Palabra e imagen

“Cuando yo les entregaba a mis profesores pinturas o esculturas acompañadas de texto, siempre trataban de sacarme la palabra porque es muy protagonista. Trabajar la imagen por sí misma, me sirvió, pero, para mí, la palabra es una pieza fundamental”. Y por supuesto, como una real artista, persistió en sus intentos de subvertir los mandatos, profundizó sus búsquedas y se encontró trabajando en el cruce entre arte y encuadernación.

“El libro es un soporte que me permite combinar imagen y escritura” y tanto sus formatos, como las imágenes y los textos, son desbordantemente poéticos.

Por supuesto, la mayoría de sus libros no tienen un formato tradicional, aunque “puede aparecer, porque cada texto necesita algo diferente”, pero reconoce que, a ella, fundamentalmente le gusta “explorar lo espacial”. Mariana trabaja sus libros como una obra integral: “Me surge una poesía y ahí aparece un formato, ya voy pensando cómo será”, es decir que la obra va creciendo junta, por eso un libro que cuenta una historia se va desplegando como el relato, en el tiempo.

 

Dime cómo encuadernas y…

“El mayor aprendizaje de una técnica es poder inventar otra forma de hacer las cosas”, sostuvo Mariana y explicó que las formas tradicionales de encuadernación utilizan materiales importados y costosos, en cambio a ella le interesa “trabajar de manera local y con los materiales que van surgiendo”.

Se declara una “ropavejera” porque todo lo que sobra, ropa vieja, cartón de la calle, “todo lo que aparezca”, va a parar a su taller.

“Tengo los ojos abiertos a lo que aparezca, porque me gusta preguntarme cómo se puede hacer una tapa con algo que encontré”. Así surgieron cuadernos con tapas de discos: “Encontré una pila de discos, me los traje. Estuvieron dando vueltas mucho tiempo, hasta que un día me dio el ataque del orden y dije ‘los tiro porque no sirven….¿o sí?’, ahí suspendí el orden y me puse a cortar y probar”. También las cámaras de autos tienen su oportunidad de una nueva vida: “Fue divertido trabajar con caucho, porque la encuadernación requiere prolijidad, mucho cuidado para que nada se ensucie, en cambio con las gomas se usan otras herramientas, cepillos, virulanas, detergente, punzón. Todo el taller era un descontrol, estaba todo sucio”.

Además de realizar técnicas sin adhesivos porque “son contaminantes” y recordar que “hay muchas maneras de encuadernar que no requieren adhesivos”, para el interior de cuadernos y libros utiliza papeles que tengan certificación de tala responsable. “Si bien yo hago papel, lleva mucho tiempo y además es quebradizo, así que no sirve para encuadernación. Me di cuenta que es más fácil reutilizarlo que reciclarlo”. Es decir que los papelitos que andan por ahí los utiliza para decoración, porque “es más rápido y el tiempo de producción también tiene que ver con el concepto de sustentabilidad. Si algo lleva mucho tiempo y energía, entonces no es tan ecológico, por eso el papel ecológico es más caro que el papel industrial”.

 

Origami para los más pequeños

El papel es un elemento siempre presente en la escuela y, además de escribir sobre él, también se puede plegar. “El origami desarrolla habilidades mentales y motrices específicas”, comentó Mariana. Efectivamente, realizar dobleces estimula la precisión manual y la actividad cerebral. Por otra parte, se puede hacer con revistas, “con cualquier papelito. Es muy accesible y ecológico, porque, con papeles que ya no sirven, se puede crear un montón de cosas”.

Que un niño se acerque a la realización de un libro, es ponerlo ante un objeto que sirve “para registrar, preservar y transmitir. Por eso es tan importante para nosotros, porque lo usamos para cosas que son fundamentales para la historia de la humanidad”, enfatizó Mariana.

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