Dos campeonas en Los Andes

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Rocío Alonso y Valeria Salum participaron del Columbia Cruce de Los Andes

Corrieron 3 días por la montaña. El segundo día las sorprendió la lluvia, el frío y la deserción de muchos de los equipos. Ellas llegaron a Chile.

 

Como si estuviera invitando a su compañera a dar un paseo por Los Rosedales, un día de julio de 2009, Rocío Alonso (25) le preguntó a Valeria Salum (43) si quería hacer el cruce de Los Andes. Con la simplísima respuesta de Valeria, “bueno”, comenzó la aventura de estas dos tigrenses que, entre el 5 y 7 de febrero, corrieron la 9° edición del Columbia Cruce de Los Andes.

“Todavía no puedo creer que haya corrido 100 km. en ascenso”, exclamó Rocío, que confesó haber vuelto “con las patas rotas y llena de ampollas”, pero 4 días después de haber terminado la carrera, ya estaba llamando a una amiga para salir a entrenar, porque, como dijo Valeria, “correr levanta el ánimo y se hace un vicio, el día que no se sale a entrenar una se siente pesada”.

Este año, el Columbia Cruce de Los Andes largó desde El Bolsón, en Río Negro, y terminó en el paso El León, en Chile.

1° etapa

“Como es nuestra primera experiencia, no quisimos largar con el primer pelotón”, explicó Rocío. Les llevó 7 horas recorrer 32 kilómetros, pero “estuvimos 3 hs. paradas esperando la lancha”, aclaró Valeria, ya que esta etapa incluyó la navegación en lancha por el lago Escondido y también el cruce de un puente colgante que “sólo se puede pasar de a dos”.

Culminaron el día en la estancia de Lewis – un productor de cine -, “acampamos en el patio trasero que tiene 1000 hectáreas”, comentó, risueña, Valeria.

 

2° etapa

En tanto que el primer día transcurrió con buen clima, el inicio del segundo trajo “lluvia, agua nieve, frío; fue muy duro y al final tuvimos que cruzar el río Manso con el agua helada por arriba de la cintura y las mochilas en la cabeza”, señaló Valeria.

Toda esta etapa fue en ascenso, llegando hasta los 2400 metros de altura. Fueron otros 30 km. con las mochilas en la espalda y, aunque sólo llevaban “abrigo, agua y el botiquín”, el peso fue suficiente para que Rocío dijera “esta marca que tengo acá es de llevar la mochila”.

Mientras los corredores iban andando, la lluvia hizo caer un puente, entonces, cuando fueron llegando al campamento, se encontraron con una sorpresa: un campamento 2bis había sido instalado de urgencia a 5 km. de allí, por lo cual algunos tuvieron que seguir caminando. “Por suerte nosotras nos quedamos en el primer campamento, pero no teníamos baños químicos, había poca comida y reinaba el desconcierto”, contó Rocío.

En ese momento, “más de 100 equipos abandonaron por las condiciones duras, por la lluvia, por el frío. A nosotras nos daba un poco de verguenza porque, mientras la gente lloraba, nosotras disfrutábamos de chapotear en el barro”, reconoció, aún con cierto pudor, Valeria, que sintetizó: “Fue una aventura y nosotras disfrutamos”.

 

3° etapa

A los últimos 37 km. debieron agregarle 5 km. ya que tuvieron que ir a buscar a la otra parte del contingente. Olvidadas del mal momento, Roció recordó: “Ese día fue espectacular, atravesamos un bosque de colihues, lagos turquesas por todos lados. La frutilla del postre fue una barranca con pendiente negativa, casi no la podíamos trepar. Pero finalmente llegamos a Chile después de casi 5 horas de carrera”.

Concluidos los 100 km., Rocío y Valeria quedaron en la categoría damas en el lugar 35 sobre 150 equipos; y en la general se ubicaron en el puesto 338 sobre 750 equipos. “Seguramente”, dijo Valeria, “el año próximo vamos a armar otra estrategia para lograr un mejor puesto”, porque este año el objetivo era terminar.

Mientras las dos corredoras vivían con toda la adrenalina la prueba del cruce, desde aquí las familias intentaban seguir la competencia, pero “la página oficial no estaba muy actualizada y nuestras familias no sabían en qué campamento estábamos, pero estaban intranquilos hasta ahí nomás porque sabían que nosotras íbamos a sobrevivir a cualquier cosa”, explicó Valeria y su hijita remató: “aunque extrañé a mi mamá, yo estaba bien porque sabía que ella estaba disfrutando”. Efectivamente, en el rostro de ambas corredoras se pudo ver la satisfacción por haber participado de esta carrera de esfuerzo y aventura. El arco del triunfo para ellas.

Rocío y Valeria se entrenan con Adrián Tubío. El grupo se reúne lunes, miércoles y viernes a partir de las 20.30 hs. en Lavalle, frente a la Virgen. “El promedio de edad es de 35 y lo baja Rocío”, dijo Valeria con una sonrisa. El grupo corre y pedalea y homenajeó a estas dos campeonas con un gran asado donde compartieron “la experiencia, fotos y ya algunos se entusiasmaron por eso seguramente el año próximo vamos a ser más”.

Quienes también están entusiasmados son las familias de las corredoras. “Aunque mi familia piensa que me faltan un par de jugadores, estaban seguros, por mi forma de ser, que iba a terminar. A mi abuelo se le cae la baba, le cuenta a todos sus amigos que la nieta cruzó Los Andes”, contó con satisfacción Rocío.

Esta experiencia tan singular despertó en ellas “las ganas de seguir corriendo”. Como el entusiasmo es contagioso, esperamos con fervor el 2011 para hacer una nueva nota. Felicitaciones al equipo.

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