Atracciones de verano a principios del siglo XX

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Historia del Partido de Tigre – Parte XLIV

Durante los meses de verano de la belle époque, Tigre fue un lugar obligado de concurrencia con la oferta de varios atractivos y entretenimientos. Las kermeses, los bailes de disfraces y los bailes de cotillón eran algunas de las atracciones.

 

Uno de los programas de verano en Tigre eran las kermeses, a las que asistían veraneantes de zonas cercanas como San Isidro. Otro atractivo eran los bailes de disfraces en Carnaval. Los jóvenes enmascarados solían recorrer en grupo las casas de los amigos que vivían en la costa. Asimismo, se nombraba una comisión de vecinos, presidida por el Intendente, que se encargaba de organizar los festejos del Carnaval.

También se realizaba el “Corso de Las Flores”, que era un desfile de carruajes adornados, un acontecimiento muy popular que reunía a toda la juventud. Julia Valentina Bunge[1] relata que José Pacheco[2] había llevado a un grupo de amigos en un carruaje tirado por caballos desde donde arrojaban y recibían flores. Los festejos duraban varios días y durante el recorrido se instalaban palcos para ver el espectáculo. Desde los coches se lanzaban flores con cintas, bombones, abanicos, etc.

También se realizaba el corso de botes desde el río Carapachay hasta los Talleres de la Marina (donde hoy está el Museo Naval sobre el río Luján). “El corso del jueves será una fiesta espléndida, una reminiscencia de las noches encantadas de Venecia. Las quintas próximas a la costa serán vistosamente engalanadas por sus dueños e iluminadas con profusión y las luces de los edificios reverberando en las tranquilas aguas y cruzándose en  los reflejos de las lámparas de las embarcaciones producirán un efecto fantástico que recordará las lagunas del Adriático surcadas por las góndolas”[3] .

En la Plaza Cazón se hacían bailes de Carnaval a beneficio del Hospital de Tigre que estaba a cargo de una comisión de señoras presidida por Magdalena Villegas de Martínez y Clemencia Frías de Williams.

 

El cotillón

El cotillón era un momento especial del baile que empezaba después de la medianoche, se trataba de danzas con figuras al compás del vals en el que se repartían regalos y había un director de coreografía que marcaba los pasos. Ya había antecedentes de esta costumbre desde la época de Rosas. Los mejores cotillones del momento, según se decía, eran los del Tigre Hotel y los del Hotel Bristol de Mar del Plata.

Una nota del diario de Julia Valentina Bunge de abril de 1905, al finalizar el verano, decía: “Ya ha transcurrido casi todo el verano, y pronto nos iremos a Buenos Aires. No iremos al Tigre pero iremos a Palermo”.

 

Fuentes:

-Zenequelli, Lilia, “El Tigre Hotel y Tigre Club”, Museo de la Reconquista, Municipalidad de Tigre, Buenos Aires, 1987.

-Ruiz Moreno, Silvina, “Tigre y las verdes Islas del Delta”, Camalote, Buenos Aires, 2004.

 

[1] Julia Valentina Bunge era una joven de la alta sociedad de la época, a las que llamaban “jóvenes casaderas”. Se inclinó a las letras al igual que su hermana Delfina, quien sobresalió como escritora, poeta, y ensayista. Julia Valentina colaboró con Delfina en la redacción de cuatro libros de lectura para la enseñanza primaria. Se ha destacado el diario íntimo de Delfina Bunge, de dieciocho cuadernos manuscritos y cinco volúmenes escritos a máquina, que es un  testimonio de la historia de los argentinos de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. (Delfina Bunge. Diarios íntimos de una época brillante, por Lucía Gálvez, Planeta, Buenos Aires)

 

2 José Pacheco fue el hijo del General Angel Pacheco, propietario de la estancia El Talar que dará origen a las localidades de Gral. Pacheco y El Talar. José y su esposa mandaron a construir la actual iglesia de Pacheco, llamada “Purísima Concepción”, que está ubicada sobre la ruta 197.

 

3 Ruiz Moreno, Silvina, “Tigre y las verdes Islas del Delta”, Camalote, Buenos Aires, 2004. Pág. 109





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