Hacia una nueva matriz económica

Un plan económico a escala humana y con eje en el cuidado del ambiente. Un grupo de Economistas y Pensadores Independientes proponen un plan macroeconómico. Promueven la reactivación del mercado interno, la condonación de la deuda interna de trabajadores, pequeños productores y comerciantes y la investigación sobre cómo se generó la deuda externa.

        En un país como Argentina que tiene bienes, recursos, riquezas que pueden ser inteligente y estratégicamente utilizados, en beneficio de todos sus habitantes, la pobreza es inmoral.

        La deuda externa e interna viene condenando a millones de argentinos a vivir en la desesperación: habitar lugares indignos; no comer o comer basura; ver a los hijos pequeños morir por causas evitables; saber que los descendientes repetirán historias de miseria y humillación. A esto se debe sumar la destrucción de ecosistemas sepultados en cianuro, glifosato y cuanto veneno usen las transnacionales para arrancarle a la naturaleza los bienes que ella fue creando durante miles de años.

        Terminar con las deudas y con el ecocidio es posible y necesario. Y para esto se requiere tomar decisiones diferentes y creativas. “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, dijo Albert Einstein.

        Para iniciar el camino de despegue económico-social, el grupo de Economistas y Pensadores Independientes (E.P.I.), que adhieren al decrecentismo, presentó un plan macroeconómico basado en 3 ejes: 1) economía a escala humana; 2) economía centrada en el cuidado ambiental; 3) desarme de la guerra y del capital especulativo para construir la paz.

        Algunas de sus propuestas son: a) generar una estructura económica basada en la redistribución, para lo cual se deben establecer impuestos al lucro y a la riqueza, además de sancionar una Renta Básica Universal para todos los ciudadanos; b) terminar con la especulación financiera, obligando a los bancos a dirigir sus saldos monetarios hacia la actividad productiva; c) condonación de la deuda interna a trabajadores y pequeños productores y comerciantes; d) eliminar definitivamente el agronegocio, la deforestación, la minería contaminante y dedicarse a la recuperación de los ecosistemas dañados; e) recuperar la Soberanía Alimentaria, volviendo a un campo con campesinos y agricultores; f) cambiar definitivamente la matriz energética, instalando la producción de energías limpias y renovables; g) transformar las grandes urbes a una escala humana, donde los habitantes encuentren soluciones a sus necesidades alimenticias y energéticas; h) iniciar el tratamiento de la basura, para eliminar los altos niveles de contaminación que existen por este tema; i) respetar a las comunidades originarias, permitiendo que gestionen sus territorios con sus costumbres ancestrales; j) no seguir invirtiendo en el complejo militar.

        Los economistas sostienen que existe un contexto de recesión mundial profundizado por la pandemia y que todo hace suponer que los países centrales cerrarán sus mercados para generar reactivación interna. En este sentido, el economista José Cárcamo, integrante del E.P.I., mencionó que “en la década del 30, lo que reactivó la economía argentina fue el mercado interno, con la implementación de la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes y la Junta de la Yerba Mate, creación de Federico Pinedo, que luego Perón profundizó con la creación del IAPI”.

        En la actualidad, Cárcamo considera que, a la activa intervención del Estado, hay que agregar la participación de los movimientos sociales y ambientalistas que buscan detener el extractivismo, destacando en este sentido la lucha de los pueblos por el agua.

        Por último, insistió en que es necesario estudiar cómo se originó la deuda externa y que se debe cambiar definitivamente la matriz económica y productiva del país, que no puede quedar a expensas de grupos extranjeros, por lo cual recordó una frase del presidente Salvador Allende, en 1972, ante las Naciones Unidas: “Hay organismos y empresas multinacionales que están fuera del control de la sociedad y que no han sido elegidos por el voto de nadie”. Cuarenta y ocho años después, América Latina sigue en la misma situación.

Por Mónica Carinchi

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