La pesada herencia de los 90

Además de nafta, YPF produjo desarrollo científico-tecnológico. Trabajadores tercerizados, edificios abandonados, pérdida de derechos laborales, son algunos de los temas – además de la exploración de nuevos yacimientos – que deben encarar los actuales funcionarios de YPF. Por ahora, entre ex trabajadores, no se plantean debates ambientalistas en relación a la utilización del petróleo, pero se considera que, en manos del Estado, habrá controles sobre ese tema.

 

Durante los 90, se armó la falacia de que la empresa privada es eficiente y rentable, en tanto a la empresa del Estado se la construyó como burócrata, ineficiente, antirrentable. ¿Se acuerda, doña Rosa?

Sin embargo, “cuando uno empieza a rastrear la historia del laboratorio de YPF de Florencio Varela, descubre que tiene características científico-tecnológicas abrumadoras”, dijo Hernán Palermo, investigador del CONICET. “Lo cerraron en el 94 y se robaron todo, pero la biblioteca quedó intacta y allí están todas las patentes de desarrollo científico-tecnológico realizadas por YPF, es decir descubrimiento nacional y estatal; también las patentes que se compraban para poder utilizar esa tecnología. Además hay un tesoro en libros. Los ex trabajadores cuentan que el laboratorio era el corazón de YPF. De obsoleto, ese laboratorio no tenía nada y en el 94 se cerró, bajo la gestión Estenssoro, porque no era ‘rentable’”.

Un tema importante, entonces, para repensar es el rol del capital privado y el rol de las empresas en manos del Estado.

 

Perfil de trabajador

A partir de testimonios tomados a ex trabajadores de YPF y por los propios monumentos realizados por la empresa, el investigador Hernán Palermo sostuvo que “la empresa hizo una construcción de la masculinidad y el trabajador, que se volcaba en el hacer diario, por eso nadie puede decir que un trabajador de YPF era un vago”.

Mencionó relatos de obreros que perdieron a compañeros en frentes de fuego o que contaban la pérdida de un miembro “desde el orgullo”. “Yo a esto lo llamo construir hegemonía empresaria”, manifestó Hernán.

A los trabajadores muertos, YPF les hacía placas con la leyenda “en cumplimiento del deber”, como si fueran soldados civiles que estaban haciendo patria. “Los trabajadores tenían una gran disciplina. Puedo asegurar que esa imagen de trabajador del Estado atorrante, que se construyó en los 90, no fue así”.

 

Trabajadores y tercerizados

Con extensos conocimientos en relaciones laborales, el Lic. Palermo expresó que “ahora que YPF ya está en manos del Estado, habría que generar transformaciones que restituyan los derechos perdidos de los trabajadores”.

A partir de la lectura de memorias y balances de Repsol, “se detecta que los tercerizados cobran 10 veces menos. Algunos hacen mantenimiento y tienen condiciones laborales deplorables. Esta es una herencia de los 90 y algo se debe hacer”.

Palermo explicó que YPF sigue teniendo 30 mil trabajadores, pero el 80% son tercerizados. “Ese es el conflicto”, advirtió. “También hay que rever el trabajo insalubre. Hay áreas que ya no están caracterizadas como tal, por ejemplo esas donde la toxicidad de lo que se respira es peligrosa; o los turnos de trabajo que se duplicaron y en un pozo de extracción no se puede tener a un trabajador somnoliento porque un accidente allí es distinto al que se produce en una oficina. Una empresa del Estado debe ser ejemplo en relaciones laborales”.

Después de 20 años de lucha de los ex trabajadores y del vaciamiento provocado por Repsol, el petróleo volvió a manos del Estado. “Ahora la presidenta interpela a los trabajadores diciéndoles que deben tener otra ética del trabajo porque la empresa es estatal, estamos de acuerdo. Pero no se puede interpelar a los trabajadores si unos son de planta y otros tercerizados, si hacen los mismos trabajos y tienen distintas condiciones laborales. Si esto se corrige, se puede potenciar el trabajo”, aseguró Hernán.

 

Los trabajadores no son pichis

En el 2006, Repsol implementó una transformación que “implicó la jubilación anticipada para los trabajadores que quedaban de la etapa estatal o si no, los cambiaban de puesto, colocándolos en lugares sin jerarquía ya que se privilegiaba a los jóvenes profesionales, pues son más maleables a las políticas de recursos humanos”.

Geólogos, ingenieros, técnicos que quedaron fuera de la empresa “tienen una gran experiencia que sería importante restituir de alguna manera. Tender puentes de comunicación con las agrupaciones de ex trabajadores sería una política interesante”.

 

La escuela del trabajo

Distintas manifestaciones de la desocupación, generada por las políticas neoliberales de los 90, alimentaron largamente las cámaras de televisión. Sin embargo, otras son poco conocidas: “En ciudades y pueblos donde había empresas del Estado que fueron privatizadas, se produjo un aumento de suicidios, cardiopatías, violencia familiar. En general esto no se asocia a los procesos políticos porque no fue inmediato”.

El trabajo como estructurador de la vida desapareció, entonces “aquellos jóvenes de 18 o 20 años que indefectiblemente iban a tener su primer empleo en YPF, vivieron la desocupación de sus padres y después comenzaron a vivir la propia. Esos jóvenes, que tenían asegurado el trabajo, empezaron a vivir de changas, de planes sociales con la consecuente pérdida del trabajo como lugar de dignidad, de espacio de formación”.

Por suerte, algunos desocupados reaccionaron. “La Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi es muy importante, pues, de alguna manera, subsanó esa pérdida. Los jóvenes que vivían esta experiencia de desocupación fueron incorporados a la agrupación, que tomó los galpones de YPF y armó talleres de oficios que el INTI certificaba. Cuando ya estaban capacitados, hacían trabajos comunitarios hasta que consiguieran trabajo en una empresa”.

O sea que la UTD rearmó los lazos sociales quebrados por la desocupación y la desaparición del Estado. “En su conducción están los ex trabajadores de YPF que, como dice Pepino Fernández, vienen de la escuela del trabajo”.

 

Nafta y algo más

Cuando se piensa en YPF, uno imagina el surtidor y la nafta entrando al tanque del auto, pero ese es el final de un larguísimo y complicado proceso que comienza con la exploración. “Es el área de inversión más costosa; implica mucho dinero, mucho tiempo, mucho conocimiento. Además, se puede explorar y no encontrar nada. Esta parte, que es la más cara, al capital privado no le interesa y por esto se acortó la expectativa de reservas en Argentina, porque Repsol extrajo el petróleo y lo exportó y no siguió explorando, por lo cual nuestras reservas se fueron agotando”.

Para advertir la magnitud de las inversiones hechas por YPF en 70 años y el daño causado por Repsol en una década, Hernán recordó: “Argentina fue el primer país latinoamericano que tuvo una petrolera estatal; la refinería de La Plata, de 1925, también fue la primera de Latinoamérica; Mosconi, que se puede decir que es el creador de YPF en 1922, después asesoró a todos los países latinoamericanos. Argentina fue completamente innovadora y generadora de conocimientos; hoy, Brasil nos supera en reservas y tecnología”.

El proceso que va del crudo a la nafta es muy complicado. “Después de la investigación, viene la extracción. En los países árabes es muy barato extraer petróleo porque se hace el pozo y sale solo; acá no, hay que sacarlo, por eso es más caro”.

“Hay muchísimos productos derivados del petróleo que eran procesados por Petroquímica Mosconi que también pertenecía al Estado. Y debemos recordar a Gas del Estado, que se privatizó con el diputrucho”.

 

La patria contratista

“YPF tenía un contrato con Techint a la que le compraba todo el stock de tubos sin costura a precio internacional. Si YPF no lo necesitaba, igual tenía que comprar. Las empresas del Estado han sido un flujo constante de ganancia para la patria contratista.

“Durante la dictadura del 76, las famosas privatizaciones periféricas fueron licitaciones de YPF, a capitales privados, de áreas que no requerían inversión en infraestructura, mientras YPF desarrollaba las áreas más costosas”. Por supuesto, no podemos ser ingenuos, en esto también hay responsables dentro del Estado.

 

Los edificios

Campamento Vespucio está al lado de General Mosconi. Era el barrio de los trabajadores calificados. “Hoy es casi un pueblo fantasma. Tiene un cine abandonado, es tristísimo. Así, el país entero está lleno de instalaciones abandonadas. Eso podría ser recuperado por las gobernaciones, los municipios”.

“Los 90 significaron el desguace de todo lo nacional. Se vendió, se regaló, se desarmó, se cerró. Recuperar todo eso es bastante complejo”.

 

Ambiente y pueblos originarios

“El petróleo es la mercancía fundamental del capitalismo”, planteó Hernán. Ahora bien, por una cuestión ambiental, el uso de los combustibles fósiles está cuestionado; pero Palermo insistió: “El petróleo es la mercancía más importante del sistema capitalista y no hay muchas expectativas de que deje de serlo; hace funcionar al sistema, todas las industrias funcionan en base al petróleo, gran parte de los productos que consumimos cotidianamente tienen derivados del petróleo. Todas las guerras actuales están vinculadas a él, lo dijo Mosconi en el 25 ‘no hay conflicto armado en el mundo que no huela a petróleo’. Entre los ex trabajadores hay muchas discusiones, pero lo que no está en discusión es que el recurso debe ser estatal. La cuestión ambiental no es aún tema de debate, pero si el recurso está en manos del Estado, se supone que hay controles, cuidado del ambiente, desarrollo local”.

En cuanto a los pueblos originarios, el investigador indicó que “los reclamos de la UTD confluyen con los reclamos de los pueblos originarios, porque esa lucha también está dada por la expansión de la frontera agraria sojera. En las caras de sus integrantes se ve que tienen sangre de pueblos originarios”.

Entre sus observaciones señaló que “YPF nunca tuvo una política especial relacionada con los pueblos originarios. Todos los gobiernos, desde la campaña de Roca, tienen una deuda con ellos”.

Al servicio del capital privado, los medios de difusión – a través de programas cómicos o de política “seria” – ayudaron a construir una imagen de Estado ineficiente y empleado público vago. Hernán Palermo, que hizo todos sus estudios en escuelas del Estado y en la Universidad pública, nos ofreció su conocimiento sobre YPF y sus trabajadores, elaborado en 10 años de investigación. Estuvo al lado del laburante que mueve pesadas herramientas en los cerros patagónicos, soportando frío, viento, nieve; hizo entrevistas a empleados desplazados por “jóvenes profesionales”; leyó memorias, informes y balances. Su voz – como la de todos los investigadores argentinos – se oye poco. Para conocer más sobre su trabajo, el mes próximo estará disponible su libro Esplendor y ocaso de YPF.

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