El pollo pastoril

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Una idea básica: producción cooperativa y ecológica. Desde hace 10 años, una pequeña cooperativa entrerriana está produciendo pollos y huevos ecológicos:  mejora la calidad de vida de los chacareros, de los animales y de los consumidores.

 

En contraposición a la cría industrial de pollos, desde hace algún tiempo, muchos microemprendedores han recuperado la sana costumbre de producir pollos a puro campo, es decir dándoles granos, dejándolos caminar libremente y dormir por la noche. O sea, generaron un negocio en armonía con la naturaleza, respetando el bienestar animal y produciendo un animal de mejor calidad.

 

Orgánico y cooperativo

“En el 2001, cuando todo el mundo decía que no se podía hacer nada y viendo que los hijos de los productores se iban de las chacras, entonces armamos la cooperativa para criar pollos de campo”, contó Jorge Velayos, alma mater de la Cooperativa Granjera Entrerriana de Chacras Orgánicas (COECO).

Las chacras se encuentran en el partido de Colón, Entre Ríos, y todo comenzó en Arroyo Barú, un poblado que queda a 30 km. de Villa Elisa, famosa por sus termas. Después de hacer un convenio con la Universidad de Buenos Aires, llegaron al pueblo profesores de la facultad de Agronomía y futuros ingenieros agrónomos que “no habían visto un toro en sus vidas y en 6 meses se recibían”, recordó Jorge. Uno de los profesores se interesó por dos galpones de pollos que había en el pueblo, le preguntó a los productores para quiénes trabajaban y cuánto les pagaban. La respuesta “lo puso loco, porque en ese momento – 2001 – les estaban pagando con cheques a 11 meses. Entonces yo me pregunté por qué no podíamos hacer un pollo diferente, venderlo nosotros mismos y además, incluir a toda la gente que se estaba yendo. Así nació la cooperativa”.

A la propuesta se unieron 13 familias y como “hacer el pollo artesanal lleva mucha mano de obra, porque al animal hay que atenderlo mañana, tarde y noche”, allí estaban todos los jóvenes que encontraron una nueva ocupación.

Mientras que un pollo industrializado se hace en 40 días, “nosotros tardamos entre 70 y 73 días. No le damos harina de carne, le damos fosfato dicálcico y granos orgánicos. Nuestro pollo duerme de noche porque se le apaga la luz y de día está con la puerta abierta y sale, camina, tiene comederos y agua afuera y come cuando él quiere. Por esto, registramos a nuestro pollo como pastoril, se llama pollo pastoril COECO”. Es un pollo parrillero doble pechuga que “no apaga el fuego de la parrilla”, porque su faena es sin agua, por lo cual la carne es más firme.

Jorge reconoció que “vender los pollos fue un problema”, pero él estaba seguro de que “se iban a vender porque en Buenos Aires hay muchas ganas de comer productos sanos” y en voz bajita contó que los empezaron a traer “de contrabando; los faenábamos nosotros mismos porque quisimos hacer una planta móvil de faena – que existe en otras partes del mundo – para ir a cada granja y faenar allí mismo, pero SENASA no nos permitió hacerlo. Pero teníamos los pollos y había que faenarlos de alguna manera. Lo hicimos y los trajimos a Buenos Aires. Todavía tenemos clientes de aquel entonces y algunos son distribuidores”.

La cooperativa armó un protocolo de producción, es decir crianza, transporte y faena y con esta herramienta – y dado que “el transporte se come al productor” – ha recreado el sistema en Lobos, provincia de Buenos Aires, “allí también hay productores ecológicos y es más fácil llegar a la planta de faena que está en Avellaneda, que es una pequeña planta, hace 1000 pollos por día”. A los pequeños productores también los matan los desencuentros: “Cuando fue el asunto del campo, traíamos 1000 pollos para faenar en Buenos Aires, nos pararon y se nos murieron todos”.

Por supuesto, también venden huevos ecológicos, “de un productor de Colón que se dedica exclusivamente a eso”. Durante muchos años, Jorge traía los huevos en su propia camioneta, “venía tapado, porque había que sacarlos de allá, porque nadie compra en esa zona huevos especiales, no los quieren pagar y nosotros estamos con el precio justo y solidario”.

Actualmente, están en el mercado ecológico de San Fernando todos los sábados y allí venden – además del pollo entero y los huevos – suprema cocida y ahumada, “con horno eléctrico y maderas especiales, son productos en los que no hay desperdicio porque no tiene piel ni hueso”.

Con los productores de Colón, los consumidores dijeron “eureka”.

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