En 1981 se creó en Tigre el primer Instituto dedicado a la enseñanza de inglés

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El Instituto Cultural Argentino cumple 30 años

El Instituto Cultural Argentino inició sus actividades en el año 1981. En ese entonces, había una sola escuela privada con doble escolaridad donde los chicos podían estudiar inglés, mientras que los adolescentes y adultos, para hacerlo, tenían que trasladarse a otros distritos de la zona norte.

Comenzó sólo con un curso de niños y uno de adultos, y anualmente se fue agregando un nuevo nivel hasta completar los seis niveles superiores y el First Certificate in English, certificado internacional otorgado por la Universidad de Cambridge, Inglaterra.

Eran tiempos en que todavía no se conocían los métodos modernos y la enseñanza multimedia. En muchos casos se hacía uso de la traducción para transmitir ese idioma, con muy pocos resultados. Su directora, la Profesora Clara Galano, trajo de Inglaterra los primeros videos para adultos que se utilizan en toda Europa en la enseñanza del inglés y sistemas educativos de dibujos animados de la BBC para los más pequeños.

Había pocos profesores nacionales de inglés, por lo que Clara decidió dar cursos de metodología y fonética, a los que asistieron profesores de diversos colegios como el Marín y el colegio San Fernando, entre otros. Posteriormente dictó un seminario para profesores de inglés sobre metodología en la escuela N2 de Tigre, auspiciado por la Inspección de Enseñanza de este distrito.

Los objetivos eran claros: lograr que el estudiante, cualquiera fuera su edad, llegara a dominar esa lengua en forma oral y escrita. Los niños aprenden asociando y jugando con objetos reales, ilustraciones, audio, canciones y videos. Los adolescentes y adultos con diálogos, láminas, grabaciones, video y conversación, entre otros recursos.

En los años 90, se incluyeron técnicas de programación neurolingüística y, además de los objetivos  mencionados, el Instituto se propuso crear un ambiente donde los niños y adolescentes se formen con la responsabilidad, la solidaridad y el respeto entre ellos, con sus padres y profesores.

Trabajando sobre los hábitos, con paciencia y constancia, se fue logrando un estilo. Los chicos entendieron que sólo podían ser escuchados cuando hablaban de a uno, que nadie tenía derecho a burlarse de las dificultades de un compañero, que la atención y la puntualidad eran importantes y que todos podían cometer errores porque estaban allí para aprender; que tenían derecho a que las clases fueran activas y entretenidas, que lo que se prometía se cumpliera y que todos tenían capacidad suficiente para aprender lo que se propusieran.

“Aún hoy, en que los tiempos han cambiado tanto, en nuestro instituto no hay desorden y las clases se aprovechan al máximo porque trabajamos en un clima de colaboración y tranquilidad”, comentó Galano, su directora, y agregó: “esto se logra cuando los alumnos son escuchados y atendidos en forma personal, estimulándolos para que se superen y felicitándolos cuando lo logran”.

En cuanto a los adultos, la prioridad para el Instituto es que encuentren un lugar donde sociabilizar y aprender un idioma en un clima relajado pero responsable ya que se entiende que hay pocas cosas más valiosas que nuestro tiempo.

Galano confesó que “no hay nada más gratificante para un maestro o profesor, que lograr que un alumno que se supone que ´no tiene facilidad´ para algo, termine entusiasmándose y siendo uno de los mejores de la clase, ya que considera que tanto los fracasos como los éxitos marcan caminos”.

Son muchos los niños, adolescentes y adultos que en estos treinta años han pasado por estas aulas y como dicen Clara Galano y Carina Battagliero, quienes están al frente de este Instituto, es el mismo esfuerzo hacer las cosas bien que mal, entonces, ¿por qué no hacerlas bien?

Probablemente este principio haya influido para que esta casa de estudio se mantenga en crecimiento y perfecta actividad a lo largo de treinta años. ¡Felicitaciones!

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