Un espacio de ocio cultural sobre el arroyo Caraguatá

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Biblioteca Popular Seamos Libres. Inició sus actividades hace un par de meses. Durante la semana, los vecinos se organizan para atender las necesidades de los niños de la zona; los fines de semana realizan actividades que convocan a toda la comunidad. Hay libros, pero escasean las estanterías, por lo tanto reciben donaciones a través del Facebook Biblioteca Popular Seamos Libres.

 

Un día de julio de 1819, soportando los fríos vientos cordilleranos, San Martín informaba sobre la llegada de una gran expedición española a su ejército libertador. Los extranjeros eran más, tenían mejores armas y mucha comida, pero los paisanos americanos tenían los corazones inflamados por la arenga de su general: “Seamos libres y lo demás no importa nada”.

Como lo demuestra la historia, la libertad no sólo se gana con las armas, se gana, también, a través de la educación; por esta razón, los vecinos del arroyo Caraguatá iniciaron la fascinante tarea de fundar una biblioteca popular, a la que han denominado Seamos Libres.

“Nos planteamos hacer algún tipo de organización vecinal, averiguamos y nos propusieron una biblioteca. Nos encantó porque es un lugar de ocio cultural, donde todos podemos colaborar para cubrir, en algo, las necesidades de la zona”, expresó Mirta Ochoa, vicepresidenta de la comisión directiva, a la que prefieren llamar comisión impulsora.

Hace un año comenzó el sueño que ya tiene casa propia: una cabaña ubicada en isla Ciruelo, Caraguatá 790. También tiene su espacio virtual: Facebook Biblioteca Popular Seamos Libres.

Entre los pobladores fijos y aquellos que todos los fines de semana dicen “presente”, fueron consiguiendo donaciones de libros y, en este momento, “son más los libros que las estanterías”, en consecuencia, si alguien tiene una biblioteca que ya no utilice, sólo tiene que ponerse en contacto a través del Facebook. Mirta quiso mencionar especialmente a la biblioteca Sarmiento de Tigre que no sólo colaboró con libros, sino también con asesoramiento y el espacio para la firma del acta fundacional.

El entusiasmo generado por el proyecto hizo que dos vecinas inicien un curso de bibliotecaria en el Instituto Superior de Formación Técnica N° 182 de San Miguel. Como lograron contagiar su pasión, a fines de octubre todo el curso se trasladó a la isla y, junto a muchos vecinos y amigos, formaron parte de una productiva jornada solidaria.

“Nuestro trabajo es modesto y va paso a paso. Estamos poniendo la antena para tener Internet, así los chicos no tienen que ir a tierra. Para el año próximo queremos dar un taller de armado de motores porque las madres están interesadas en que sus hijos aprendan oficios para no abandonar la isla. La vida allí es muy dura, hay pocas posibilidades de trabajo, además muy poca gente puede vivir allí y trabajar en la ciudad porque las lanchas tienen horarios muy reducidos”, explicó la vice.

Como uno de los intereses es cuidar el medioambiente, Mirta, que es arquitecta, está pensando, para el año entrante, cursos de saneamiento de aguas grises, calefones solares, aislamiento de viviendas. Por supuesto, también es importante rescatar los conocimientos de los isleños, por eso la arquitecta resaltó: “Un vecino nos dio una clase sobre cómo cortar el tronco de palmera por la mitad, de una vez, con la sierra, para hacer la escalera de la cabaña. Fue maravilloso”.

Préstamo de libros, apoyo escolar, cursos, proyección de películas y, también, juntarse para coordinar reclamos colectivos son algunas de las finalidades de este nuevo espacio cultural, que no le teme a la marea ni al frío.

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