Se cortan pasos y se agregan impuestos

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Obstáculos que día a día se presentan en la vida de los isleños. Con presencia en el arroyo Toro desde finales del siglo 19, la familia Campitelli es un reservorio de la historia del lugar. Antiguos productores, hoy no sólo luchan contra la lluvia y la marea. Con la llegada de la electricidad, el teléfono y la recolección de residuos también llegó la sensación de que los funcionarios ya no los quieren en las islas que se desarrollaron gracias a sus abuelos y padres.

 

Ir un fin de semana largo a la isla, no es buena idea, ya que los visitantes invaden la estación fluvial y el desorden es mayúsculo. A esto se suma el precio de los boletos: $99 hasta El Toro al 300; se suma además la inexistencia de la tarjeta SUBE (¿no tendría que estar habilitada a esta altura del año?); se suma que la persona que “ayuda” a bajar a los pasajeros tiene un evidente problema en su columna, por lo cual, si hay un accidente, ese empleado ¿puede nadar?, ¿no tendría que estar jubilado por invalidez? Es evidente que hay que mejorar varias cosas en esta ciudad que se pretende turística.

Intentando superar estos avatares humanos, uno se concentra en el paisaje: la vegetación está a pleno; el agua, bastante limpia gracias a que el río está crecido… pero ¡qué desgracia!! alguna basurita se quedó atrapada entre las ramas. Obviamente, éste fue uno de los temas de conversación con Leonel Campitelli, tercera generación de isleños.

 

Una de vecinos

Históricamente, los isleños han usado el agua del río para todo: lavar los platos, bañarse, beber, ya que tenían sistemas de filtrado efectivos y, además, no existía la contaminación que baja desde más arriba.

En la actualidad, si bien el agua no se utiliza para beber, se sigue usando, “por eso la cuidamos”, sostuvo Leonel, aunque los turistas digan “qué sucio que está el río”.

La ordenanza relacionada con la recolección de residuos en la 1° sección de islas establece que cada familia debe tener un tacho donde colocar la basura, ya que de allí la retiraría el basurero, pero,… “la gente deja la bolsa en el muelle o colgada y se va. Cuando vuelven a la semana siguiente no encuentran la bolsita, entonces suponen que se la llevó el basurero, lo que no saben es que media hora después de irse, vinieron los perros, rompieron la bolsa, la basura cayó al río y quedó ahí flotando. Después pasa el basurero al lado de la bolsa que está flotando y no la levanta”.

Antes de la ordenanza, la gente se llevaba la basura y la tiraba en el contenedor de la estación fluvial. Es decir que, aparentemente, tener recolección de residuos puerta a puerta no trajo como consecuencia mayor control de la basura, ya que los propietarios no residentes se desentienden del tema con mucha celeridad. ¿Serán los mismos que están contentos con las bicisendas porque supuestamente se contamina menos? Qué superficiales los que sólo se detienen en el maquillaje!

“El problema está en que no hay control municipal ni cuidado ni solidaridad de los vecinos domingueros. Al que no tiene el tacho hay que ponerle multas importantes para que cumpla”. Efectivamente, aquel que no tiene incorporadas normas de convivencia, necesita medidas policiales.

“Antes los isleños se ayudaban, hoy el isleño se sigue ayudando. Pero los códigos de la isla se han terminado porque ha comprado gente que quiere imponer sus reglas. Por ejemplo el camino vecinal no lo respetan, ponen un alambrado, sacan un puente; antes podíamos ir caminando hasta Tigre y hoy eso se perdió porque dicen ‘es mi propiedad, yo no dejo pasar a nadie’” (1)

El padre de Leonel aportó más datos sobre estos temas: “Hay un camino que comunica El Toro con el Antequera. Hace más de 100 años que existe. La propiedad era del Dr. Bocalandro que permitía el paso porque se beneficiaba él y todos los demás. Pero el nuevo propietario dijo que no quería hacerse cargo de la limpieza del camino y lo clausuró. La Municipalidad hubiera tenido que mantener ese paso y hacerse cargo de la limpieza, pero todo se manejó con un hermetismo que nos impidió intervenir”.

Hablando del arroyo Toro, los entrevistados recordaron que “antiguamente se iba de una punta a otra de la isla caminando, porque los arroyos, hasta el 83, estuvieron tapados”. Y ahora pasa lo mismo, “los días de poca agua, la lancha desde la boca del Andresito no pasa, a la escuela no llega”.

Leonel señaló que comprometieron al Municipio para que les dé una mano con la remoción de los troncos caídos en el río y “medianamente se vienen comportando”. “Nosotros marcamos los lugares donde están los troncos y estamos en el momento en que los sacan y mi familia presta un pedazo de la quinta para que dejen ahí la basura, porque la primera vez que sacaron la basura del río me preguntaron ‘¿dónde podemos poner la basura?’. O sea que la Municipalidad primero inventó el impuesto – un poco caro – después contrató un barco y cuando lo cargaron, no tenían dónde llevar la carga. Nosotros ofrecimos una punta de nuestra quinta que ahora es el depósito de basura municipal”. Como favor con favor se paga, Leonel pensó que iba a ser retribuido por esta gauchada. “Pensé que me iban a eximir de la tasa por la colaboración que presto, porque a nosotros nos cuesta pagar y para el Municipio un pago menos no es nada. Pero no fue así”.

Evidentemente, los señores que están detrás de sus escritorios tienen poca imaginación y menos sensibilidad. Por suerte, están los isleños: “Nosotros colaboramos porque no queremos que nos pase como en otros arroyos que están innavegables, como El Espera o El Torito, porque nadie se encarga de decir dónde están los troncos porque, como son todos turistas, a ninguno le interesa porque vienen una vez por semana”.

 

Los herederos

Desde hace décadas, los isleños han venido soportando adversidades, por lo tanto muchas familias abandonaron la zona. La riqueza productiva de este sector ahora sólo queda en el recuerdo, aunque, con políticas adecuadas, podría reflotarse.

“Aquí había más de 30 variedades de frutas hechas por gente de la isla. Injerto tras injerto, los viejos habitantes fueron consiguiendo frutas de excelente calidad. Por ejemplo el durazno Zelanda, que tenía mucha salida al exterior y ahora están pidiendo que Argentina vuelva a tener este durazno”. Las variedades se conocían por el nombre de la familia que la había obtenido, como el durazno Gigala, familia que vivió sobre el Rama Negra. Invitamos a nuestros memoriosos lectores a brindarnos información sobre el tema.

“En las quintas abandonadas hay de todo”, dijo Leonel, “el problema es que, cuando las compran y las mandan a limpiar, cortan todo. Puede haber un pie franco de durazno o membrillo que se puede recuperar para injertar una nueva planta”. O sea que lo adecuado es que la persona que compra una quinta solicite inmediatamente asesoramiento técnico al INTA que está realizando la construcción de un banco genético de las variedades de aquella época. Por otro lado, también el Municipio se tendría que interesar en recuperar esos frutales, que caracterizaron a este sector de islas, porque forman parte de nuestro patrimonio cultural.

Para preservar los cultivos, los isleños hicieron toda la vida diques, con sangrías cada tantos metros para que escurriese el agua.

“Acá toda la vida se produjo fruta con endicamiento colectivo”, explicó Carlos Campitelli, “pero hoy se cree que eso va en contra de los humedales. Ese plan de manejo lo llevó adelante alguien que no es de la zona. Si no podemos manejar el agua, no podemos producir, por eso el INTA nos defiende. Hace 50 años vivíamos mejor aquí, a pesar de que ahora tenemos luz y teléfono, porque si no nos dejan producir, todo es inútil”.

Y continuó: “Jamás nadie dijo ‘vamos a hablar con los que son herederos de los pioneros. Acá sólo hacen lo que es recaudatorio, pero no lo que es bueno para la comunidad. Por eso yo llegué a pensar que el intendente quiere quedarse con la isla sin nosotros”. (Continuará)

 

(1) En la última sesión de la Cámara de Senadores – antes del cambio de gobierno – se votó la reincorporación del camino de sirga al nuevo Código Civil y Comercial. La iniciativa corresponde a la senadora por Río Negro Magdalena Odarda (UNEN) que sostuvo que “el camino de sirga es ese espacio costero de carácter público que debe ser respetado en todos los ríos y lagos por los propietarios colindantes y al que pueden acceder todos los ciudadanos”.

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