Un puente hacia otro modelo de vida

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Centro de formación y producción florihortícola para personas con discapacidad mental

Pensada como una empresa social, El Puente Verde trabaja con personas en situación de desventaja. Los capacitan para el trabajo en la granja que poseen en Monte Grande. Integración social y utilización responsable de los recursos naturales.

 

Hace ya varias décadas, gracias a la lucha del psiquiatra Franco Basaglia, en Italia se inició un proceso de desmanicomialización que implicó la integración de las personas con discapacidad mental a la vida social, el cierre de los manicomios y la creación de espacios de formación y trabajo. Bajo esta lógica, surgieron proyectos para trasladar la idea a otros lugares del mundo. Fue así que, entre 1999 y 2003, en Argentina, El Puente Verde funcionó con un subsidio italiano que les permitió desarrollar el espacio en el que actualmente trabajan. “En ningún lugar del mundo siguen funcionando esos proyectos. Nosotros logramos superar la crisis que se produjo cuando finalizó el subsidio. Cambiamos un poco la visión y trabajamos desde las posibilidades que tenemos aquí en el país”, expresó Natalia Ravina, actual presidenta de la asociación civil. Es decir que cambiaron la plata por la fuerza humana, “el proyecto se sostiene con el esfuerzo de las personas involucradas. Para nosotros es una cuestión de militancia”.

El Puente Verde es un centro de formación y producción frutihortícola de calidad agro-ecológica que trabaja con personas con discapacidad mental, pero además “en el hacer fuimos descubriendo que también hacíamos otras cosas para sustentar el proyecto. Por ejemplo trabajamos en microcréditos, estamos relacionados con la agricultura familiar, con la economía social, porque, si queremos – en el tema de la discapacidad – generar integración, no podemos quedarnos sólo con las personas con discapacidad, trabajamos también con microemprendedores, con productores familiares, es decir con toda la sociedad que quiere otro modelo de vida”.

Los beneficiarios de esta institución son “derivados de escuelas especiales o del área de discapacidad del municipio de Esteban Echeverría. Son personas que se manejan solas, vienen todos los días a trabajar y luego regresan a sus hogares”. Justamente, una de las búsquedas de El Puente Verde es fortalecer los vínculos familiares, “no queremos que esto se convierta en un depósito de personas, porque, si los vínculos se rompen, después se hace muy difícil la inserción social”.

Las actividades de formación están orientadas a jóvenes desde los 16 años que adquieren capacitación en situación de trabajo: “Las personas con discapacidad mental no hacen el mismo recorrido en tiempo para terminar, por ejemplo, el secundario a los 18 años, necesitan un período formativo más largo. Descubrimos que, cuando la realidad les requiere un conocimiento, entonces pueden aprenderlo. Por ejemplo, hay personas con retraso mental que empiezan a manejar plata a los 40 años y ese es el momento para aprender matemática”, comentó Natalia.

Se capacitan en mantenimiento de parques y jardines, producción de plantas ornamentales y huerta orgánica. La comercialización de lo producido la realizan directamente en el predio de Monte Grande y en los espacios de la economía social, además “los jóvenes salen a vender a consignación y así ganan un dinero que ellos manejan”. Promueven en particular la producción a pedido, ya que de esta manera “se evita caer en el libre mercado, donde cada uno produce lo que quiere y si no se vende, uno se ve perjudicado”.

Con un objetivo que apunta a la promoción humana y la integración, el Puente Verde obtuvo el premio ArgenINTA en 2006 y en 2009 el premio a la Trayectoria en Defensa de los Derechos Humanos y Sociales.

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